Al margen de las creencias morales y/o religiosas que cada persona practica; la realidad en gran parte del mundo, nos muestra una importante diversidad de formas de unión entre dos personas, que no solo han roto paradigmas sociales, sino que han forzado a no pocos Estados o bien a Gobiernos Estatales o Regionales, como lo es el caso del Distrito Federal en México, a que articulen una serie de transformaciones jurídicas que tutelen y den un marco jurídico a la unión de personas, ya no solo heterosexuales, sino también del mismo sexo.
Lo interesante del caso mexicano, radica en que es en la misma capital de un país al que se le ha tachado y se le conoce como un país machista. Así que surge la gran pregunta: ¿Que ha sucedido socio-culturalmente para que se hayan dado estas transformaciones sociales?
Estos cambios tienen literalmente ¡de cabeza! a gran parte de la jerarquía de Iglesia Católica y también de otras iglesias, quienes se oponen firmemente a estas transformaciones y reconocimientos. La población de México, es su mayoría (un 70%) católica y en general el país, representa uno de los bastiones de feligreses más importantes para el Estado-Vaticano, que sigue siendo gobernado por una cúpula, bastante ortodoxa y conservadora. Recordemos que el ahora Beato Juan Pablo II y el actual Papa, Benedicto XVI, nunca se caracterizaron por su apertura a estos temas e inclusive Juan Pablo II, era muy crítico de teorías religiosas, como la “Teología de la Liberación”, de moda en los años 60´s, 70´s y 80´s. Otro dato no menos importante lo es el hecho de que nuestro país, lleva ya más de una década de ser gobernado a nivel federal por el PAN (Partido Acción Nacional) de tendencias más bien conservadoras y que ha buscado la reivindicación inclusive mediante la beatificación y canonización de mártires de la Guerra Cristera que tuvo sus escenarios en los años 20´s y 30´s del siglo XX y cuyas líneas nos muestran un instituto político conservador y que difícilmente hubiese abanderado estas nuevas causas, como la de avalar matrimonios entre personas del mismo sexo.
Una parte importante en las explicaciones a estas transformaciones socio-culturales que experimenta la sociedad mexicana, se deben a que nuestra cultura ha sabido retomar algunos hechos sociales; como lo han sido desde 1985 los Terremotos en la Ciudad de México que generaron una naciente sociedad civil; los eventos de la UNAM en 1986-87 y en 1999, que con sus movimientos estudiantiles cimbraron el sistema político y estructural de México. En 1988, la creación del Frente Cardenista y proceso electoral de ese año, que irrumpe en la creación del PRD, partido político que ha sido con el tiempo el que ha avalado los cambios legales que han permitido el matrimonio entre personas del mismo sexo. El levantamiento del EZLN en 1994, que deriva de sus propuestas una serie de derechos e igualdades como nunca de los derechos de las mujeres indígenas, género, de la cultura, etc., y que dan pie a nuevas discusiones sobre los modelos tradicionales de convivencia en amplios sectores sociales y de intelectuales del país.
La fractura política de los años 1994 y 1995, que generó una crisis enorme, con las consecuentes nuevas realidades de la familia mexicana que había roto los estereotipos tradicionales y en los que se empezaba a imponer el “Matrimonio de la Maquila”. Ahora la mujer era mamá y papá, al tiempo que sus horarios en las maquilas, desbordaban los modelos tradicionales y esto modificó, manifestaciones tradicionales de relaciones entre personas tanto heterosexuales, como del mismo sexo y ambos modelos de unión, tuvieron que modificar sus hábitos, para salir avante en lo económico y así, debieron de experimentar nuevas formas que les permitieran relacionarse en sus entornos y contextos sociales con mayor éxito.
A todo lo anterior y sí, como antecedentes más remotos, pero en la Ciudad de México, los gobiernos del PRD retoman como bandera de justificación ideológica, gran parte la discusión y agendas de los movimientos hippies de los años 60´s y 70´s, aunado a que se retoman controversias de género que ya habían vuelto a actualizar (como se comentó) por el EZLN, inspiradas de las ideas provenientes de aquella década de los 70´s sobre la igualdad de la mujer, las pastillas anticonceptivas.
