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Javier Fierro

Solicitud de amistad.


Hoy en día, en esta sociedad que cambia vertiginosamente, las redes sociales han jugado un papel determinante en la conformación del tejido social en nuestras comunidades, sin embargo, han impactado negativamente en los vínculos interpersonales antes establecidos.

Los jóvenes de hoy se jactan de tener más de quinientos amigos cuando en la generación inmediata anterior, pudimos comprobar el dicho que la sabiduría popular ha hecho más famoso: “Los amigos se cuentan con los dedos de la mano (derecha)”.

El valor de la amistad está siendo trastocado en lo más profundo de su integridad. Hoy con un simple “OLA K ACE” se entablan relaciones superficiales, a distancia y meramente casuales en las cuales llegan incluso a violentar la dignidad de los usuarios de Facebook, Twitter, Bind, Instagram y Google+, al ser víctimas de abusos de confianza, físicos e incluso sexuales.

Otra consecuencia de la creación de nuevos vínculos virtuales es: “¡Hoy está y mañana no!” y la repercusión en el constructo emocional de los menores es la de la sensación de pérdida constante, de temporalidad vaga y de conductas chantajistas y manipuladoras, que más adelante repetirán en sus vidas adultas.

Sumado a lo anterior, como si fuera poco, todos los videojuegos asertivamente restringidos a los menores en sus casas, se encuentran disponibles ahora en estas redes. Y ello, hace la labor de los educadores casi imposible, al competir con sitios adictivos que no les deja tiempo a los usuarios para prácticamente nada.

El problema es que la superautopista de la información es un medio cada vez más indispensable en nuestro tiempo y está siendo manejada inadecuadamente por muchos de los usuarios; algunos toman ventaja de las “inocentes palomitas” cada día, más jóvenes (9, 10, 11 y 12 años), registrados con una edad mayor a la real, desconociendo los peligros que les acechan en la nube. Suena trillado y quizás moralista, pero es una realidad vivida día con día.

Anteriormente, por lo menos podías escoger a tus “amigos” de acuerdo a una primera impresión; hoy nadie sabe, nadie supo ¿Dónde quedó la identidad real de los individuos que publican páginas en dichos medios? Mucho menos sus intenciones, perversiones, desviaciones y posibles patologías a simple vista detectables.

Por otro lado, a mayor tiempo de ocio, mayor es el tiempo dedicado a usar dichas redes. El moralizar a nuestros hijos respecto al peligro que enfrentan, resulta cada vez más difícil, ellos se pueden sentir excluidos y acechados por su falta de contacto virtual, provocando que sean cada vez más demandantes y sigilosos acerca del tema.

Lo preocupante no es lo anterior sino hacia dónde va a llevar a estas nuevas generaciones audaces y temerarias que ya no se asustan con nada, todo es accesible y gratuito.

Finalmente, y a manera de conclusión, la moralización de los jóvenes parece ser el único camino a seguir para intentar rescatar el futuro por venir. Siempre cierro mis artículos de manera optimista pero esta vez lo siento, el futuro se vislumbra obscuro.


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