María departía con sus amigas del tenis y tras varios sets quedaron de ir a comer, ya en la sobremesa una de ellas, Lulú, se levantaba y se ausentaba con los ojos enrojecidos, pidiendo una disculpa. ¿Qué le sucede? Se preguntaban las señoras sentadas en la mesa. -No sé, le llegó un mensaje y ya ves cómo se puso, suspiraba fingiendo inocencia la chismosilla del grupo, Viviana…
Carmen, la más activa de todas exclamaba: Su marido, este cabrón de Leonardo. Pobre Lulú tiene una cornamenta más grande y pesada que la de un cimarrón. -¿Que la de un qué? -¡Hay niñas! Es un borregote grande como los que hay en Sonora y la Península de la Baja California, todos cornudos y hasta vueltas les da a toda la cabezota. Pero a ver ¿Tenemos evidencia de que Leo esté engañando a nuestra querida Lulú? increpaba Doña Antonia, la más objetiva del grupo… Pues no, pero hemos hablado con ella y todo esta sospechoso ¿Cómo que sospechoso? Si, hemos concordado que Leonardo esta en plan como dijera un político en fase de franco sospechosísimo… Pero ¿Tienen alguna prueba? No, sólo lo hemos concluido en nuestras pláticas y ya ves lo acertadas que somos, nunca nos equivocamos y mira lo sensible que es la Lulú y bueno…
Julián estudiaba medicina y realizaba su último año de servicio social en una Comunidad de Oaxaca y no dejaba de torturarse porque su novia, una guapa y hermosa enfermera, estaba a merced de los doctores que se la peleaban en Hospital General de Monterrey y, además, era pretendida por el Jefe de Ginecología, más adinerado que él y con más porte. Cada vez que Claudia le decía que tenía que hacer guardias nocturnas el novio se volvía loco en sus pensamientos.
Julián ya no sufras, mira te lo decimos como tus grandes amigos desde la prepa; ella te engaña eso es seguro, así son todas. Mejor cuando vengas a Monterrey salimos de farra, nos vamos de antro y te ligas a una contadora.
Claudia sufría mucho por los celos de Julián y que éste no estuviera seguro de su fidelidad hacia él. Cada vez era más tensa la situación entre ambos. Clau lo amaba con locura, mujer de firmes principios no lo engañaría por nada.
“La Imaginación Social” sobre la infidelidad de nuestra pareja o su potencial consumación, en la mayoría de los casos es mucho más desgastante en todos los sentidos que la misma realización del acto y esta imaginación nos puede llevar por ende a destruir la relación sin que en la realidad objetiva y material haya sucedido absolutamente nada de nada. ¿Qué despierta la imaginación de que mi pareja me está siendo infiel sin una razón sólida, desde un ámbito de análisis social? Es importante analizar que una “percepción” tiene su antesala en “las sensaciones” que derivan del “conocimiento sensible” del cual hablaremos, y del “intelectual”, que también será utilizado en el final de este análisis.
Los conocimientos sensibles se basan en lo que se genera a través de nuestros sentidos y estos al ser socializados a cada instante de nuestra vida, captan la totalidad del entorno físico (las sensaciones externas llegan desde el tacto, la vista, el gusto, los olores y los sonidos), con el que interactuamos y por ende, también en cada uno de los diversos círculos sociales en los que nos desenvolvemos desde el nacimiento hasta nuestra muerte. Cada interacción social nos irá marcando definitivamente la forma en la que vamos generando nuestras
sensaciones, las que desde el círculo individual pasan al social y del social regresan a nuestra individualidad para ser reciclados en nuestra psique.
La familia, generalmente en cualquiera de sus presentaciones, ya sea a la antigüita: papá, mamá, abuelita, perico, etc., o bien, las nuevas formas como lo son: mamá soltera, matrimonios no convencionales, etc., es la que genera en la primera etapa de vida de cada individuo, las respuestas y clasificación hacia cada sensación que sea experimentada. Al llegar a la escuela primaria, los niños empiezan a comparar cada sensación con la información que se les ha asignado en sus familias del cómo deben ver y clasificar cada nueva sensación externa. Por ejemplo: Julián en la primaria al ser revisado por la enfermera del centro escolar comentaba en familia desde su lógica de niño que la enfermera era Blanca Nieves. Su padre, un médico machista, al escuchar esto en una comida familiar hace una mueca de desdén y relativización del papel y rol de las enfermeras y socializa esta idea con su hermano, tío del niño Juliancito, y aún sin saber por qué, los padres de la familia decían que algunas enfermeras eran “de cascos ligeros”.
Lulú desde niña escuchaba a su madre decirles a sus amigas que ella era una buena hija de Dios y que mientras ella fuera la Catedral, se hacía de la vista gorda ante unas cuantas capillitas. Este conjunto de informaciones se va quedando en la mente de los niños y así van socializando con los integrantes de sus mismos círculos, ahora ya no solo primario, sino secundarios y así hasta que esa “idea errónea” queda arraigada como una “categorización o valor supuesto”, va generando en el mismo niño, adolescente, joven y adulto. Esto perjudicará enormemente el desarrollo y equilibrio del sujeto en sus relaciones sentimentales, pues la desmitificación de cada uno de estos “supuestos”, le hará ir de prueba-error, prueba error y así sucesivamente. Lulú y Julián no lo saben, pero han crecido desde niños con estas codificaciones sociales que muy probablemente harán que requieran apoyo o terapia, ésta deberá analizar la “penetración sociológica” de cada uno de los diferentes entornos sociales de estas personas. Deberá apoyarse ahora sí en las sensaciones intelectuales que sean reflejo de cada uno de ellos y a través de la superación: Académica (cursos, competencias), Espiritual (alguna religión bien llevada sin fanatismo o como una fuga), también la adecuada Rehabilitación Física (deportes, ajedrez), buscando maximizar las respuestas motoras del individuo y sus Pasatiempos. En este proceso se deberá dar un seguimiento muy cercano ya que podrá (el sujeto) entrar en contradicción con grupos que antes eran sus puntos de referencia y que al paso del tiempo dejen de serlo o pierdan y/o cambien su valor referencial.
Lo anterior puede ser muy riesgoso en el periodo de transición y potencial traslado de un esquema valorativo de referencias hacia otro, lo que necesariamente invocará a rupturas con personas, valores y la adquisición de nuevas gentes, actividades, etc.
Lulú y Julián podrán tener “nuevos círculos sociales” que les otorguen mayores opciones de disertación, tolerancia y capacidad de ser escuchados o por ende de escuchar, con menos prejuicios y de ser el caso podrán trabajar de forma adecuada un comentario, chisme, mito, sobre la supuesta infidelidad de algún ser querido.
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