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Adopción de menores por parejas del mismo sexo.


El origen del matrimonio tiene como finalidad la ayuda mutua y el débito carnal, pero como principal objetivo fue la preservación de la especie. Dichos objetivos, en la mayoría de los casos, se producen por el amor que una pareja se tiene, y que ante Dios y la Sociedad, prometen cumplir, siempre respetándose, por lo que surgen derechos y obligaciones recíprocos, e incluso con terceros, como lo son los hijos.

En la actualidad, las personas han olvidado el origen de esta institución, derivado a que muchas personas no han podido o no han querido relacionarse con personas del sexo opuesto, y con ello encontrando una relación sentimental con gente del mismo sexo, al grado de buscar formalizar la misma.

Es por ello que el legislador del Distritito Federal, presionado por un grupo de personas, accedió a que legalmente pudieran formalizar su relación, legalizando este tipo de contrato.

A pesar de que biológicamente una pareja del mismo sexo no puede reproducirse, se aprobó que este tipo de parejas pudieran adoptar, y con ello buscar cumplir con los fines originarios del matrimonio.

La naturaleza humana, nos ha enseñado que la vida en pareja debe ser siempre heterosexual, para crear un sano y adecuado desarrollo para los hijos, quienes en su etapa de crecimiento necesitan tanto de una imagen materna como paterna para que a la postre ellos puedan definir tanto su orientación sexual como su personalidad.

Por ello, es claro y evidente que nuestro legislador no considero dicha situación al momento de legalizar la adopción en parejas del mismo sexo, porque un menor, que de por si fue rechazado, abandonado o fue expósito por su madre natural, el que sea integrado a un núcleo familiar conformado por un mismo sexo, va a provocar que este menor crezca con una orientación predestinada, y que en ningún momento se le otorgue la oportunidad de conocer lo que es una vida heterosexual, de la cual pueda gozar.

Creo que lo único bueno y rescatable de esta reforma, es que los menores adoptados, no discriminen y mucho menos tengan tendencias homofóbicas, que hoy abundan en nuestro país.

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