Una de las razones por las que existen tantos divorcios en la actualidad, es la falta de comunicación de los novios antes de contraer matrimonio, ya que en muchas ocasiones dan por hecho que la vida va a ser de determinada forma, sin siquiera conocer qué idea tiene la otra persona al respecto.
Legalmente se pueden formular capitulaciones matrimoniales para ponerse de acuerdo los contrayentes, sobre la situación patrimonial; por ejemplo, pueden decidir que la casa donde será el domicilio conyugal será para uno de ellos; que determinado tipo de bienes, serán copropiedad; que cierto tipo de ingresos los administrará uno de ellos; o cómo se distribuirán el patrimonio, en caso de un divorcio, etcétera.
Desafortunadamente, existe muy escasa información al respecto y los contrayentes ni siquiera son informados de que pueden formular las capitulaciones matrimoniales y los jueces se limitan a preguntar si quieren casarse bajo el régimen de separación de bienes, en donde cada uno de ellos conserva lo que está y adquiera a su nombre; o bajo el régimen de sociedad conyugal, en donde todos los bienes que adquieran a partir del matrimonio son copropiedad de ambos cónyuges por igual, con ciertas excepciones, como los bienes que se adquieren por donación, por herencia o por don de la fortuna.
No obstante que se dispusiera más de la figura de las capitulaciones matrimoniales, considero que no es suficiente, porque ni la vida en general, ni el matrimonio, se trata únicamente de situaciones patrimoniales.
En efecto, la convivencia con otra persona involucra todo tipo de aspectos, desde la organización de tareas en el hogar; la forma en que cooperará cada uno de ellos con la manutención de los gastos cotidianos; el porcentaje y periodicidad de ahorro; el lugar en donde vivirán; cuántos hijos quieren tener, si es que así lo quieren; las normas bajo las cuales educarán a los hijos, como la religión, tipo de escuela; la forma en que convivirán con los familiares de cada uno y hasta cuestiones de naturaleza sexual.
Por lo anterior, es de suma importancia que la pareja hable sobre estas cosas y lleguen a acuerdos, lo que cual evitará en gran medida conflictos innecesarios, al tener claro, en la medida de lo posible, lo que cada uno de los contrayentes espera del otro y de la vida en común.
Incluso, considero que sería muy conveniente poner esos acuerdos por escrito y revisarlos periódicamente, también porque las circunstancias de vida cambian y por lo mismo, los acuerdos se pueden modificar.
Si se lograra que los novios lleguen en su mayoría a determinados acuerdos, en los aspectos más importantes de una vida en común, antes de casarse, es probable que algunas de las parejas que pretenden contraer matrimonio no lo hicieran y que las que si decidieran casarse, evitarían divorcios y sobre todo, serían capaces de vivir una vida más plena y una convivencia más armónica y congruente con sus deseos.
Por lo mismo, considero que podría formularse un cuestionario que debieran contestar los futuros contrayentes, para que al momento de llenarlo y entregarlo, un tercero imparcial pudiera evaluar las respuestas y hacerles ver a los interesados en qué puntos existen divergencias, para que antes de casarse puedan llegar a acuerdos e incluso para que cada uno evalúe la conveniencia de ceder o no en las propuestas del otro.
Sin duda, una herramienta de este tipo mejoraría mucho la base de la familia, que es normalmente el matrimonio, lo cual además repercute en una sociedad más sana.
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