Frecuentemente en la consulta me encuentro con personas que se sienten desilusionadas, vacías, frustradas porque no les va bien en el plano sentimental y lo preocupante de esto es que algunos sino es que muchos se quedan con una idea errónea de que para vivir en pareja se tienen que resignar a tener vínculos dolorosos o que así son las relaciones de pareja.
Todo esto alimentado por haber vivido tropiezo tras tropiezo, fracaso tras fracaso por las razones que sean: celos, infidelidad, posesividad, intolerancia, violencia y un laaaaargo etc. Lo antepuesto ineludiblemente me lleva a cuestionarles el trasfondo de sus elecciones de pareja.
En otra oportunidad mencioné que cuando una persona se enamora elige narcisísticamente a su objeto amoroso, es decir, se enamora de un ideal, el cual es engrandecido por todo lo que se le deposita simbólicamente suponiéndolo como un ser perfecto, grandioso, los defectos no pueden verse y es como si esa persona estuviera completa; en la medida que hay un otro perfecto la fantasía de perfección subsiste y se elude la falta por eso se dice que la pareja es “esa media naranja” que nos completa o nos complementa.
La realidad es que no existe la relación de pareja perfecta tipo los cuentos de hadas y esto es algo que “creemos saber”, es común que al preguntarle a una persona sobre el ideal de pareja responda que el ideal no existe, pero de fondo siempre hay una tendencia a idealizar. Desde ahí te pregunto a ti lector: alguna vez te has detenido a pensar ¿Cómo idealizas a tu pareja?, ¿qué expectativas tienes de una relación? o ¿cuáles son los sueños e ilusiones que se esconden en tú inconsciente?
Hoy en día un gran número de matrimonios fracasan porque de fondo buscan alcanzar ideales que no son asequibles. Si le preguntáramos a la mayoría de las parejas comprometidas ¿por qué se casan? ¡La gran mayoría contestaría que por amor!, sin embargo, me parece que cuando nos dejamos llevar exclusivamente por esta concepción estamos perdiendo de vista que no todas las oportunidades sentimentales son provechosas para nuestro bienestar personal.
Escoger a la pareja adecuada no tendría que basarse solamente en el amor, ya que esto nos llevaría a correr el riesgo de ir en algún momento en contra de nuestros valores, principios o ideales a costa de una relación. Desde este lugar el amor por sí solo no podría ser la base para contraer matrimonio, más bien, tendría que ser el resultado de una adecuada elección la cual estaría sustentada más que nada en compartir un propósito de vida en común, en sentirnos plenos y seguros con la persona que estamos, en tener la confianza de compartir nuestros sentimientos con esa persona, en saber que el otro verá por nuestro bienestar y que en consecuencia nosotros haremos lo mismo por convicción.
La vida en pareja no es sencilla, implica muchas cosas: ser tolerante, aceptarse a uno mismo, aceptar al otro siempre y cuando esto no implique ir en contra de nuestros sentimientos o de nuestra integridad, saber negociar y llegar a acuerdos, respetar compromisos y el espacio del otro.
En síntesis, la pareja pasa por varias etapas la primera cuando empiezan a tener fantasías de construir una vida juntos, las cuales se van aterrizando en la medida que fluye el noviazgo. La segunda cuando se empiezan a generar compromisos más formales como puede ser el casarse o irse a vivir juntos. La tercera cuando llegan los hijos, momento que me parece crucial y a la vez determinante.
Años más tarde con la partida de los mismos llega el llamado “nido vacío”, el cual me parece un segundo reto para la pareja en términos de una consolidación de la misma ya que implica el volverse a encontrar a uno mismo y rencontrarse con la pareja después de haber estado enfocados a la educación y formación de los hijos. A estas alturas y dependiendo de la edad en la que se encuentren es muy frecuente que haya rupturas, infidelidades, separaciones o divorcios.
Empero, cuando una relación se fue forjando a lo largo del tiempo, en donde ambos pudieron ir sorteando las distintas crisis y concretando proyectos de vida sin que fueran aplastados los derechos del otro muy probablemente ese rencuentro puede hacer que resurja la llama.
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