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La traición: ¿pero es solo el traicionado el que sufre?



De acuerdo al Diccionario Durvan de la Lengua Española la traición es un delito cometido quebrantando la fidelidad debida. Faltar a la lealtad con engaño. Psicoanalíticamente implica una situación no auténtica de la persona frente a sus personajes internos y frente a sus objetos, impidiendo todo contacto real del primero con los últimos.

Proviene de la incapacidad del Yo para superar una vivencia de desilusión con el objeto primario.

Trataremos de entender la comprensión psicodinámica y tratamiento de las personas que delinquen o traicionan, lo que implica conocer las motivaciones conscientes e inconscientes de esta conducta. No es justificar la traición sino por el contrario, ayudar a que la persona reconozca la responsabilidad de su conducta para la perpetración de futuras agresiones.

¿Pero qué factores influyen, desde el punto de vista psicoanalítico, para provocar el surgimiento de una persona traicionera? De acuerdo con el supuesto ampliamente aceptado, basado en la teoría dual de las pulsiones de vida o muerte, se plantea que la traición es un derivado de un impulso agresivo primario, y es necesaria una apropiada propuesta apoyada en la investigación y observación del desarrollo infantil.

La experiencia del niño con el pecho puede ser una experiencia de satisfacción en la cual el alimento y el calor de la madre son oportunos y suficientes para satisfacer la demanda del niño. O puede ser una experiencia de insatisfacción que origina la aparición del dolor psíquico y el displacer en el niño. En este último caso, el objeto es considerado amenazante, peligroso y malvado, ya que el objeto tendría todo aquello que el niño necesita para aliviar su dolor y entrar en bienestar.

La propuesta psicoanalítica plantea que desde el punto de vista de la fantasía inconsciente esta respuesta va acompañada de fantasías de ataque al objeto. Estas fantasías de ataque son fantasías de destrucción al objeto y es tan importante para la vida psíquica que esta fantasía pasa a ser uno de los puntos del origen de la violencia y de la destructividad humana (traición). Toda vez que el sujeto en su vida futura se encuentre en una situación similar básica de frustración y envidia, tiende a producir conductas o fantasías de violencia y destrucción (traición). En la medida en que sus experiencias tempranas le permitieron un balance entre las experiencias de satisfacción y frustración, el sujeto tendrá la posibilidad de tolerar la frustración sin recurrir a la violencia.

El predominio y la excesiva experiencia de frustración de la demanda provocarán una intolerancia progresiva a la frustración. Así como el sadismo humano puede aparecer vinculado con la destructividad (traición) que se origina básicamente de la frustración de la demanda. La pregunta es si esta destructividad humana, originada en la frustración de la demanda es capaz de provocar violencia tan intensa que lleve a la traición. La agresividad refiere a una conducta o una tendencia del sujeto que tiene como propósito defender su integridad personal, su vida, su propiedad, su patrimonio y sus valores e ideales.

En sus escenarios de traición las personas se mantienen en el pasado e imaginan venganzas en el futuro. Episodios recientes que generan dolor, decepción, envidia, vergüenza, turbación, humillación, y culpa, son absorbidos dentro del escenario. Entonces se ve a la traición como un afecto primitivo que desemboca en la negación primitiva y la anulación de funciones cognitivas. El terapeuta debe ayudar al paciente a que tome conciencia de la intensidad del placer derivado de la traición dentro de la transferencia. A medida que el paciente reconoce su sadismo se sentirá culpable por el reconocimiento de que su ataque se ejerce sobre un objeto útil y potencialmente bueno.

El paciente podría entonces hacer realidad la esperanza inconsciente de que, atacando a la madre/terapeuta mala/o, una madre buena emergerá y calmará la situación.

El paciente se da cuenta de que su ataque interfiere la gratificación de sus necesidades profundas.

Para poder prevenir todo lo anterior hacemos las siguientes sugerencias:

• Impartir educación que favorezca la toma de consciencia de las madres, en relación a la importancia de la crianza en los primeros mil días de nacido el bebé. Es importante que la madre entienda que su relación con el bebé es fundamental para la correcta formación de la mente de su bebé. • Este vínculo con el bebé requiere de la presencia afectiva de la madre, quien debe saber, que además de ofrecer la buena alimentación (el pecho), también debe de ofrecer la capacidad para recibir en su mente todo el malestar que le expresa su bebé. Que el bebé sienta que no está solo cuando llora. Recibir el llanto, entenderlo. • Hay que ofrecerle amor y protección. Hablarle, cantarle, atenderlo. Es muy necesario para el desarrollo de la mente. • La presencia del padre es también fundamental para la salud mental futura. La relación del niño pequeño que ya camina con su padre es salvadora.

La traición va acompañada de mucho dolor. Alguien en quien tú confiabas te hace una mala jugada ya sea en el amor, en el trabajo, es un mal sabor de boca que te deja esta situación. Ya no puedes confiar ciegamente en esa persona, se rompe todo.


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