¿Existe esto de “la guerra de los sexos”? ¿Qué es lo que se pone en juego cuando una pareja se establece, y necesitan entrar en conflicto para conocerse? No siempre el conflicto es algo negativo, depende mucho de cómo se expresa, el tiempo que dura, quiénes son los involucrados y a quiénes se pretende involucrar, así como el modo en que se busque resolverlo, ya sea parcial o totalmente.
Si bien pareja es sinónimo de conflicto, valdría la pena pensar que hay muchas maneras de expresar las dificultades y las diferencias que siempre hay entre las personas.
Cada persona es única y diferente, y eso es lo que las hace atractivas. Quizá esto sea una propuesta para la alegría humana y así marcar los espacios reales e imaginarios de cada quién con sus diferencias sexuales y eróticas que los hacen complementarios. Porque en cada uno de nosotros tenemos una conjunción de características tanto femeninas como masculinas, es decir que somos una conjunción única que no tiene mucho que ver con las características corporales sino con las psíquicas.
Puede haber una mujer que sea dulce y tierna, y puede haber otra ruda y brava o mandona y controladora, con una personalidad que más bien se esperaría en los hombres. Así mismo puede haber un hombre que sea más dedicado a su hogar, que le guste la cocina y decida resolver sus conflictos llorando.
No hay ningún problema en que cada quién sea como es, la dificultad podría estar en no cubrir las expectativas que se esperan de ser hombre o de ser mujer para la pareja elegida. Y esto no resulta fácil de descubrir, pues se va conociendo al otro poco a poco, hasta que se está cerca, muy cerca, cuando ya se han establecido como esposos o familia.
¿Qué sucede si hay mucha diferencia entre lo que se esperaba de alguien y lo que verdaderamente se es? ¿Cómo se maneja la frustración y la caída de los ideales?
En la guerra de los sexos las reglas no son muy claras y una forma de evasión, venganza o autoafirmación podría estar en la búsqueda de la pareja ideal, de aquel imaginario de los cuentos de hadas que nos lleva a pensar que los príncipes y las princesas están en el siglo XXI.
Lo que ahora sabemos es que son ideas falsas. Los cuentos infantiles siempre nos dejan huellas que nos llevan a descubrir que muchas veces la realidad es dolorosa por ser muy distante a lo esperado, así que aceptar a las personas como son es importante en la adaptación que todos tenemos que atravesar para estar bien con lo que podemos ser, y no con lo que no podemos ser.
Una salida que podría parecer fácil para mitigar estos dolores, sería tomar el camino de lainfidelidad, es decir, elegir a otra persona para ver si puede ser el príncipe o la princesa que se nos había prometido, y sentirnos menos frustrados para evidenciar que las historias infantiles podrían seguir siendo válidas.
Esto de la guerra de poder entre los sexos, que bien puede ser un aliciente para competir productivamente también nos puede llevar a decisiones improductivas, y hasta destructivas.
Mientras redactaba este artículo estaba sentada frente a un niño de 8 años, que me veía escribir y me preguntó “¿qué escribes?”. Le contesté que algo sobre hombres y mujeres y entonces me cantó esta canción que quiero compartir con ustedes:
¿Existe esto de “la guerra de los sexos”? ¿Qué es lo que se pone en juego cuando una pareja se establece, y necesitan entrar en conflicto para conocerse? No siempre el conflicto es algo negativo, depende mucho de cómo se expresa, el tiempo que dura, quiénes son los involucrados y a quiénes se pretende involucrar, así como el modo en que se busque resolverlo, ya sea parcial o totalmente.
Si bien pareja es sinónimo de conflicto, valdría la pena pensar que hay muchas maneras de expresar las dificultades y las diferencias que siempre hay entre las personas.
Cada persona es única y diferente, y eso es lo que las hace atractivas. Quizá esto sea una propuesta para la alegría humana y así marcar los espacios reales e imaginarios de cada quién con sus diferencias sexuales y eróticas que los hacen complementarios. Porque en cada uno de nosotros tenemos una conjunción de características tanto femeninas como masculinas, es decir que somos una conjunción única que no tiene mucho que ver con las características corporales sino con las psíquicas.
Puede haber una mujer que sea dulce y tierna, y puede haber otra ruda y brava o mandona y controladora, con una personalidad que más bien se esperaría en los hombres. Así mismo puede haber un hombre que sea más dedicado a su hogar, que le guste la cocina y decida resolver sus conflictos llorando.
No hay ningún problema en que cada quién sea como es, la dificultad podría estar en no cubrir las expectativas que se esperan de ser hombre o de ser mujer para la pareja elegida. Y esto no resulta fácil de descubrir, pues se va conociendo al otro poco a poco, hasta que se está cerca, muy cerca, cuando ya se han establecido como esposos o familia.
¿Qué sucede si hay mucha diferencia entre lo que se esperaba de alguien y lo que verdaderamente se es? ¿Cómo se maneja la frustración y la caída de los ideales?
En la guerra de los sexos las reglas no son muy claras y una forma de evasión, venganza o autoafirmación podría estar en la búsqueda de la pareja ideal, de aquel imaginario de los cuentos de hadas que nos lleva a pensar que los príncipes y las princesas están en el siglo XXI.
Lo que ahora sabemos es que son ideas falsas. Los cuentos infantiles siempre nos dejan huellas que nos llevan a descubrir que muchas veces la realidad es dolorosa por ser muy distante a lo esperado, así que aceptar a las personas como son es importante en la adaptación que todos tenemos que atravesar para estar bien con lo que podemos ser, y no con lo que no podemos ser.
Una salida que podría parecer fácil para mitigar estos dolores, sería tomar el camino de la infidelidad, es decir, elegir a otra persona para ver si puede ser el príncipe o la princesa que se nos había prometido, y sentirnos menos frustrados para evidenciar que las historias infantiles podrían seguir siendo válidas.
Esto de la guerra de poder entre los sexos, que bien puede ser un aliciente para competir productivamente también nos puede llevar a decisiones improductivas, y hasta destructivas.
Mientras redactaba este artículo estaba sentada frente a un niño de 8 años, que me veía escribir y me preguntó “¿qué escribes?”. Le contesté que algo sobre hombres y mujeres y entonces me cantó esta canción que quiero compartir con ustedes:
"Uno uno uno los niños al basurero
Dos dos dos las niñas al campeonato
Tres tres tres el mundo al revés
Entonces los niños al campeonato y las niñas al basurero..."
¿Qué les parece?
*Las opiniones contenidas en este artículo son responsabilidad del autor.
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