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Boda y navidad en el desierto de Coahuila

Actualizado: 27 nov 2023


Aimé e Irina Sánchez Alza, hermanas gemelas y oriundas de Sevilla, nacidas un 28 de mayo de 1869, llegaban a las llanuras del desierto de Coahuila, una fresca tarde de inicios de Octubre del ya muy lejano año de 1888. Ese día, un 4 de Octubre se celebraba el Santoral de San Francisco de Asís.


Las jóvenes, venían acompañadas de su Madre Carmen Alza Vda. de Sánchez y el Misionero Franciscano Fray Jorge Alza, hermano de la viuda y Tío de las gemelas. El objetivo de la travesía era desposar a Aimé la mayor por minutos de las dos hermanas con Pedro Daniel el hijo de Pierre Durand.


Don Pierre había tenido un hijo en 1865: Pedro Daniel se llamaba su vástago. Su Madre y primera esposa Edaín Martínez había fallecido siendo todavía un niño Pedrito, por lo que Pierre se dedicó en cuerpo y alma a la crianza de su hijo. Lo había enviado desde adolescente a estudiar a Francia, a su natal Aix-en-Provence y a Paris; regresando a Coahuila en 1885.


Pierre Durand, distinguido Teniente Francés que llegó a México con las tropas de Maximiliano de Hasburgo. Había participado dos años antes en la Batalla de Puebla, de la que logró salir con vida de milagro, corriendo como pudo llegó a Orizaba donde se enamoró de Edaín Martínez, quién lo ayudó a esconderse en el rancho casi abandonado de unos parientes ya en las faldas del Volcán Pico de Orizaba. Rodeado de bosques pinos y paisajes de ensueño, acostumbraba caminar largas jornadas por las laderas cuesta arriba y llegar a la zona de hielo y nieves eternas. Bajaba con agua del deshielo y decía que esta le ayudaba a mantenerse siempre fuerte.


Edaín le iba a ver en secreto, acompañada de su Nana, el Caballerango y dos acompañantes bien armados pa lo que se ofreciera. Una tarde de septiembre, la pertinaz lluvia anegó los caminos e impidió al grupo regresar a Orizaba. La Nana y el resto se hicieron de la vista gorda y dejaron que las cosas fluyeran. Esa noche septembrina de 1863, Pierre y Edaín se entregaban a su amor, entre aroma de café, al lado del fuego y calor de la estufa de leña…


Una vecina chismosa y celosa de Edaín, desde niñas, vio la oportunidad de denunciar que en el volcán escondían a un franchute. Unos campesinos alertaron a Pierre quien tomo otros caminos, llegó al Puerto de Veracruz, para embarcarse a New Orleans de ahí a Haití y así poder regresar Francia. En el puerto de Marsella, le escribía a su amada Edaín a quién le había jurado regresar a México.


Se enteró que Napoleón III, pretendía retomar la Campaña en México a fin de evitar que los Estados Unidos siguieran expandiéndose hacia el sur y aprovechando los infortunios de la Guerra Civil norteamericana, le ofrece la Corona de México a Maximiliano de Habsburgo. Pierre se entera de esta nueva Campaña Militar y se enrola en las fuerzas francesas que apoyarían al Joven soñador Maximiliano y a su esposa la ambiciosa pero también ingenua Carlota.


28 de mayo de 1864 arriban a al Puerto de Veracruz, los Emperadores de la casa de los Habsburgo y el día martes 31 de mayo de 1864, llegaban a Orizaba Maximiliano y Carlota, ante una gran fiesta popular y un muy solemne Tedeum en la Parroquia de Santa Gertrudis. Las Villas de Córdoba y Orizaba saludaban a los Monarcas y veían en ellos una esperanza de que llagarán la paz y mejores tiempos.


Pierre escuchó los gritos de Edaín que estaba segura que su gran amor vendría apoyando al Emperador y en mítica escena ante la sorpresa de los mismos Monarcas, Autoridades de la Iglesia y Políticos, la pareja se abrazaba y besaba con pasión y gran amor al frente de la Procesión, lo que les valió una serie vivas y aplausos del mismísimo Maximiliano y su esposa.

Pierre ya sin tener que huir o esconderse, fue a visitar a los Padres de Edaín a quienes pidió su mano. Se casaron al día siguiente en una Boda llena de ánimo, música y platillos tradicionales y mucho, mucho vino, pulque, mezcal, chocolate y café…


Ya en la Ciudad de México, Pierre fue comisionado a partir hacia el norte del país y serían las ciudades de Saltillo y Monclova sus centros de operación.


