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Tipos de divorcio


En México se distinguen varios tipos de divorcio que consideran las necesidades y circunstancias específicas de cada persona.

Atendiendo al proceso, la autoridad ante la cual se tramita, e inclusive la región en la que nos encontramos, es que podemos diferenciar entre el divorcio voluntario, administrativo y necesario.

El divorcio voluntario –también conocido coloquialmente como exprés- es aquel que se efectúa por la vía judicial, ante un Juez de lo Familiar y puede ser solicitado por cualquiera de los cónyuges sin importar si existe o no consentimiento de la otra parte para divorciarse. Su tramitación es casi enteramente por escrito, ya que, si bien existen audiencias y otros actos jurídicos, de todo lo acordado por el Juez se asienta una constancia en papel y se acumula al expediente. Los Juzgados de lo Familiar se encuentran ubicados enfrente del Hemiciclo a Juárez, a un costado de la Secretaría de Relaciones Exteriores en el edificio del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México.

Ahora bien, si el divorcio es solicitado por ambos cónyuges de mutuo consentimiento (bilateral), también será voluntario, y su trámite se seguirá ante un Juez de Proceso Oral Familiar. Este comprende eminentemente el empleo de la oralidad, reduciendo significativamente la utilización del papel.

Los Juzgados de Proceso Oral Familiar se encuentran ubicados en el edificio marcado con el número 119 de la Avenida Niños Héroes, en la Colonia Doctores. Es indispensable que en ambos casos se acompañe a la solicitud de divorcio un convenio en el que se establezca lo relativo a la guarda y custodia de los hijos, los alimentos, la vivienda y la administración de los bienes.

Resumiendo, el divorcio voluntario puede ser solicitado por una o ambas partes; y su trámite es en esencia el mismo, la diferencia radica en la autoridad ante la que se promueve, ya que de ello depende si el proceso es oral o escrito. Una buena opción para quienes no quieren atravesar un juicio que en ocasiones supone algunas dificultades, es el divorcio administrativo, el cual puede ser promovido luego de un año de haber sido celebrado el matrimonio. Para poder ejercer esta acción se requiere que los cónyuges sean mayores de edad, que la mujer no se encuentre embarazada, que no tengan hijos en común, o que teniéndolos sean mayores de edad, y que ni los hijos ni uno de los cónyuges necesite alimentos. Este se tramita ante el Juez del Registro Civil, debiendo comparecer los interesados a realizar su solicitud de divorciarse.

La legislación en materia Federal, y los Códigos Civiles de algunas entidades de la República, todavía comprenden en su articulado al divorcio necesario como una alternativa –a mi juicio poco viable- para que las personas puedan disolver su matrimonio. En el divorcio necesario se exige que los cónyuges -en vías de dejar de serlo- expresen la causa por la cual quieren divorciarse, a diferencia del divorcio voluntario, y administrativo, en los que la simple manifestación de la voluntad de no querer continuar casados es suficiente. Su tramitación es compleja, ya que antes de poder el Juez conferir la libertad a los cónyuges para volver a contraer nupcias si así lo desea, estos requieren primero demostrar la culpabilidad de su contrario mediante el ofrecimiento y desahogo de pruebas tendientes a soportar su dicho. A diferencia del divorcio voluntario que también entraña una tramitación judicial si bien no es como tal un juicio, o lo es de carácter especial, el divorcio necesario abarca todas las etapas del procedimiento, lo cual lo puede convertir en un proceso desgastante.

Dadas las reformas que en materia civil y familiar han surgido en nuestro país, el día de hoy ya no se contempla al divorcio necesario como una forma de divorcio en la Ciudad de México.

La razón obedece a que el hecho de tener que expresar una causa atenta en contra del libre desarrollo de la personalidad y vulnera la dignidad humana, por lo que, en cuestión de algunos años, pasará a ser letra muerta.

Sea de la manera que lo elijas, lo importante a tener en cuenta además de tu voluntad de ya no querer continuar casada (o), es que el proceso sea lo más ágil y efectivo, para ti y para tu cónyuge.

Mi recomendación es que consultes a un abogado de lo familiar para que con su asesoramiento puedas llegar a la mejor determinación de lo que es mejor para tus intereses personales.


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