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Familia Homoparental.



Para comenzar este escrito, se me ocurrió definir lo que consideramos llamar una “familia homoparental”.

El término “Homo” es un prefijo de origen griego y quiere decir “lo mismo” o “igual”. Entonces, se considera familia homoparental aquella donde una pareja de hombres o mujeres se convierten en progenitores de uno o más niños para formar una familia.

Querer formar una familia es un deseo natural de todos los seres humanos. ¿Cómo puede ser posible esto si los miembros de la pareja son del mismo sexo? Puede darse a través de la adopción, de la maternidad subrogada (el alquiler de un vientre fuera de la pareja) o de la inseminación artificial, en el caso de algunas parejas lesbianas. También puede darse el caso, cuando uno de los miembros de estas parejas tiene hijos de forma natural-biológica, de una relación anterior.

Las nuevas configuraciones familiares cuestionan directamente la idea de que “sólo la unión de un hombre con una mujer constituía los elementos únicos y esenciales para engendrar un hijo”.

Los cambios en las formas de paternidad y de crianza de los hijos, así como el auge de las nuevas técnicas reproductivas, proponen nuevas organizaciones familiares como las homoparentales, monoparentales, recompuestas y las simultáneas.

No pocos psicólogos y psicoanalistas piensan que la maternidad o la paternidad puede ser dividida entre diferentes funciones; como por ejemplo la genética, la gestativa, la educativa, etc.

Si en la crianza estas funciones están bien ejercidas no debería dar como resultado necesario niños con problemas psicopatológicos. Los problemas frecuentes aparecen más en relación con el mal funcionamiento de la pareja: de su salud psíquica; del amor que se profesan, ya sea en parejas heterosexuales o en el caso que nos ocupa, en la pareja homoparental (dos varones, dos papás o dos mujeres, dos mamás).

Los conflictos también pueden surgir en el seno de la sociedad misma, quien rechaza de plano este tipo de familias y donde la homofobia está a la orden del día.

A mi consulta ha llegado una pareja homoparental bien avenida y casada legalmente. Ellos platearon un serio problema con su hijo de 7 años, quien cursaba el 2do grado en una escuela de su colonia: en una reunión de padres, donde concurrieron ambos miembros de la pareja, los padres de los otros niños le pidieron “amablemente” que retirara de la escuela a su hijo. Concretamente plantearon que la permanencia de este niño (totalmente normal física, emocional y cognitivamente,) “no era un buen ejemplo y un buen modelo para los otros niños”.

Por supuesto, después de largas discusiones, esta pareja tuvo que retirar al niño de la escuela con el consecuente daño afectivo del niño, quien se despidió con dolor de sus amiguitos.

Este caso no debe ser único y nos indica que todavía hace falta mucho esclarecimiento de estos temas y muchos otros dentro de nuestra sociedad. Debemos entender que la función paterna o materna no están sujetas al género de los padres o a su orientación sexual.

Un menor no necesita la presencia de un hombre o de una mujer. De hecho, hay investigaciones científicas (Asociación Estadounidense de Psiquiatría, California 2006) donde se sostiene que los niños criados por parejas homoparentales son tan aptos y capaces como los niños de los padres heterosexuales; demuestran que son niños y/o adolescentes psicológicamente sanos y bien adaptados a su medio, como cualquiera.

No hay un modo único de subjetivación y de SER persona. Para la constitución de un sujeto es esencial ser reconocido por el “otro”, en este caso sus padres… su familia. Desde el punto de vista de la constitución del psiquismo no existe ninguna evidencia para decir que un modelo de familia homoparental, es más, o menos patógena.

Elizabeth Roudinesco, psicoanalista francesa, publicó en primera plana de Liberatión, en octubre del 2012, que en el continente americano hay entre 6 y 14 millones de niños criados en familias homoparentales, mientras que en Europa esta situación se está convirtiendo también en un hecho social llamativo.

Hago mías las palabras de otra pensadora admirable: Joyce Mc Dougall, quien afirmó en su libro Las mil y una cara de Eros (ed, Paidos 1995):

"…Lo importante no es lo homoparental o lo heterosexual, sino la capacidad de ser padres, eso es lo que cuenta, la capacidad de amar al niño, de educarlo para que pueda devenir en un sujeto. Que este sujeto sea viviente, activo, dinámico, que ame la libertad y desarrolle libre su propia sexualidad…que sean homo o hetero no tiene ninguna importancia…”


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