Tras el triunfo de los Liberales y Juárez sobre el Imperio, Pierre había decidido asentarse definitivamente en los valles de Monclova. Se hizo de ganado y buenas tierras para la siembra de maíz, trigo y vid. Don Pierre como ya le decía la gente había aceptado rápidamente su nueva realidad mexicana, se hizo republicano y liberal. Su buen talante y trato de gentes que tenía, le permitió hacerse de amigos desde integrantes del legendario cuerpo de los “Rifleros de Monclova” que tan fieras batallas le dieran y por ironías de la vida, al tiempo algunos de sus integrantes, no solo no le guardaron rencor, sino que lo “adoptaron”. Los entuertos y vueltas que da la vida: Don Pierre empezó a enseñar el arte del cultivo de la Vid a varios de los miembros de “Los Rifleros” y se empezaron a multiplicar viñedos en varias parte de Parras, Monclova y hacia Múzquiz.


El 14 de septiembre de 1865, nacía Pedro Daniel, hijo de Pierre Durand y Edaín Martínez. A los 9 años de edad del niño; su madre Edaín, contrae una extraña enfermedad y deja huérfano a Pedro Daniel y viudo a su esposo Pierre. Había pedido la orizabeña que sobre su tumba se esparcieran semillas de café, así decía ella. Siempre le acompañaría el olor y aroma de café de su amada Orizaba. Ahora los desiertos de Coahuila abrazan a Edaín para la eternidad.


Pierre fue un padre amoroso, pero firme y muy estricto en la educación de su hijo. Dispuso de los mejores Maestros de la región y comprendió que le haría muy bien a Pedro Daniel, irse a Francia unos años y así terminar de superar la muerte de su madre. Mientras tanto Pierre, expandió sus lazos comerciales y hacia dos viajes al año a Veracruz y a Orizaba, a donde pasaba a visitar a la familia de su finada Edaín.


En el año de 1885, la casa de la “Hacienda el Cafetal del Desierto”, como Edaín la había bautizado de Pierre, se vestía de gala, con arreglos florales, un arco de madrea decorado con ramas de pino de la sierra. Decenas de invitados, vecinos y curiosos, estaban listos para recibir a Pedro Daniel que regresaba a Monclova después de muchos años en Francia. Un apuesto joven de 20 años regresaba a los indómitos desiertos coahuilenses, dispuesto a abrirse un porvenir en la hacienda de sus padres…


Inquieto por querer desposar bien a su hijo Pedro Daniel, Don Pierre, le había comentado en varias ocasiones al amigazo y político José María Garza Galán que le gustaría que su hijo se desposara con la hija de la hermana de su mutuo amigo Fray Jorge Alza.


Pierre había ido a Saltillo a pedir consejo a su amigo Don José María Garza Galán, quién además de amiguero, dicharachero típico norteño, ganadero y político de carrera era nada más y menos que el Gobernador de Coahuila (José María Garza Galán quién gobernó Coahuila de 1886 a1889) le comentaba a su Compadre Pierre que era una excelente idea y que mandara a traer a toda la familia.


-Mire Compadre Pierre: Se trae a la chamaca, a la hermana de la Huerca [Huerco es una expresión usado en el noreste de México para referirse a niños-niñas –adolescentes y jóvenes] a la suegra y así nuestro Compadre Fray Jorge, no se podrá negar. Es más vamos escribiendo senda carta y le preparamos de una vez, los papeles y oficios necesarios permisos y sobre todo: “Documentos cobrables” y dinero; pa que se deje de cosas y se vengan para acá. Aquí ya decide Usted con las de las gemelas se casará mi sobrino Pedrito.

Yo se la hago llegar de forma pronta como parte de la correspondencia de gobierno y esta misma semana estaría saliendo desde Tampico a Nueva Orleans y de ahí le llegaría a Sevilla muy rápido.


Abrase dos botellas de tinto, un mezcal y empecemos la carta casamentera:


LA CARTA


Décadas atrás Fray Jorge Alza, había realizado labor Misional en varias ciudades de México, capacitando a los misioneros de la Orden y lo habían concentrado en el Puerto de Veracruz, Zacatecas y Saltillo.


En una visita pastoral al Puerto de Veracruz, conoció a dos personas que serían amigos suyos para toda la vida. Uno de ellos sería con los años Gobernador de Coahuila, así Don José María Garza Galán y al mismo Pierre Durand.


Ahí surgió una gran amistad, añeja y duradera de esas que marcan época.


