El matrimonio es una institución jurídica muy importante, ya que tiene tres finalidades esenciales, la ayuda mutua, la preservación de la especie y el débito carnal.
Por ello es que el estado ha buscado que el matrimonio sea una figura vitalicia y que únicamente por causas que sean debidamente acreditadas, y que demuestren fehacientemente que no es posible conseguir dichos fines, es que da la oportunidad de que dicho vinculo sea disuelto.
En nuestro país, a la fecha de publicación de la presente, existen dos formas de divorcio, voluntario y necesario; para que proceda este último, nuestra legislación marca más de 20 causales de divorcio entre las que destacan, el adulterio, violencia intrafamiliar, abandono del hogar, alcoholismo de uno de lo cónyuges, entre muchas otras. Sin embargo el adulterio es muy difícil para probarlo en juicio, ya que la jurisprudencia nos marca que deberá ser en el domicilio conyugal, con escándalo, y solamente que sea en el pleno acto sexual, dejando atrás otras modalidades del adulterio como lo son sentimientos a otras personas, caricias, besos, etc…
Creo que es de suma importancia reconocer que existe la noción general de que el hombre siempre es infiel, sin embargo dicho tabú no es del todo cierto, ya que en mi experiencia profesional, de 100 procesos de divorcio, el 45% de quienes solicitan el divorcio son las mujeres por ser infieles, y sólo el 55% de los hombres lo solicitan por ser infieles, es decir la diferencia no es tan grande o notoria como nos imaginamos. La única, pero gran diferencia que he observado de los cónyuges infieles, es que el hombre puede estar con otras mujeres sin que este deje de amar a su pareja, pero la mujer no será infiel si no es que ha dejado de amar a su cónyuge.
Ahora bien, existen países (como Estados Unidos, Inglaterra, Sudáfrica) en donde al Estado ha dejado de importarle los fines del matrimonio y da la oportunidad a los cónyuges de que con que sólo uno de ellos ya no quiera seguir casado, lo solicite a un juez para que dicho vínculo sea destruido. Circunstancia que se deriva del exceso de juicios por divorcio que son presentados anualmente, aunado al largo y desgastaste proceso que lleva acreditar las causales que dan motivo al mismo. Por eso es que continuamente escuchamos de grandes divorcios multimillonarios, en donde claramente nos encontramos que muchas personas utilizan el matrimonio como un negocio, ya que al casarse obtienen derechos que hacen valer entre uno y dos años y después sin importarle los sentimientos de una persona, quien dio todo por esta última decide romper dicho vínculo.
Digo líneas arriba, que México, a la fecha, cuenta con causales de divorcio, ya que durante este mes, esta por resolverse una reforma en relación a este, en donde pretende establecerse que el divorcio podrá ser solicitado por cualquiera de las partes y por este sólo hecho, aun cuando el otro cónyuge no tenga el mismo deseo, este se otorgará sin su consentimiento y sin acreditar alguna causa que lo justifique, por lo que estoy casi seguro, que de aprobarse dicha reforma, esto será el principio del fin del matrimonio, por el miedo que demostrarán las parejas a comprometerse y posteriormente sentirse usados y engañados por fines puramente económicos. Dicho esto, ¿Rompemos con el estereotipo del matrimonio? o ¿Creamos un tabú sobre el miedo al compromiso?
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