Si bien es cierto que los años van mermando la frescura y espontaneidad en cualquier relación, también es cierto que esos mismos años pueden ser factor para consolidarla. ¿De qué depende? No me cansaré de anotarlo una y otra vez… de la actitud reflejada en el interés de seguir disfrutándolo.
El erotismo es el resultado de la buena relación con la pareja, y más allá… es el resultado de la buena relación que tenga conmigo mismo; ¿a qué me refiero? a cómo manejo mi sensualidad, si la disfruto o si la evado. Si la disfruto en un contexto amoroso, únicamente sexual etc. Si la evado, seguramente ni en el principio de la relación existió erotismo. Todas esas variables y muchas más permitirán que el erotismo se haya desarrollado, se mantenga fresco o ya no exista.
El erotismo en relaciones de interés puramente sexual es intenso, pero no es duradero pues el interés está en el recibir, y cuando ya no recibo, desecho, no hay compromiso. Cuando el erotismo se da en un contexto amoroso, además del recibir, el dar toma un papel importante. La regla es muy sencilla, si doy amor, recibo amor.
Si doy apatía recibo apatía. Si doy entusiasmo recibo entusiasmo. El problema es que siempre esperamos que el otro tome la iniciativa y como nos tratan así tratamos. Así aprendimos sin darnos cuenta a reaccionar, por cultura, por herencia.
Si la relación no tiene grandes problemas, pero tiene gran monotonía… es momento de tomar la iniciativa para un cambio. A veces tener la iniciativa da miedo, miedo al rechazo… “¿qué va a pensar si me compro ropa íntima más seductora?” “no he bajado de peso, mejor no” y la mente bloquea cualquier intención de hacer las cosas de una manera diferente. ¿Cómo conseguiremos resultados diferentes si no hacemos cosas diferentes?
No podemos hacernos responsables por las reacciones de la otra persona, pero si puedo empezar a hacerme responsable de mis acciones… “siembra erotismo y cosecharás erotismo”, ¡vale la pena intentarlo!!!