“Monclova Coahuila, a los 14 días del mes de octubre del año de 1886

“Querido amigo y hermano Fray Jorge.. Te recordamos con nostalgia tus hermanos Pierre y José María. Atrás en el tiempo y la inmortalidad han quedado aquellas veladas literarias, acompañadas de ron, mar y aquellas damiselas que nos hicieron las noches tropicales a la luz de la luna verdaderamente inolvidables. Por respeto a Usía, nos es menester hacernos de memoria hueca. Inolvidables tertulias, donde el olor a tabaco y el sabor a vino y cigarro, nos hacían perder grados masónicos, creencias religiosas, conservadurismos y/o liberalismos. En aquellas paredes de aquel Mesón en el Centro Histórico del Puerto de Veracruz, han quedado plasmados los deslices más agradables de la historia. El tiempo, embriagado, habrá de hacer quedar esas juergas y desvelos, enterrados en los gruesos muros de aquella casona que guardará hasta el Juicio Final nuestros pecados de carne y alcohol que ahí dicho de paso, también han sido ya…

Nos es grato abrazarte desde ultramar, deseando vengas a tierras mexicanas nuevamente y lo hagas pronto con la misión de casar a tu Sobrina Aimé con el hijo de Pierre. Un gran muchacho con el que será muy feliz. También tu hermana Carmen María encontrará luces a su pena que le mantiene en luto y tu otra sobrina Irina se hallará y muy bien en estas tierras.

Sabemos de las complejas situación de España en estos tiempos y la idea es ofrecer a ti y tu familia y lugar con más prosperidad y donde tú nuestro querido Fraile podrás continuar tu Obra Misional”.

Estamos enviando en este documento. Una serie de documentos que podrás hacer transferibles en dinero, para solventar los trámites que sean necesarios ante notarios y autoridades diversas y también cubrir los gastos de las casas que así podrán quedar a buen resguardo y bien encargadas y claro: La transportación hasta estas tierras mexicanas.

Queremos ya estén integrados como nuestra familia a estas tierras antes de 1889 que se cumplen los 200 años de la fundación de Monclova.

Quedamos de tu pronta respuesta querido hermano Fray Rafael

Tus hermanos Pierre y José María”


“Sevilla, Reino de España a 24 de febrero del año 1887.

Queridos hermanos Pierre y José María

Os tengo noticias fenomenales:

Carmen María mi hermana ha dado su consentimiento para que Aimé se despose con Pedro Daniel en la primavera del próximo año.

Irina lo ha tomado de muy buen agrado.

Hemos empezado todas las gestiones que este traslado requiere, por lo que estaré enviando cartas más a menudo, a fin de ir enterando a vosotros de nuestros avances.

Con lo que han enviado hemos podido saldar compromisos.

Como dicen en vuestra misiva se comenta de la situación aquí en España es difícil y bueno, es realidad que las cosas no marchan muy bien por estas tierras.

Entre trámites, ventas, notarios, el permiso que me tiene que dar mis superiores hermanos Frailes para ir a servir a tierras mexicanas nuevamente y así es todo un calvario que significa una procesión, pero animados por esta señal de amor que Dios nos envía a través de ustedes mis queridos hermanos.

Calculo estemos partiendo a México hacia el mes de noviembre de este mismo año. Por lo que deberemos arribar a inicios de 1888.

Os tengo en mis Oraciones. Dios alabado y la Virgen María os recompensen tanta bondad en vuestros corazones.

Con afecto: Fray Jorge Alza”


Nuevamente en Saltillo, en abril de ese año de 1887, animosos y como chamacos. Pierre y José María abrían la misiva de su amigo y compadre de juergas Fray Jorge.


-¡Qué le dije Compadre Pierre! Que sí o sí se venían a México. ¡A huevo! Ahora sí hay que preparar la Boda que será un pachangón y pa que no se agüite, la planeamos para la Navidad del próximo año (1888). Por lo pronto ya ordené unas botellas de mezcal y nos vamos con unas gallinitas pa celebrar…


-Muchas gracias mi Gober, vamos pues de juerga y pachanga que ya me hacía falta recibir buenas noticias. En estos días que regrese a Monclova le informo a Pedro Daniel para que se ponga muy al tiro y ya se porte bien.


Época aquella en la que los hijos y en especial las mujeres se casaban según la voluntad de los padres, sin ningún recodo o queja; por lo que todo estaba listo para la gran Ceremonia, misma que había de celebrarse en Monclova el día 25 de diciembre La Navidad de ese mismo año de 1888.


