Al nacer traemos impulsos innatos y naturales de amor y cuidado, así como de odio y agresión, no se trata de cuestiones de juicios de bien y mal, de bebés buenos y bebés malos, son energías que nacen del instinto.
Estos impulsos se van regulando a partir del tipo de cuidado, atención y comunicación que brindan los padres o cuidadores inmediatos, esta relación entre los padres o cuidadores con el bebé se le conoce como vínculo afectivo o apego. Del tipo de vínculo que establezcan con el bebé dependerá el tipo de relaciones que establezca el niño con su entorno fuera de su ambiente familiar o inmediato. El vínculo es uno de los factores más importantes, significativos y de impacto en el desarrollo del niño. Si bien se cree que una parte de la personalidad es propia de forma natural, otra gran parte se desarrolla a partir de los aprendizajes que se obtienen de la experiencia y del mundo. Entonces ¿Qué pasa con los niños agresivos?
Empecemos definiendo qué es la agresión. Podemos definir agresión como la acción física o verbal que se ejerce hacia una persona, animal u objeto, con el fin de lastimar o causar daño. Sin embargo, en niños, la agresión podría entenderse también como una forma de expresión o manifestación de necesidades. Dependiendo de la edad, algunas conductas agresivas como llantos excesivos, patadas, golpes, mordidas, gritos, empujones, arañazos o pellizcos, entran en conductas esperadas dentro de la etapa de desarrollo. Durante los primeros años de vida los bebés y niños pequeños están enfocados únicamente en ellos, lo que quieren o necesitan. No existe todavía un regulador mental interno que le permita saber que su existencia no es única, no alcanzan a ver más allá de sus escenarios inmediatos y creen que ellos son el centro del mundo. Por lo tanto al ir creciendo y al enfrentarse con la realidad de la vida donde no todo es dormir, comer, que todos te carguen, arrullen y hablen bonito todo el tiempo puede generar frustración y molestia en la transición entre dejar de ser bebé y convertirse en niño y ¿quién no estaría molesto? En esta etapa los niños tienen la oportunidad de empezar a regular sus instintos y sus reacciones ante la frustración, pues es la frustración una de las principales causas de agresividad y es entonces donde la participación de papá y mamá o los cuidadores tiene un papel importante en la regulación e intervención de conductas agresivas.
Existe una explicación biológica sobre las causas de la agresión, que habla de un comportamiento de sobrevivencia, equilibrio, evolución e instinto por mantener la especie. Desde esta postura la agresividad es una conducta de adaptación que compartimos con los animales. De igual forma, desde el lado biológico, pueden influir aspectos de tipo hormonal, funciones cerebrales, mala nutrición o problemas de salud específicos. Otra teoría dice que la agresión es algo con lo que se nace, que es un impulso interno innato y una revelación inconsciente que se expresa de una forma u otra, incluso en la destrucción y agresión a uno mismo. Estas dos explicaciones hablan de la agresión como una manifestación independiente del medio externo.
Por otro lado, alguna vez en una fiesta infantil vi que en medio de un juego entre niños, uno de ellos le pegaba a otro porque el otro no hizo lo que quería el primero. El niño golpeado empezó a llorar llamando la atención de las personas en la fiesta, entre ellas la mamá del niño que había pegado. Con movimientos bruscos la mamá se llevó a su hijo a un lugar que le pareció apartado, pero que en realidad estaba a la vista de todos los invitados, que con cierta expectativa algunos mantuvieron la atención en la escena. La mamá empezó a pegarle al niño como consecuencia de haber pegado. Asimismo, pasa cuando los papás les gritan a los niños para que dejen de gritar ¿Qué mensaje se les transmite a los niños con estas respuestas agresivas ante sus agresiones?
Se dice también se la agresividad es una conducta aprendida socioculturalmente y que las enseñanzas del entorno pueden fomentarla. Bajo cualquier postura me parece muy importante recalcar la importancia del entorno en el reforzamiento y motivación de las conductas en los niños, pues independientemente de las causas, la respuesta del entorno ante la agresividad determina en gran medida que la agresividad se mantenga o se elimine. La agresividad es como cualquier otra conducta que aparece en los niños y en las personas y se puede modificar.