También el proceso electoral del 2000 con la alternancia del PAN y de Fox en la Presidencia y los importantes acontecimientos ocurridos entre el 2003 y 2006, con el desafuero de López Obrador y el controvertido proceso electoral del 2006.
Tras ese proceso electoral en el que el IFE, una Institución hasta entonces avalada por todos los mexicanos, queda desarticulada y con una credibilidad a la baja y además, el aumento de la violencia a grados nunca vistos desde el termino de las Guerras de Revolución y Cristera; genera una serie de “procesos de resistencia” en las diversas comunidades lésbico-gay de México y sus consecuentes luchas; encuentran eco al lograr la transformación y reconocimiento legal de sus causas.
Se podrían analizar varios tipos de matrimonios, propios de culturas de medio oriente y lejano oriente, así como en África y Oceanía, pero por el momento creemos importantes centrarnos en la realidad mexicana. En México en la práctica, se ven matrimonios tan interesantes y diversos, como los que se tiene entre algunas minorías étnicas y de estas las más llamativas lo son sin duda los Menonitas y los mormones. Aquí se mencionan a los Lebarones (viven en Chihuahua, o el área de Casas Grandes) que se puede casar un hombre hasta con 7 mujeres, que aceptan la poligamia sin ningún enfado e inclusive al quedar por ejemplo, una cuñada viuda, esta es incorporada al matrimonio del hermano de su otrora esposo y así todo queda “en familia” y los hijos y bienes materiales acumulados y producidos en esa unión, no tienen el peligro de dispersarse fuera del conglomerado familiar nuclear, garantizándose por tanto la adecuada reproducción de esa cultura.
Tenemos por tanto en México, valiosos ejemplos de diversidad en la conformación del modelo de matrimonio tradicional y asumimos que existen y conviven en nuestro país, “la poligamia” y el “matrimonio entre personas del mismo sexo”, como formas de convivencias sociales aceptadas y ya avaladas, por la mayoría de la sociedad, que en este caso se denota en la población joven y adulta-joven una tolerancia a estas nuevas formas de expresión social.
No tenemos conocimiento exacto de que exista la poliandria, no al menos como algo aceptado; sin embargo, es conocido que, en algunas regiones del suroeste mexicano, existe la costumbre de que una mujer casada tenga en la práctica varios amantes por lo general muy jóvenes que son conocidos y socialmente aceptados.
El matrimonio en México, ha sufrido transformaciones, pero nunca como ha sucedido en los últimos 5 años y esta tendencia de cambio e innovaciones, irán en aumento; pues si bien, las comunidades lésbico-gay, tuvieron en el gobierno de Marcelo Ebrad, Gobernador del Distrito Federal, a su gran aliado y que sus peticiones llegasen a buen término, se debió también, en gran medida a la apertura de este gobernante; también es de hacerse notar que fue la presión social de estos grupos lo que dio lugar a estas transformaciones, que se repite impactaron “el marco jurídico local” en materia civil; a grado tal, en el que los Poderes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Ejecutivo Federal, no pudieron evitar estos cambios.
La transformación del modelo tradicional del matrimonio; ha avanzado tan rápido que ya se habla de adopciones por parejas del mismo sexo. Esto consecuentemente, ha desencadenado una nueva polémica en la que cada sector social, político y religioso, defienden sus ideas y conceptos; en lo que es sin duda un asunto de mucha importancia y en la que todos estos actores deben ser atendidos con gran “Visión de Estado”.
La variación de los matrimonios en México del modelo tradicional, a nuevos escenarios, respetando las posturas de cada persona, deben ser analizados bajo marcos de respeto, que busquen los pisos jurídicos como sustento a estas nuevas realidades sociales que, al margen de su aceptación moral o religiosa, si deben ser reguladas con total eficacia por el Estado Mexicano.
Seguir generando aceptación y respeto hacia estas realidades de nuestra composición pluricultural, nos ayudará cada vez en la mejor comprensión de nuestra historia y aunque no se pueda estar de acuerdo y discrepar de estas modalidades del matrimonio, si evitar manifestaciones de racismo que nos dañen y puedan aumentar la violencia. Por tanto, aceptar que México, es ya un país con diversos tipos y manifestaciones de Matrimonios, es vital para crecer como sociedad en todos los rubros.
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