Tras un agotador viaje que les había conducido desde Sevilla, Canarias, La Habana hasta arribar al Puerto de Veracruz, para embarcarse luego a Tampico, donde reposarían unas semanas, para luego internarse al altiplano central, cruzando la imponente Sierra Madre Oriental hacia San Luis Potosí y desde ahí subir por los rutas y vías que habían sido “Caminos Reales”, pasando por la hermosa Guadalzacar, Real del Catorce y así llegar a Saltillo y de ahí a su destino final, Monclova en el corazón del fiero e indomable desierto de Coahuila.


En Tampico el auge del nuevo gobierno de Porfirio Díaz se hacía sentir en toda su expresión y potencial. Las Monjas Capuchinas daban la bienvenida y hospedaban a la madre, hija y al Tío Franciscano en el Convento. Muchos trámites se harían en varios días, por lo que aprovecharían para preparar todo lo que comprarían y se llevarían hasta Monclova.


Las influencias del Gobernador permitían que desde Tampico se preparaban 20 hombres del Ejército y 15 guías, expertos tiradores, tramperos y rastreadores que cuidarían celosamente, las 14 carretas que llevarían a las personas, muebles, animales de tiro, provisiones y demás enseres. Además varios Comerciantes aprovecharían lo protegida de la Caravana, para transportar sus mercancías y regresarse con la misma tropa. Las Sevillanas transportaban hasta el Piano de media cola de Carmen María que se había negado de abandonar en Sevilla, pues era de suma importancia para ella y también una gran tradición familiar.


Pasaron los días entre cartas, compras y los preparativos y así. Emprendieron la ruta que subiría la Sierra Madre.


En la Sierra Madre le había llamado poderosamente la vista de una madre Oso Negro con sus cachorros. Don Chito el Chofer en Jefe de la Caravana que le llevaba a ella y cinco carruajes más, le pedía tuviera prudencia y no se alejara del camino.


-Don Chito que es ese sonido... ¿Son acaso tambores?


-Sí mis niñas, es hora de irnos, debe haber una recua de Apaches y no es bueno estar a tiro. ¡Macías!


-Si Don Chito Usted ordene.


-Prepara las carretas y partamos antes del mediodía, no quiero que nos sorprenda la noche cruzando la Sierra. ¡Otilia! ¡Doña Otilia!


-Si mi niño, dígame...


-¿Pos donde andaba?


-Pos en el monte, una también tiene su necesidad que no?


-Ande prepare a la Señora Carmen, al Fraile, a las niñas y caminemos presurosos.. ¡Macías!

Tenga todo el parque listo y mande dos patrullas por delante y tenga unos tres hombres en la retaguardia.

“Virgencita de Guadalupe”. ¡Ayúdanos a llegar con bien! Estas huercas tan curiosas…


-Don Chito, Don Chito..


-Dígame Doña Otilia.. ¡Qué se ofrece que ya debería estar en la carreta!

Pos que las niñas, se fueron siguiendo al cachorro de oso que porque la mama osa, lo abandonó y les dio lástima…

¡Sargento!, ¡Sargento!


-Si mi General Don Chito, Usted ordene..

Vayan a buscar a las niñas que se fueron a buscar un cachorro de oso…

¡Dios me agarre confesado con estas huercas traviesas! y son encargo del mismísimo Gobernador Don José. ¡Me lleva la fregada!

Aimé e Irina se habían internado más de dos kilómetros, siguiendo al osezno, hasta un arroyo, cuando lo perdió de vista.


-Separémonos hermana y agarremos al osito a la orilla de arroyo.


-Va, eso haré. Así Aimé subió unos metros y cruzó el arroyo.


Irina quien se había quedado en la otro orilla en un plano, notó una presencia detrás suyo y nerviosa volteo atizando la rama de un pino con el que se había ayudado en su caminar.

Al girar por completo vio a un indígena joven, cabello a la usanza india, bien formado.

-¡No se acerque! Le advirtió Irina al joven.


-No tema niña Irina.


-¿Cómo sabe mi nombre? ¿Qué quiere?


Con aplomo y mirada profunda que le caló hasta los huesos, Irina se percató que el indio ya tenía al cachorro de oso, bien amarrado y dominado, como si lo hubiese entrenado y fuera su mascota.


Aimé al percatarse de la presencia de ese extraño, corrió desesperada hacia su hermana y amenazando con una piedra de buen talante, gritó.


- ¡Aléjese de mi hermana!


