Prácticamente en cualquier circunstancia, el hecho de saber que la pareja es infiel, es un golpe poco esperado y que causa un gran dolor, dolor al orgullo, dolor a la autoestima, dolor a la estabilidad, dolor a los planes futuros, dolor a los
bienes, dolor a los principios, dolor a la exclusividad sexual, dolor a la seguridad, dolor.
Es un proceso que inicia con la sorpresa, el desconcierto, la incredulidad y continúa con la indignación, el dolor, la frustración, el coraje y termina con el agotamiento y la resignación.
Se transita en esos momentos por cuantos estados de ánimo conocemos, desde la tristeza extrema hasta la euforia irracional pasando por sentimientos de autodestrucción, esperanza, tristeza, alegria, justificación, auto justificación, reconstrucción y destrucción. Es un sentimiento irracional e incontrolable, es un tsunami mental, pero se dice “que después de la tormenta viene la calma”. ¿En qué momento? Cuando se haya sufrido lo suficiente y se hayan agotado las fuerzas para seguirlo haciendo.
Casi en todos los eventos de infidelidad todo esto sucede y en ocasiones más. El proceso de reconstrucción a todo esto, a las ruinas que quedaron, depende de las características individuales, interes, educación y tipo de relación que se haya tenido. Habrá quienes finalmente se terminen alegrando porque eso les dio justificación para poderse librar de su pareja y habrá otros que pese a lo sucedido deseen reconstruir su relación.
Si bien es cierto, hace varios años, la mujer optaba comúnmente por perdonar, fingir o tolerar este hecho y los hombres generalmente envueltos en cólera decidían terminar sus relaciones, hoy se han abierto infinidad de otras disyuntivas con procesos y conclusiones menos destructivas, que les permite a mujeres y hombres comprender mejor sus circunstancias y alternativas.
La violencia ha menguado un poco en pos de soluciones más razonadas que finalmente causan menos estragos en las personas y en los hijos. Se llega a entender más hoy en día sobre las actitudes y razones que causan la infidelidad, ya se entiende que la responsabilidad en este hecho es compartida, se observa que se tratan de cambiar actitudes y estereotipos monolíticos que no permitían su cuestionamiento ni su diálogo. Nos encontramos en un proceso, aun cuando insipiente, de tratar de comprendernos y comprender por qué actuamos de tal o cual forma.
Si bien es cierto que es un proceso donde probablemente podremos perdonar, es un hecho que difícilmente se pueda olvidar. ¿Qué tan preparados estamos para afrontar una situación de infidelidad? ¿Qué tan preparados estamos para superarla? Es una respuesta muy íntima que cada persona debe atender. Por supuesto, las terapias, la comunicación, la comprensión mutua sobre las necesidades del otro, el interés e infinidad de otros factores harán la diferencia para continuar o terminar con una relación.
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