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La envidia: un foco rojo para trabajar en tu autoestima


La envidia es por definición un sentimiento en el cual existe dolor o desdicha por no poseer uno mismo lo que tiene el otro. Y es al mismo tiempo un sentimiento que va de la mano con otros como los celos, la rivalidad y la competencia.

Desde la perspectiva de Melanie Klein (Psicoanalista), son emociones que están presentes desde una etapa muy temprana en el desarrollo y éstas se pueden observar de manera clara con la llegada de un hermanito, ya que un evento como éste pone a prueba la seguridad que el niño tiene respecto al vínculo materno puesto que al ver que todas las atenciones se desvían hacia el bebé, el niño experimenta una sensación de inseguridad que lo lleva a sentirse enojado, celoso, y envidioso.

Es de llamar la atención que cuando los padres u otros adultos que cuidan al niño observan que el niño no quiere a su hermanito lo repriman y le digan: “es tu hermanito, lo debes de querer”, aquí el aprendizaje que se pone en juego es el de que emociones que “socialmente” no son “aceptadas” se deben de reprimir y ahí está una falla medular porque lo ideal sería que se validaran y reconocieran esas emociones en el niño, explicándole que es normal que se sienta así y quizá cuando el caso así lo amerite poner límites como por ejemplo, cuando el niño le pega o le quiere pegar a su hermanito.

Otra manera de contener esas emociones es incluir al niño cuando la madre está atendiendo al bebé, ya que esto amortigua y minimiza el sentimiento de exclusión. Hacer un ejercicio como este dará la pauta para que en relaciones o vínculos posteriores el niño tenga la posibilidad de hacer un manejo diferente de estos sentimientos.

Para comprenderlo mejor plantearé lo siguiente y te pregunto a ti lector: ¿Cuál es la emoción más frecuente que aparece frente a una situación de conflicto? ¿Estarás de acuerdo conmigo que es el ENOJO verdad? Y cuando estamos enojados normalmente levantamos la voz, nos ponemos a la defensiva, algunas personas insultan, amenazan y tratan de imponerse a la persona en cuestión. La siguiente pregunta sería ¿Por qué hacer todo esto en lugar de dialogar o negociar? Pues por la simple y sencilla razón de que el enojo es una forma de compensar aspectos inconscientes que de salir a la luz nos pondrían al descubierto y lo que quedaría es en primera instancia un estado de vulnerabilidad que devela otro tipo de sentimientos o emociones que se rechazan (como nos enseñaron desde pequeños) y que son intolerables por lo que representan. Y entre ellas se encuentra la ENVIDIA.

En la pareja muchas veces no se ve claramente el porqué de una discusión o una situación que viene causando conflicto y generando tensión en la relación. Por ejemplo, una paciente que tuve tenía frecuentes discusiones con esposo porque le dedicaba mucho tiempo al trabajo y sus llegadas a casa eran muy tarde producto de juntas o viajes de trabajo. A simple vista cualquiera pensaría que el reclamo es justo y que él debía ser más considerado en cuanto al tiempo que habría que dedicarle a su familia y en este caso en especial a su pareja. Empero, al ir profundizando en el tema mi paciente fue descubriendo que en el fondo ella se sentía muy enojada con él porque lo veía triunfar y escalar en su carrera profesional y ella por su cuenta se sentía estancada porque no había logrado un crecimiento en su trabajo.

Todas las personas estamos en “falta”, es decir, nos sentimos incompletos y eso nos convierte en sujetos deseantes. Desde ahí es que todo el tiempo estamos buscando eso que nos falta y que nos haría sentir completos y acto seguido nos permitiría alcanzar la felicidad. Y… ¿Qué nos falta? Una maestría, un ascenso, un coche, una casa, viajar, tener una PAREJA, hijos, etc.

Cuando nos enamoramos dejamos de pelear con los aspectos de nuestra personalidad que más rechazamos por dos razones, una porque sale nuestro lado más lindo y agradable y dos, porque nuestra pareja sólo ve nuestro mejor lado y lo adula, lo halaga y nos hace sentir especiales y es ahí donde creemos que encontramos a esa persona que nos completa en la esfera sentimental. No obstante, lo anterior, cuando termina este periodo y ambos empezamos a vernos como en realidad somos y dejamos de admirar a ese ser idealizado es cuando la admiración se puede convertir en envidia al ver que el otro tiene o posee cosas que yo no tengo.

Sentir envidia por tu pareja no es en sí mismo algo malo o feo de tu personalidad, es una oportunidad de crecimiento y antes que vivirlo justo como algo negativo es importante asumirlo, reconocerlo para poder trabajarlo y el resultado será que tu autoestima sea más sólida. Recuerda que la autoestima más allá de su implicación (que tanto te quieres a ti mismo) tiene dos componentes: competencia y merecimiento. El primero es esa agresividad natural que te lleva a luchar por las cosas que quieres y esa convicción de sentirte capaz y competente de lograr todo lo que te propones. El segundo es el más obvio pero el menos trabajado o mejor dicho introyectado, porque tiene que ver con la certeza de saber que por el “simple” hecho de ser “persona” tienes un valor muy grande y desde ahí tienes el derecho de ser tratado con amor, con respeto y dignidad.

Cuando alguno de estos dos no está fortalecido es muy fácil que sentimientos como la envidia afloren y se filtren veladamente en tus relaciones con los otros y en el caso del vínculo sentimental lleven a tu relación al punto de quiebre si no logras descubrir a tiempo el verdadero trasfondo de algunos conflictos que tienes con tu pareja.

A manera de conclusión te puedo decir lo siguiente: nos enseñaron que frente a nuestros errores somos culpables y la culpa genera sentimientos negativos que nos llevan a reprocharnos, a perseguirnos, castigarnos y por ende a no aceptarnos al cien. Hoy podrías aprender que frente a un error eres responsable más no culpable y al asumirte responsable de un error tienes la posibilidad de REPARAR, luego entonces no será lo mismo decir: “cometí X error y soy culpable de ello, por lo tanto, soy una mala persona” VS “cometí X error, lo puedo reparar y eso no me hace una mala persona”.


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