-Vengo en su Caravana, Señorita Aimé, no me vaya a lastimar con esa piedra. Yo les escoltaré hasta Monclova dónde Usted se va a casar. Me llamo Rafael, soy Kikapú y me uní desde Guadalcazar. Llevo rumbo al norte, cerca de la frontera por las montañas de Santa Rosa (así se nombraba al hoy Municipio y Sierra de Múzquiz) y ahí, sabe hay muchos osos como este y sabemos cuidarlos. Pero ya hay que regresar a las carretas que no es seguro seguir aquí. Me ordenaron salir a buscarlas, pues no les encuentran y en esta zona puede haber indios y asaltantes muy peligrosos, por lo que sugiero guarde su piedra por sí se ofrece en una situación de real peligro.


Ambas chicas quedaron mudas y comenzaron a seguir a Rafael y acortando por un atajo, este las llevó nuevamente al claro, donde estaba toda la Caravana, esperando alguna noticia.


Doña Carmen María estaba casi colapsada al no saber nada de sus hijas y Fray Jorge, tranquilizaba a su hermana.


-Ya sabes cómo son tus hijas; no te preocupes. No han de tardar…


En su interior le Oraba a San Francisco y la Virgen de Guadalupe, pues sabia de los peligros que pudieran sucederse.


-¡Ya vienen!, ¡Ya vienen!...¡Vienen con el Indio Kikapú!

Bendito seas San Francisco. Qué tormenta son estas niñas…exclamaba Fray Jorge.


-¡Me cago en la leche! ¡¿Pero qué os pasa mocosas?!


Las caras de Don Chito, Doña Otilia y el resto de la Caravana, cambiaron de color, de pálidas preocupaciones a rozagantes y alegres rostros. De alarma a risas, sobre todo cuando vieron al regordete cachorro de oso negro, que ahora sería el nuevo integrante de la Caravana.


Rafael Fuentes Martínez, Indio Kikapú, de 32 años era rastreador desde niño, excelente cazador y tirador como pocos. Hacia trabajos desde Zacatecas, San Luis Potosí, Durango y en ocasiones muy aisladas hasta Chihuahua y Sonora. Los Kikapú habían llegado a un acuerdo con el gobierno mexicano a inicios del siglo XIX, para poderse instalar en esas regiones de Coahuila, sirviendo al gobierno mexicano y parte de sus funciones era tener a raya a los Apaches.


-¡Rafael! Dígame mi General Don Chito.


-Suba ese pinche oso a la carreta de los peones y usted mismo lo va cuidando también.


Sonriendo Rafael hizo caso de la orden y cargo con el gordo osezno que parecía estar disfrutando la aventura.


-¡Nomás falta que las niñas quieran llevarse unos cerdos de monte! ¿Qué le explicaré al Gobernador cuando lleguemos?..


Tras ocultarse el sol, ya habían dejado atrás las montañas y cierta holgura para tranquilidad de toda la Caravana bajaban de la Sierra y entraban ya en el valle y los contornos de la Catedral de Saltillo de vislumbraban a lo lejos. Así era recibida la Caravana en el mismísimo Palacio de Gobierno de Saltillo, siendo el Gobernador en persona quién les recibía.

Irina se percataba en una de las salas de Palacio de Gobierno de una pintura de Juárez y otra de Maximiliano de Habsburgo recibiendo a Indios Kikapú.


-Irina…


-Dime Aimé.


-¿Te gusto Rafael no es así hermana?


Ambas hermanas reían y se abrazaban afectuosamente, sabedoras que estas tierras, serían su hogar para el resto de sus vidas.


Aimé sabía que a Irina la había conquistado el Indio Kikapú y debería hacer todo lo posible porque su hermana de un espíritu mucho más indómito fuera también muy feliz en México.


Una carreta llegaba jubilosa y de ella descendía Pedro Daniel quién en segundos identificó a Aimé a quién con la galantería propia de aquellos tiempos, beso su mano y le obsequió un ramo de rosas, al tiempo que se permitía acomodarle con delicadeza en su espalda, un Sarape típico de Saltillo, tejido por manos de los Tlaxcaltecas quienes había ayudado a fundar tan hermosa ciudad en 1577, con el nombre de Villa Santiago del Saltillo.


El amor fue inmediato y ambos tanto Aimé como Pedro Daniel, quedaron nidos desde ese momento y así sería por los siguientes 65 años, de un matrimonio que sería además de longevo, lleno de felicidad y que le permitiría a Aimé escribir varios cuadernos con sus relatos, sus crónicas y muy especialmente con la que sería la vida de su hermana Irina en la sierra de Múzquiz.


Todos ya descansaban en sus habitaciones y mañana sería el momento de las presentaciones y formalidades.


