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Raúl Miranda

¿Cómo recuperar la confianza sexual después de una infidelidad?


Lo primero que quiero plantear es que actualmente debemos estar conscientes de que las relaciones extramaritales tienen un abanico de valoraciones sociales, que van desde el repudio social, como antaño, que se consideraba ameritaba, la muerte. Como ocurre aun en algunos lugares del planeta. Esta reprobación social; la tenemos plasmada históricamente en diferentes leyes en donde el adulterio se consideraba un delito. En algunos lugares de nuestro país aún se repudia especialmente a la mujer infiel, lo cual es distinto con el varón, para quien es motivo de reconocimiento ya que vivimos aún bajo un código distinto para hombres y mujeres.

Cuando utilizamos la palabra infidelidad, ya el vocablo mismo tiene implicaciones valorativas pues infidelidad proviene del latín fidelis que se refiere a la lealtad con el prefijo IN privativo; lo que significa que se falta a la lealtad.

Es cierto que en la mayoría de nuestro contexto social se sigue considerando de modo implícito, es decir no hablada entre las partes, un compromiso matrimonial y en muchas parejas en vínculos no matrimoniales, la exclusividad sexual, sin embargo en algunos grupos sociales, no es así y no solo no se plantean una exclusividad sexual, sino que tienen una tolerancia explicita a relaciones sexuales con parejas distintas de su cónyuge, e incluso son promovidas como elementos que se incluyen en las practicas eróticas de la pareja, para intensificar el placer de las mismas, en estas parejas curiosamente el énfasis no está en la sexualidad, sino en la fidelidad en el amor.

Las estadísticas y la evolución de las prácticas sexuales en nuestro entorno social urbano, nos dan evidencia de que en la realidad las personas, especialmente los jóvenes, tienen una sexualidad más variada y frecuente, como son el inicio de una sexualidad activa más temprana, incluyendo un aumento en el número de parejas sexuales antes del matrimonio, prácticas sexuales más variadas, así como la aceptación cada vez más frecuente de relaciones sexuales extramaritales, tanto en hombres como en mujeres.

De modo que, lo primero que debemos averiguar ante un caso específico, son los valores y expectativas de una pareja. Es decir, a pesar de que se dice: que hay la intención de mantener una exclusividad sexual en la pareja, en la práctica, somos testigos de que dicha intención cada vez se sostiene menos.

Ahora bien, cuando en una pareja, en donde se prometen fidelidad por el resto de su vida, uno de ellos o ambos incurren en una conducta de sexo extramarital, como consultante clínico lo primero que concibo es que es resultado del proceso e historia de una relación disfuncional. El proceso de relación de pareja ha sufrido un deterioro, el cual, antes de “la crisis” del descubrimiento de la infidelidad, ya ha tenido otras manifestaciones de la disfuncionalidad dentro en la relación, a las cuales no se les ha prestado la atención debida, ya sea por uno o por ambos miembros de la pareja. Por ello considero que en la mayoría de las ocasiones ambos son responsables de la crisis en la pareja, que se pone en evidencia cuando sale a la luz el hecho concreto de una relación extramarital. Por ello, una crisis que cimbra los fundamentos mismos de la relación de pareja, es entonces una llamada de atención impostergable de que la disfuncionalidad alcanzo niveles que ya no pueden tolerarse.

A partir de estas premisas retomo el tema actual y la pregunta; Es posible superar una infidelidad y reconstruir la relación. ¿Cómo recuperar la confianza sexual después de una infidelidad?

El primer planteamiento que yo hago en un encuadre de terapia sexual y de pareja es que no estamos frente a un culpable y un inocente, sino estamos ante dos adultos con responsabilidad compartida, sobre lo que ocurre entre ellos, y que entre ambos abrieron una grieta para que entrara un tercero. Uno de ellos posiblemente sea el activo y otro puede ser el ofendido, pero ambos son responsables de que su relación se haya deteriorado.

De modo que a partir de este planteamiento se debe revisar; desde cuándo, cómo y qué, determinó el distanciamiento inicial y cómo, éste, se profundizo al grado de dar espacio a un tercero.

Las causas son muy diversas, puede ser desde una incompatibilidad en la expresión del afecto y del amor, una diferencia en la modalidad de comunicación, por ejemplo; cuando se da más énfasis a lo que se quiso decir que a lo que se dijo, una incompatibilidad erótica y sexual, porque se tienen ideas distintas del sexo y de la vida, porque tienen diferentes modos de gratificación sexual, porque se “acaba” la química, solo para mencionar algunas.

Mantener una pareja satisfactoria y en armonía, requiere esfuerzo de ambas partes, las diferencias son parte inherente de vivir en pareja, no existen parejas sin conflicto, lo que las hace diferentes es la disposición a abordarlos y la consideración afectiva para resolverlos. Sin estos ingredientes los conflictos, aun los que aparentemente son insignificantes, crecen, se ahondan y dan lugar a un distanciamiento en la intimidad cada vez mayor y de ahí, en un último acto de un doloroso drama, aparece el tercero que pone en evidencia la grave disfuncionalidad en la pareja. En ocasiones puede ser un capítulo final, pues uno de ellos dio por terminada en su interior su compromiso en pareja, entonces no se podrá continuar y mucho menos reconstruir una pareja ya severamente destruida.

Pero en otros casos, debo decir en muchos, hacer evidente una relación extramarital es un grito desesperado por cambiar las cosas que no funcionan bien en la pareja. Es entonces cuando si se hace acopio de voluntad y disposición, es posible cerrar un ciclo e iniciar un nuevo ciclo dentro de la pareja, vivir una crisis que puede hacer que una relación sea más satisfactoria y gratificante, es entonces posible reconstruir lo que la distancia y el tiempo han deteriorado. Cuando este esfuerzo emocional se hace conjuntamente se renuevan los lazos de unión, se fortalece la intimidad y por ende se recupera la confianza. Lo peor que puede ocurrir, es hacer como que no pasó nada, porque entonces la vitalidad y goce de una pareja muere, dejando un vacío como un tronco muerto que, aunque subsista ya no hay vida dentro de él, así podrán convivir como matrimonio, pero no existirá confianza ni soporte mutuo.


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