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Agresión, ¿camino de vida o destrucción?


xEl tema de la agresión es muy amplio, se remonta a los mismos años cuando el ser humano comenzó a poblar la tierra.

Me gustaría comenzar con la posibilidad de distinguir la agresión de otras conductas afectivas del ser humano, como amor, odio, frustración, venganza, etc. ¿Es la agresión parte intrínseca del ser, o bien, es una conducta aprendida que el bebé desarrolla por imitación y/o por mandato cultural?

Esta pregunta se la hacen los estudiosos de la conducta humana. Hay quienes consideran a la agresión como producto genético, innata y es llamada instintual, es decir, parte de lo heredado como característica para sobrevivir. También hay quienes consideran que la agresión no es instintual sino algo aprendido con la experiencia.

Al observar el desarrollo psicosocial de la humanidad, se encuentran muchas expresiones de la agresión, que son necesarias para defenderse; como impulso de vida para adaptarse y ajustarse a la naturaleza, pero también vemos la agresión como una fuerza de destrucción, de producción de violencia y guerras entre semejantes.

Desde la agresión hasta la autoagresión hay un sin fin de manifestaciones.

Para que una persona pueda pensar y reflexionar sobre qué hacer con su fuerza física y su capacidad de destrucción, son necesarios varios años de desarrollo y de convivencia con su propia cultura. Las personas deben adaptarse al lugar donde viven: “al lugar que fueres, haced lo que vieres” dice el dicho. La autoestima y la integración social son factores importantes, moldes de la personalidad y sus expresiones pulsionales. El ambiente moldea.

¿Qué sucede cuando el ambiente y las reglas de convivencia cambian; cuando los límites entre lo bueno y lo malo no son claros; cuando ser el líder implica tener el poder de un grupo y este rol permite realizar actos agresivos, e incluso delictivos, sádicos que lastiman a los otros, ¿remarcando las diferencias y sometiendo al perdedor hasta destruirlo? A esto se le agrega el hecho de que no existan consecuencias para ayudar a controlar las mismas.

Las fallas sociales son parte de las fallas de la estructura interna de las familias. La familia, la escuela, la colonia, la comunidad, grupos religiosos, organizaciones sociales, etc., son estructuras de organización adoptadas para saber que hay reglas y leyes importantes a seguir, como la ley del incesto y la diferencia entre generaciones; la convivencia amable y el control de la contaminación, a todos niveles.

Aunado a la moral, la ética del respeto ha sido devaluada por los sistemas imperantes, incluyendo el sistema familiar y el de género. Entonces ¿quiénes son aquellos que, en su desarrollo precoz, no tienen nada que perder? ¿Qué parte de la población podría exaltar su voz y su presencia para demostrar que algo no está bien?

Los adolescentes logran expresarse y gritar que no está clara la distinción entre “agresión para construir y defenderse”, de “la agresión para violar las reglas, destruir al otro y destruirse a sí mismo”. Las consecuencias de la no claridad se quedan marcadas dentro de cada uno de nosotros, como entes sociales del siglo XXI. Así, en el camino del desarrollo vamos realizando actos fácilmente fuera de las expectativas y de las leyes.

La infidelidad es la ruptura de un contrato explícito entre dos personas que aceptan la fidelidad como regla. Entonces, si la ruptura de la regla ha sido la regla, ¿cómo se podrá mantener un contrato? La violencia hace acto de presencia cuando los secretos entran por las ventanas de la alcoba matrimonial en conflicto.

Entender la violencia entre la pareja y la infidelidad como una conducta de esta categoría podría ayudarnos a entender sus consecuencias tan destructivas. ¡Mucho ojo!


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