DESAYUNO CON MACHACA Y LA BODA


Las Campanas de la Catedral de Saltillo, sonaban a las 5 de la mañana y daban aviso para la 1ª Misa del día. Desde las habitaciones se escuchaban muy bien y no tardaron en despertar a Aimé e Irina, quienes no resistieron vestirse y correr a la escuchar aquella Liturgia en el Estado que sería su nuevo hogar: “Coahuila”.


Muy correctas, con hermosas “mantillas en la cabeza”, escuchaban atentas al Sacerdote dando su Misa en Latín frente al Altar y de espaldas a la gente y ya después desde el Púlpito dirigirse a los presentes en perfecto español, para hacer la interpretación de la Palabra de Dios y hacer las recomendaciones pertinentes a los parroquianos ahí reunidos. El olor a Incienso, el Retablo hermoso, trascendente, Churrigueresco, enmarcado por la majestuosidad del Barroco y en su conjunto la edificación en Cantera que es magnífica y dejaba atónitas a las hermanas Sánchez.


Una vez concluida la Misa las hermanas se dispusieron a retirarse y así saliendo de ese hermoso inmueble: La Catedral de Santiago Apóstol de Saltillo, daba a sus dos nuevas hijas su más afecta bienvenida.


-Hijas mías, no se retiren, les decía el Párroco.

No todos los días llegan dos hijas, desde la Madre Patria, así que dejen que les dé un obsequio para tu tránsito de aquí a Monclova donde, según tengo entendido una de las dos habrá de casarse.


-Padre Samuel, ya está su chocolate bien calientito y una pieza de pan dulce, ande no se tarde. Le decía la Madre María.


-Madre, un favor ponga dos piezas más que nuestras nuevas vecinas nos habrán de acompañar.


Irina y Aimé estaban muy sorprendidas que el Padre Samuel les hubiera comentado tanto sobre ellas, pero al tiempo, les pareció lógico que gran parte de la comunidad estuviese enterada.


-Muchas gracias Padre Samuel, le comentó Irina, al tiempo que le besaba la mano a Sacerdote ya entrado en años.

¿Nos permitiría ir por nuestra Madre y hacerle extensiva a ella y a nuestro Tío el Fraile Jorge Alza? Seguro la idea del chocolate a estas horas y en esta fría mañana, les hará muy bien.


-¿Fray Jorge Alza es su tu Tío hijas mías?


-Si Padre, así es respondía Aimé muy emocionada y él me va a casar en Monclova.


-Hijas su Tío Don Jorge, es de los Misioneros que mejor conoce el norte de México y ha rescatado muchas memorias y crónicas de los primeros Frailes en lo que fueron los Reinos de Nueva Vizcaya, Santander y Galicia ya más al sur…

¡Madre! ¡Madre María! Exclamaba emocionado el Padre Samuel... Ponga la mesa para tres invitados más y vaya sacando la machaca…


-¿La Machaca? ¿Qué es la machaca? Preguntaba Irina siempre vivaz y curiosa.


-Un Platillo hijita que hará que te enamores de estas tierras.


-Padre Don Samuel comentaba Aimé, no le hubiera dicho. Irina no sale nunca de la cocina, adora todo lo que tenga que ver con guisar y cocinar.


-¡Padre Samuel venga y permítame darle un afecto abrazo!


Fray Jorge Alza, besaba la mano del Padre Samuel Menchaca y rompiendo todo protocolo le dio dos besos en la mejilla al más puro estilo francés, lo que dejo gratamente sorprendidas a Carmen María y a sus dos hijas que no tenían la menor idea que su hermano y tío, había trabajado hace años con el Padre Samuel Menchaca, ahora Párroco emérito de la Catedral de Santiago Apóstol de Saltillo Coahuila.


-Padre Samuel. ¿Le puedo ayudar a cocinar esa Machaca?


-Si hija claro, ve con la Madre María y ella te explicará con detalle cómo se preparan los huevos con machaca, en salsa roja. Madre un favor que no pique la salsa y haga muchas tortillas de harina.


La plática se extendía hasta bien entradas las 8 de la mañana, cuando entro el mismísimo Gobernador y bromista como era su costumbre comento:


-¿Cómo vienen a la cocina del Padre Don Samuel y la Madre María y no me invitan?


Se quitó el sombrero con gran respeto, beso la mano a los Ministros de Dios y así sin más se sentó a la mesa y empezó también a degustar esos huevos con machaca y salsa de chile rojo, acompañados de frijoles, suaves tortillas de harina y aromáticos café y chocolate.


