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Lo mejor de la familia.


Muchas veces el instinto de sobrevivencia nos empuja a ser egoístas, defender nuestras posesiones, conservar la monogamia, así como identificar y proteger nuestra descendencia.

Todo se resume a un simple “mantenerse con vida” y trascender como individuos y como especie. Nuestra jactancia por considerarnos racionales y separados de todo nuestro ámbito natural y básico, nos hace tratar de justificarnos y organizarnos con “X” o “Y” teoría rebuscada o complejo análisis de juicios, los cuales se vuelven cada vez más elaborados y alejados de nuestros orígenes.

Lo cierto es: si no queremos llegar a convertirnos en unos auténticos autómatas estimulados artificialmente, debemos seguirnos preocupando por alimentar nuestros espíritus, nuestros principios, nuestros valores… en mucho, las características fundamentales que nos han distanciado de las bestias.

El sentimiento de pertenencia, de aceptación y sobre todo de certeza es lo que nos hace reunirnos y agruparnos; además, en el caso de los infantes, ocuparnos de su cuidado y protección, así como el garantizarles su sobrevivencia, a través de la transmisión de experiencias.

Lo más importante en el ser humano ha sido esta transmisión del conocimiento, enriqueciendo a las nuevas generaciones con un sin fin de experiencia compilada en libros, museos, escuela, pero sobre todo, en la micro sociedad llamada Familia, donde además los niños y jóvenes aprenden sobre las reglas básicas que garantizaran su convivencia social, su comportamiento y la diferencia de lo que se debe y no se debe hacer; las buenas costumbres, la decencia y sobre todo el respeto y tolerancia hacia los demás. Procurándose con todo esto, que se respeten los derechos de todos, dando mayor certeza a nuestra convivencia y existencia.

Dígase como se diga, llámese como se llame, el principio fundamental por el cual deben estar organizadas las familias debe tener como eje central el formar individuos que contribuyan a la sociedad humana, a su preservación y garanticen el respeto mínimo a la vida, la estabilidad y la buena convivencia. En cualquier sociedad, la familia representa la célula básica, el organismo fundamental dentro de la estructura humana… si esta célula se destruye o se corrompe, de la misma manera impactará en el ambiente social y en el rumbo que toda la población tome o a donde se encamine.

Las nuevas formas de organización familiar, a las cuales se ha visto forzado el hombre, resultado del enorme crecimiento demográfico, el estrés social, el desarrollo tecnológico y la organización económica, han presentado infinidad de variantes que no sabríamos con precisión si podrán llegar a cumplir con su propósito de origen.

Hoy en día vemos infinidad de tipos de familias: con un solo responsable de su mantenimiento, con una misma preferencia sexual y otras con dos responsables heterosexuales, pero con enormes problemas de violencia.

La cuestión es: ¿qué forma de organización familiar nos dará más esperanzas de subsistir en el contexto social?

Las respuestas las vamos obteniendo en la medida que pasa el tiempo y podemos evaluar si tenemos mayor o menor estabilidad como sociedad.


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