La dinámica social ajetreada en la que nos movemos actualmente ha provocado que las relaciones se hayan convertido en conexiones, por lo regular, superficiales y cada vez menos duraderas. Se han inventado los divorcios exprés y la unión libre ya es un estado civil oficial y tiene tanta validez y beneficios legales como el matrimonio.
“Las mujeres son histéricas por naturaleza, e imaginan
que sus hijos son violados por los padres, tíos o abuelos,
de allí que los niños asimilen esto en su imaginario
y hablen de haber sido abusados.”
(Richard Gardner, 1991)
Existen muchos mitos urbanos acerca de la infidelidad.
Algunos pueden ser compartidos, pero otros suelen ser muy personales e incluso privados y hasta inconscientes.
Ya sé, parece obvio. La infidelidad es que te acuestes con alguien que no es tu pareja, ¿o que te mensajees? ¿o que le sonrías? ¿O que platiques de cosas profundas? Espera. Ya estoy algo confundido. ¿Por qué algo que parecería tan obvio como la infidelidad en realidad tiene tantas variantes y al parecer no es tan obvia como debería de serlo?
Cuando una persona es infiel es que algo no está funcionando adecuadamente en la relación. Lo más importante es identificar cuál es ese aspecto que orilló a la pareja a ser infiel.
En esta ocasión quisiera abordar la SOSPECHA de infidelidad como un proceso de autoestima devaluada y las manifestaciones psíquicas a partir de ahí. Es indispensable afirmar que una persona con una autoestima bien consolidada difícilmente tendrá sospechas infundadas de infidelidad de parte de su pareja.
El concepto de infidelidad varía según el nivel de estructuración psíquica individual y de la cultura en que se está inmerso. Tiene bases en la relación objetal, es decir cómo el niño vivió la relación con mamá y papá. Esto lo ubica en el espacio representacional y en el espacio intrasubjetivo. En la cultura occidental hay una fuerte exigencia de exclusividad en las relaciones de pareja, especialmente en el terreno sexual.
Zumaya define la infidelidad “como un fenómeno interaccional triangular y siempre desde la óptica de los afectados, puede ser conceptualizada como un continuo que va desde el involucramiento emocional que contenga los elementos de atracción y, sobre todo, secreto, hasta la ocurrencia eventual o continua, con o sin involucramiento emocional, del ejercicio de la sexualidad fuera de una relación de pareja, casada o no, homo o heterosexual, que suponga una exclusividad sexual” (Zumaya1964)
AMOR OBSESIVO: “PEGAME PERO NO ME DEJES"
Para comprender y abordar el fenómeno de la violencia en la pareja hay que establecer como premisa fundamental que la violencia es un fenómeno de la relación, donde ambos participantes de la interacción violenta son responsables de la secuencia involucrada.
Afortunadamente, nuestro sistema jurídico ha evolucionado y no hace distinción entre hijos nacidos dentro o fuera de matrimonio, en tratándose de los derechos que tienen de recibir una pensión alimenticia.