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Un hijo fuera del matrimonio



¿Cuál es el origen del conflicto árabe-Israel?

Desde que Abram engendró un hijo (Ismael) no con su esposa Sara sino con una sierva egipcia, llamada Agar. Los judíos son descendientes del hijo de Abram y Sara (Isaac) y los árabes cuentan a Ismael como su patriarca. Hasta hoy en día existe hostilidad entre los descendientes de estos dos medios hermanos. Sara tenía muchos celos de Ismael y Agar. Un día no aguantó su ira, en que su esposo tuviera un hijo con otra mujer, furiosamente exigió a su esposo “¡Saca a Agar y a su hijo de aquí!” “envíalos lejos”. Abram estaba muy preocupado y con tristeza los envió fuera del pueblo. Es importante reconocer que no todos los árabes odian a los judíos ni todos los judíos odian a los árabes. Pero este ejemplo nos muestra como tener un hijo fuera del matrimonio marca la historia familiar por muchas generaciones.

Tener un hijo fuera del matrimonio como resultado de una aventura amorosa crea bastantes situaciones. Para la mujer, no hay muchas opciones porque a través de los meses se hace evidente su estado. El hombre ha de tener emociones encontradas, él es feliz por haber podido engendrar, pero además tiene un sentido de culpabilidad.

Como pastor varios hombres me han buscado cuando por infidelidad han engendrado un hijo y quieren saber ¿Qué hacer? ¿Qué dice la Biblia? ¿Si habrá perdón para ellos? Me preguntan ¿debo decírselo a mi esposa? ¿Cómo le digo de la existencia de un hijo, debe él decir a sus otros hijos que tienen “un hermanito” (medio hermano)?

Todo saldrá a la luz, muchas veces el hombre es descubierto en su secreto de maneras muy desagradables. Conozco varios casos de familias que se enteran hasta el día del velorio del hombre que tenía “otra familia”.

Antes que nada, manifestamos que ningún niño(a) debe ser rechazado o tomado como bastardo. Dios es claro en su palabra “Todos los hijos que nos nacen son ricas bendiciones del Señor”.

Muy a menudo se ve a los hijos nacidos fuera del matrimonio como estorbos o accidentes. Ningún hijo tiene la culpa por las circunstancias en las que fue concebido. Todos los hijos son un regalo del cielo y deben ser valorados y estimados.

El padre siempre tendrá la obligación de sostener y proveer por el hijo.

Nuestro consejo es que el hombre se humille y admita a su esposa la naturaleza exacta de su situación. Sabemos cuándo confesamos a Dios, Él es lento para la ira y ponto para perdonar, pero cuando confesamos a nuestro cónyuge no hay garantías de cómo va a reaccionar. Sin embargo, la única esperanza para restaurar el matrimonio, dejar un legado de bendición y no de maldición, es la transparencia.

Cuando el hombre se arrepiente por lo menos va a poder vivir con una limpia conciencia.

Esperamos que en cada caso delicado se cumpla el proverbio que reza “el amor cubrirá multitud de faltas”.

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