-Aimé y con su disculpa Padre Samuel, y la venia de todos ustedes me permití invitar a Pedro Daniel, quien llegará en unos momento más. Fue a recoger a las Diligencias a nuestro Compadre Pierre, quien viajó desde ayer y toda la noche, para estar aquí en Saltillo y recibir a su consuegra, a su nueva nuera, a la que será su sobrina Irina y claro: A su antiguo y viejo camarada Fray Jorge.


Apenas acababa de decir estas palabras y entraban en ese momento Don Pierre Durand y su hijo Pedro Daniel. La escena no podía ser más conmovedora al ver a los tres viejos amigos, abrazarse como jóvenes pubertos que regresasen de alguna aventura. Pierre más sentimental, no pudo contener las lágrimas de ver nuevamente a su amigo Fray Jorge Alza y poderlo reunir con José María que rompía con los protocoles de Gobernador y se unía a la festiva escena con fervor y afecto.


Carmen María y la monja Sor María no podían ocultar su emoción, mientras que Aimé abrazaba a su prometido e Irina, dejaba que sus lágrimas rodaran por sus tersas mejillas.


-Hijos míos se nos va a enfriar el chocolate y por favor Sor María que la señora Margarita traiga mas pan de pulque, hagan más huevos con machaca y salsa roja. Pero ahora sí que pique y que le ayuden a hacer más tortillas de harina.


-Padre Samuel Usted ha sido mi Maestro, exclamaba emocionado Fray Jorge y será un gran honor que me acompañe también el lado del Párroco de la Iglesia en Monclova a Oficiar la Santísima Misa en la que Aimé se unirá en Santo Matrimonio a Pedro Daniel el hijo de nuestro querido Pierre.


-Hijos míos es un honor tan alta distinción a mi persona, pero ya estoy muy viejo para andar en Caravanas…


-Por favor Padre, yo me voy con Usted y le cuido, se lo prometo. Comentaba la siempre animosa y vivaz Irina, quien le había tomado especial afecto al Padre Samuel.


-Bueno hijita mía lo haré porque tu insistes; pero solo con la condición que en mi carreta demás vaya la Madre María aquí presente.


-Como usted ordene su Ilustrísima, respondía el Gobernador, que añadía: Además daré todas las facilidades y el mejor carruaje que habremos de mandar a construir para que vayan muy cómodos los dos Sacerdotes y en otra carreta la Monja María con la Señora Carmen María y sus hijas.


-Padre Samuel, por favor haga llamar al hijo de la señora Margarita que es un gran herrero, carpintero, y constructor de carretas, de lo mejor que hay en Coahuila.


-¡Sí señor! Debe estar en el cuartel bajo las órdenes de mi general Chito Morales.


Dos tazas de café y chocolate después y varias comandas de huevos con machaca en salsa roja; apareció en el comedor de la Casa Parroquial, la señora Margarita muy orgullosa y acompañada de su hijo.


Cuál sería la sorpresa de Irina, Aimé, Carmen María y Fray Jorge; al ver que el hijo de la Señora Margarita, era nada más y nada menos que Rafael el indio Kikapú que les había encontrado cuando se aventuraron en la Sierra siguiendo al pequeño oso negro.


El Gobernador José María, el Padre Samuel y Fray Jorge, cruzaron miradas y se percataron que entre Irina y Rafael existía una fuerte atracción. Margarita la madre de Rafael, intercambio miradas con su hermana la Monja María quien no podía contener una ligera sonrisa de gusto.


-Bueno intervino con autoridad el Padre Samuel. Para la Boda todavía faltan dos meses, así que Fray Jorge se quedará aquí en la Casa Parroquial y Ustedes tres gentiles Damas, irán al Convento. Por favor Madre María aliste todo para que La Señora Carmen María, Aimé e Irina, estén cómodas en el Claustro. Jóvenes novios, les recuerdo que tenemos poco tiempo para las pláticas matrimoniales y empezar los preparativos de la Boda en Monclova.


Irina, inquieta, no iba a dejar pasar la oportunidad y exclamó con gran fuerza:


-¡Rafael! ¿Puedo ir contigo a ver al Oso bebe?


Pedro Daniel y Aimé con gran intuición vieron que era el momento de apoyar a Irina y al absorto de Rafael, por lo que comentaron:


-Nosotros la acompañamos, Mamá y Tío, no se preocupen, regresamos más tarde…


Así las jóvenes Irina y Aimé se compenetraban más y más con la cultura de Coahuila y gozaban del pan de pulque, compraban Sarapes que daba gusto y disfrutaba de las celebraciones del Día de Muertos y ya entrado diciembre de la Virgen de Guadalupe el día 12.


