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Cómo restaurar la confianza de tu pareja después de una infidelidad


Las relaciones extramatrimoniales son un tema recurrente en la terapia de pareja.

No por frecuente resulta fácil trabajarlo, por el contrario, es uno de los asuntos más dolorosos y explosivos con los que nos encontramos. En nuestra cultura la pareja hace al ser, al tener y al pertenecer. Esto configura una situación traumática que explica la persistencia de los diálogos repetitivos y estereotipados, los cuales constituyen un intento fallido de elaboración. Se subraya la herida narcisista que se da en estas situaciones ya que en la dinámica del enamoramiento el cuerpo del otro es vivido como una posesión, una extensión del propio yo. En estas circunstancias el clima que se genera en la pareja es regresivo, el desamparo y desconsuelo son enormes. Todo ello favorece la aparición de la violencia. En muchas parejas la relación con terceros se incluye, de modo más o menos consciente, y resulta funcional. Hay personas que no consideran una infidelidad llegar a un arreglo sexual con un tercero, mientras que sí lo sería establecer con éste un vínculo profundo de índole afectiva.

El matrimonio es una relación exclusiva, éste es un concepto de la cultura occidental. Sin embargo es frecuente que la mujer tolere los extravíos sexuales de su esposo con tal de conservarlo haciéndose la ilusión de la exclusividad. Los efectos de la infidelidad dependen del momento o fase de desarrollo familiar en que se produzca. Si la infidelidad ocurre cuando no hay hijos, no hay responsabilidades que afrontar y sí en la esperanza de encontrar una nueva pareja que llene las expectativas del que se queda solo.

Podemos decir que existe agresión psíquica cuando el comportamiento de un individuo atenta contra la dignidad de otro (infidelidad). La víctima ha caído en el error de no darse cuenta a tiempo de que sus límites estaban siendo rebasados, y no han sabido hacerse respetar. El primer acto por medio del cual se coloca en una posición activa el engañado es la elección de un psicoterapeuta. La psicoterapia, al menos al principio, debe resultar reconfortante y tiene que permitirle a la persona liberarse del miedo y la culpabilidad. En este caso la persona no es responsable, sino que asume su situación. Curarse significa volver a unir las partes dispersas y restablecer la circulación entre ellas. Una psicoterapia tiene que permitir que la persona tome conciencia de que su vida no se reduce a haber sido engañada.

En la medida en que, por el dominio, la persona se ha mostrado demasiado conciliadora, ahora tiene que cambiar de estrategia y actuar firmemente y sin temor al conflicto. Debe abandonar su posición sumisa y convertirse en la persona que impide que las cosas sigan dando vueltas en la misma dirección. Para resistir psicológicamente, es importante recibir algún tipo de apoyo.

Con el pretexto de la tolerancia, las sociedades occidentales renuncian poco a poco a sus propias prohibiciones. Pero al aceptar demasiado permiten que se desarrollen funcionamientos perversos como la infidelidad.

¿Cómo restablecer el respeto entre los individuos? ¿Qué límite debemos poner a nuestra tolerancia? Si los individuos no pueden detener por sí mismos estos procesos destructivos, la sociedad deberá intervenir y establecer una legislación.

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