“El primer problema para hombres y mujeres, no es aprender, sino desaprender”
Gloria Steinem (1934)
La autoestima o cuánto me valoro, va más allá de una revolución interior o de una auto-declaración de amor. Es el aprecio por la vida; reconocer tu valor que se refleja en tus actos; en hacer oír tu voz en la familia y la sociedad, con capacidad para negociar y decidir; defender tus ideas y tu cuerpo. Es actuar de forma responsable con las personas de tu entorno. La autoestima implica reconocer obligaciones y ejercer derechos.
Lleva años recorrer el camino. La autovaloración se construye desde los primeros años de vida, a través de la interacción social. Es un valor aprendido que puedes desaprender. Si en la infancia te calificaron negativamente, tú puedes revertir estas etiquetas al empezar a tomar conciencia de tu valía. Esto no es rápido ni fácil, pero es posible y puedes lograrlo. Quizá sea necesario un tipo de apoyo profesional.
Es complejo examinar la autoestima pues tiene que ver con experiencias, ideas, conocimientos y dudas sobre tus méritos; ésta no es un valor aislado ni igual para todas las personas; se relaciona con: clase social, cultura, orientación sexual, etnia y género. Además, en tiempos de problemas sociales y personales, pensar la autoestima resulta difícil. No obstante, mejorar tu fortaleza interna repercute en el grupo familiar, en el equipo de trabajo y la solidaridad comunitaria.
Un ejemplo: por los roles patriarcales, a las mujeres se les socializa para dar prioridad a requerimientos ajenos antes que a los propios. Pensemos en el significado de “ser buena esposa, buena madre y buena ama de casa”: complacer y ser-para-otros.
O, por otro lado: si una persona pierde el empleo, por más talleres de autoestima que tome y le digan “cree en ti” - “enciende tu vida”, su situación no mejorará. En ese caso lo mejor sería conseguir otro empleo. No siempre es un acto de voluntad, por ello las técnicas de auto ayuda no surten el mismo efecto a toda la gente, porque se trata de personas únicas e irrepetibles, con situaciones, historias y motivaciones distintas. En este contexto, me atrevo a sugerir ciertas claves muy generales, que podrían apoyar en la autoestima. Propongo considerarlas y cada quien decide:
1. Jamás cuestiones tu valor básico como persona. 2. Pase lo que pase, sigue siendo en esencia, tú misma/mismo. 3. Felicítate por todo lo que haces bien. 4. Ni preocuparte por “el qué dirán”, ¿para qué? 5. Evita culparte cuando las cosas van mal. 6. No te compares con nadie. 7. Escribe tu lista de la felicidad (lo que te gustó de cada día y al menos un logro diario). 8. Date permiso de fallar, asume que puedes cometer 3 errores diarios (tú eliges el número). Imagina una situación terrible: es viernes, te urge cambiar un cheque, están cerrando el banco. Corres y te “cuelas”, estás adentro. Buscas el cheque y… no lo traes. Ni modo, es uno de tus errores de ese día. 9. No se vale insultarte, porque das permiso a otros para insultos mayores.
Acciones buenas para ti: 1. Date un regalito diario: un paseo, una ensalada, oír el gorjeo de los pájaros... 2. Realiza alguna actividad tan solo para disfrutarla: mirar las formas de las nubes, acariciar al gato o perro, dibujar, cantar... 3. Perdonarte por algo que hiciste en el pasado: “hoy decido perdonarme por…”.
4. Todos los días una acción buena para tu cerebro: aprenderte una canción, armar un rompecabezas… 5. Haz algo bueno para tu cuerpo: subirte a la báscula, usar las escaleras en lugar del elevador… 6. Contar con un grupo donde poder hablar sin consecuencias. Es verdad que la autoestima se vincula con tus temores, sueños y decisiones, pero los factores externos pueden ser determinantes. Es por ello que la autoestima va más allá de una revolución interior; porque se trata también de transformar al mundo con tu granito de arena ¿qué se te ocurre para poder cambiar?
Referencias: Nathaniel Branden (1983). El respeto hacia uno mismo. Paidós. México.
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