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La apatía de los cuerpos



La sexualidad es un eje importante en la vida de pareja, y aunque su intensidad varía según las distintas etapas por las que atraviesan sus integrantes, el clima emocional de los cuerpos es el termómetro para comprender los grados de conexión que habita en la pareja.

Los altibajos emocionales son necesarios, se producen de manera espontánea en nuestras vidas, y si hemos elegido vivir en pareja, se producen toda una serie de situaciones que nos vemos obligados a sortear en nombre del amor.

Son frecuentes las consultas de parejas que viven juntas, pero no comparten, viven bajo el mismo techo, pero no en el mismo lecho, en las que prevalece el interés por defender los espacios de libertad individual. Y no quiero entrar en juicios de valor, cada pareja elige sus dinámicas de convivencia; lo que intento señalar es cuando triunfa el narcisismo, cuando prevalece lo individual sobre lo conjunto, cuando las parejas no dan lugar al encuentro porque carecen de espacios que alimenten el interés por compartir proyectos en común, cuando se desvanece el interés por estar con el otro y se reducen los periodos de escucha empática y de comprensión emocional.

La apatía en la pareja es entendida como la falta de interés, en su plano más íntimo se caracteriza por la baja o nula presencia de relaciones sexuales. En su lado más manifiesto se expresa en la pérdida de entusiasmo o escasa motivación al encuentro con el otro, la ausencia de contacto físico puede presentarse como una escena repetida donde habita la rutina, el aburrimiento, el agotamiento, donde el deseo es escabullirse del otro. Son parejas con miradas ajenas, distantes, donde un par de desconocidos se encuentran para encerrarse en su mundo personal. Aún desde el interior de sus casas, la mirada se ubica en el afuera.

¿Que estará sucediendo con estas parejas? ¿Se tratará de una crisis temporal o de una modalidad moderna de vincularse donde los cuerpos ya no se tocan? ¿Será que en tiempos de modernidad no hay tiempo para el encuentro íntimo? Donde queda la sensualidad, la erotización, las miradas, el calor de los cuerpos, ¿la vibración de los sentidos? ¿Se estarán produciendo otros códigos de hacer pareja?

Hace un par de días veía una campaña que promovía la toma de conciencia sobre el efecto de la era digital en el ejercicio de la paternidad, a los niños los llamaban los huérfanos digitales, por tener padres que están con sus hijos, pero conectados a un celular, niños demandando la presencia de sus padres por sentirse abandonados. Este mismo escenario se produce en las parejas, son aquellos adultos invisibilizados, que salen al cine, al restaurante, se toman selfies y al mismo tiempo están conectados al mundo globalizado y desconectado de sí mismos, ellos repiten los ideales modernos de felicidad, pero en lo profundo de sus vidas experimentan situaciones de desamparo y desconexión emocional.

¿Quizás sea el momento de replantear cómo estamos construyendo nuestros vínculos, a qué le damos prioridad? donde están puestas nuestras expectativas y cuál es la realidad que estamos creando en nuestras cotidianidades? Tal vez desde un campo de observación más amplio logremos vernos en relación con los otros, de construir esos egocentrismos y aportar al desarrollo de climas emocionales con mayor apertura a la sintonía de los cuerpos.


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