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Cuando los focos de la alarma se encienden.


Si bien es cierto que los problemas matrimoniales siempre han existido, hoy en día vemos con mayor frecuencia como resulta una tarea casi imposible para muchas parejas el darles solución a sus diferencias de manera madura echando mano de recursos como la comunicación, el respeto, el compromiso y el amor.

De acuerdo con estadísticas del INEGI en el 2008 se registraron 589 mil 352 matrimonios en México y en contraste los procesos de divorcio efectuados fueron de 81 mil 851, es decir, por cada 100 enlaces registrados hubieron 13.9 divorcios.

El que en un matrimonio las cosas no fluyan como en un inicio cuando estaban en la etapa del enamoramiento no quiere decir que la relación está destinada a pasar por infidelidades, algún tipo de violencia o la ruptura definitiva, más bien hablamos de una dificultad para resolver las crisis naturales de la vida en pareja como son la rutina, la monotonía, los nuevos modelos en la estructura familiar, la insatisfacción sexual, problemas económicos, una actitud egoísta por uno o ambos integrantes de la pareja, intervención de terceros y falta de comunicación.

Y ésta dificultad también está relacionada con otro factor que normalmente se pierde de vista y es que cada quien vive una realidad (subjetiva) la cual es producto de sus percepciones internas y de las experiencias de vida que van creando un modo de interpretar y entender el mundo. Lo previo puede determinar en gran medida que una diferencia “absurda” se convierta en una bola de nieve que sumada a otras diferencias terminen destruyendo una relación.

Por eso es tan importante el auto conocimiento, la madurez emocional, el saber asumirse responsable de lo que a uno le toca y deslindarse de lo que no, el saber comunicarnos adecuadamente y aprender a respetar y tolerar al otro con su esencia real y no aquel ideal que se compró al momento del flechazo de Cupido.

Algunos tips que pueden facilitar ésta tarea cuando se hacen presentes las diferencias y el enojo te rebasa son:

  • Escuchar a tu pareja y tratar de entender qué es lo que le molesta o como se siente con aquello que tú haces.

  • Evitar hacer conjeturas o jugar al adivino, ya que no sabes realmente qué es lo que piensa y no lo podrás saber si no se lo preguntas.

  • Se vale estar enojado, decepcionado o frustrado y expresar esos sentimientos incómodos, lo que no se vale es insultar, gritar o ser sarcástico puesto que ahí se entra en el terreno de la violencia y una vez que ésta se instala, salir de ahí no es nada sencillo.

  • Cuando quieras exponer una inconformidad, se específic@, es decir, describe primero la conducta de tu pareja, después explica lo que esto te hace sentir y finalmente cierra haciendo una solicitud clara de lo que tú necesitas para que esa conducta no vuelva a generar problemas.

  • Habla en primera persona, evita el TU haces… TU eres… TU… porque eso sólo predispone y pone a la defensiva a tu pareja y muy probablemente va a responder de la misma manera.

  • Utilizar palabras como “siempre”, nunca” o frases como “te he dicho más de mil veces…” sobredimensionan la realidad y no facilitan el objetivo: mediar, dialogar, llegar a acuerdos.

  • Estamos enfrentando una etapa de reacomodo social y cultural en donde algunos roles han cambiado, en donde por momentos se cae en un relativismo moral y perdemos de vista que la esencia de una sociedad sana, es la familia.

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