Incluso aunque la conducta agresiva sea algo esperado en cierta etapa del desarrollo, es una conducta que es importante atender en el momento que aparece y de forma eficaz. Agresividad con agresividad no se combate, se refuerza.
Para evaluar por qué un niño es agresivo, es fundamental saber los antecedentes y las consecuencias de su conducta agresiva: ¿En qué situaciones o circunstancias se pone agresivo? ¿Cuándo empezó a ser agresivo? y ¿Qué gana o logra cuando es agresivo? En muchos casos la conducta agresiva es aun medio que funciona para comunicar y obtener atención. Una vez que se identifican las condiciones y las ganancias es más probable que se logre saber desde dónde, cómo y para qué es agresivo un niño.
Retomando la frustración como un factor determinante en la aparición de la agresividad en niños, la falta de habilidades y herramientas de afrontamiento ante la frustración es la pieza clave para evitar la agresión. Antes de agredir se puede hablar. Desde la forma en la que los niños responden ante la frustración es posible ver la forma en la que los niños entienden la disciplina y los límites, ambos aspectos relevantes en la educación de los niños. Una de las funciones principales de los padres y cuidadores es enseñar sobre el autocontrol.
Algunas recomendaciones ante la conducta agresiva:
• Crea alianzas con los cuidadores cercanos de tu pequeño para que todos respondan de la misma manera cuando tu hijo tenga una conducta agresiva. De este modo irás moldeando un patrón de comportamiento que eventualmente reconocerá como algo predecible.
• La disciplina con constancia y congruencia tiene mejores resultados que los castigos inmediatos. Los límites claros le darán seguridad a tu pequeño para que sepa qué hacer, hasta dónde puede llegar y qué pasa si no lo hace.
• Fomenta en tu hijo la auto-reflexión, dependiendo de la edad, es importante enseñarle a tu pequeño a hacerse consciente de sus actos y de la responsabilidad y control que tiene sobre ellos. Enséñale sobre la capacidad que tiene de decidir qué hacer y cómo actuar bajo cualquier circunstancia.
• Atiende de manera inmediata las conductas de tu hijo, las positivas y las negativas; ambas son igual de trascendentes en el desarrollo de comportamiento.
• Identifica y refuerza las conductas efectivas y haz notar las consecuencias positivas de su comportamiento.
• Enséñale a identificar lo que siente y dale tiempo para que aprenda a auto-regularse. Las emociones tienen una función reguladora y la agresión parte de una emoción que tiene un objetivo.
• Generen en equipo y con anticipación alternativas de solución ante posibles circunstancias que ya han identificado que generan la agresión, para que cuando ocurra tu pequeño tenga otras opciones de comportamiento.
• Fomenta la comunicación abierta y evita los sermones. A veces los papás creen que platican con sus hijos cuando en realidad sólo descargan sus necesidades y expectativas y no escuchan las necesidades de sus pequeños. Permite que tu hijo te hable sobre lo que siente y piensa, a veces eso que no se dice es lo que sale en forma de agresión.
• Si la agresión va acompañada de una sobrecarga de energía constante en tu pequeño, proporciónale la oportunidad de realizar actividades físicas como correr, brincar, jugar a la pelota, dar marometas, jugar libre en el piso, practicar algún deporte. Quizá la agresión sólo es energía acumulada.
• Antes de actuar respira y tómate tu tiempo para evaluar tu forma de actuar ante la conducta agresiva de tu hijo. Si tu hijo te ve calmado transmites la sensación de control de la situación. Enseña con el ejemplo.
• Pide ayuda si es necesario. A veces la disciplina activa de los padres no basta. Tú eres el mejor experto en conocer a tu hijo, si detectas que la agresión es un factor importante y de gravedad en la vida de tu hijo acude con el pediatra o el psicólogo, quienes podrán ayudarte a determinar de forma efectiva las mejores opciones de solución.
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