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¿Perdonar o aceptar? Esa es la cuestión.



El apego es la manifestación más primaria del amor carnal.


El primer amor, nuestra madre, es un amor que está basado principalmente en el contacto físico, el acompañamiento verbal y visual con nuestras madres es el despertar erótico que nos hace humanos. Es un amor de apego, de llenar un vacío que es la necesidad, hasta que te desprendes del estado nirvánico del matroambiente, nunca antes experimentado.

Las ofensas frecuentes de las parejas sentimentales son: no ser la o el único en la vida del otro; la vida con la libertad acompañada que es propio del adulto maduro; el abandono de las ilusiones infantilizadas convertidas en clichés…

El perdón tiene que ver con la aceptación de la realidad del otro, y la falta de una fusión simbiótica que se mantiene a lo largo de los años, porque se cree que estar siempre con la persona es lo ideal.

El amor maduro es mental, pues en los albores de la infancia, el individuo puede introyectar lo que representaba el contacto físico, el espejeo, la caricia sensual, las palabras afectivas del bienestar de ese ser incipientemente persona.

Cuando el bebé logra entender rudimentariamente que su madre es separada de él, que el pecho no es de él, siente algo parecido al perdón…acepta la realidad práctica y aprende a amar sin exigir.

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