Irina le había tomado especial devoción a la Virgen de Guadalupe y se había declarado “hija Guadalupana y mexicana”.


Las pláticas matrimoniales habían concluido. Aimé y Pedro Daniel estaban listos para su Boda que sería en la Navidad.


Nuevamente una gran Caravana de Carretas, salía de Saltillo rumbo al norte del Estado, con destino a Monclova.


El día martes 25 de diciembre del año del Señor de 1888 junto a la celebración de la Navidad, se celebraba también, en la Parroquia de Santiago Apóstol, el Santo Matrimonio de Aimé Sánchez Alza de 19 años con Pedro Daniel Durand Martínez de 23.


Su unión seria como se ha escrito, duradera hasta llegar a los 65 años de casados. Vivirían la Revolución Mexicana, la 1era Guerra Mundial, la Guerra Cristera, la Expropiación Petrolera, la Segunda Guerra Mundial, la consolidación del Estado y las Instituciones del México post revolucionario… Así hasta que Dios les llamó a su presencia. A Aimé el 15 de julio de 1953 de 84 años y Pedro Daniel el 31 de agosto de ese mismo año del '53 con 88 años. Solo 45 días pudieron estar separados.


Irina había logrado al final una firme relación con Rafael, y aunque encontraron algunos impedimentos debido a prejuicios sociales, las intervenciones por demás oportunas de parte de Fray Jorge y su Excelencia el Sacerdote Don Samuel, aunado al apoyo de Pierre y del mismo Gobernador José María, les allanaron el camino y así: Pudieron hacer una vida juntos sembrando Vid, siendo además apicultores y cultivando miel de sus abejas, criando cabras que llevaban a vender a San Antonio en Texas una vez al año.


También gustaba de dar clases de piano, canto en la escuela pública de Múzquiz donde habían decidido radicar. Ayudaba en la Parroquia y dedicaba gran parte de su tiempo a dar Catecismo y su devoción a la Virgen de Guadalupe, les provocó que durante la Guerra Cristera tuvieran que ir a radicar una temporada a San Antonio, regresando tiempo después a Múzquiz.


Dedicó mucho tiempo a la defensa de la Cultura Kikapú, aprendió su lengua, cultura, tradiciones, creencias y supo ser una sevillana-coahuilense- guadalupana-kikapú.


Irina y Aimé gustaban de escribirse a todas las tardes y el correo entre Monclova y Múzquiz, siempre traía cartas que mantenían el amor entre las dos gemelas. Procuraban al menos verse cada dos meses, llevando a sus hijos con sus primos. Sus descendientes hablaban el francés y el Kikapú, pues ambas buscaron incorporar las lenguas de sus maridos y abuelos a los niños.


Irina y Rafael conservaron al Oso al que llamaron “Kitzi”. Iban con él a caminar en la Sierra, se iba por semanas, pero regresaba, flaco, con algunas heridas.


-Por andar de enamorado y noviando, ve lo que te pasa Kitzi… Siempre le reprochaba Irina, dándole abundante miel, leche y queso de cabra al que era como uno de sus hijos.


Irina falleció a los 91 años en Múzquiz y fue enterrada en la Sierra, junto a la piel de Kitzi, un gran estandarte de la Virgen de Guadalupe y una hermosa Bandera de México. A un lado estaba la tumba de su amado Rafael, su Indio Kikapú al que le entregó su vida y obra…. Fueron sus últimos deseos.


En unos viejos baúles en el sótano de la Ex Hacienda "El Cafetal", en Monclova, ya entrados los años 80´s del siglo XX, se encontraron las cartas que Aimé e Irina se escribían, cuadernos, anotaciones y las crónicas de cada una de los viajes que había hecho desde jóvenes, hasta el último entre Múzquiz, Monclova y Saltillo. Los nietos y descendientes, aún disertan su posible publicación.


Un cuaderno forrado en piel de venado, en el que Aimé, habla con gran profundidad de la conversión de su hermana Irina con los Kikapú y su Fe Guadalupana a quién Aimé amo profundamente.


Su querida hermanita gemela, que valiente siguió el rumbo del “oso negro” y el sonido del Tambor Kikapú hasta las montañas de la Sierra y según cuentan y dicen las leyendas:

En las noches sin luna del frio invierno del desierto, se pueden ver en las estrellas un oso que gruñe con fuerza y llora a Irina, la joven sevillana que se entregó a las danzas indígenas por amor en las heladas sierras del norte de Coahuila.


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