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Manuel Hernández

Cuando el amor se confunde con obsesión.


La relación de pareja en especial, es un campo ideal para la intimidad, para la reciprocidad, para la sexualidad y también para el conflicto el cual habitualmente no esperamos, porque en gran medida lo único que queremos es sentirnos enamorados y vivir la pasión. Desde esta perspectiva el apego sería uno de los principales sistemas innatos determinantes en las relaciones de pareja.

Bowlby un estudioso del tema describió varios tipos: seguro, ambivalente y evitativo. En el primero hay confianza en la pareja, comunicación, respeto y capacidad para ser flexibles y abiertos a las necesidades del otro. En el apego ambivalente la persona mantiene una actitud vigilante, tiene miedo de perder al otro y necesitan reasegurar constantemente la relación a través de la adhesión y en el evitativo desconfían, evitan la proximidad y niegan la necesidad de vincularse. Otros autores como Bartholomew y Horowitz ampliaron esta clasificación y hablaron de apego seguro, preocupado, temeroso y distante evitativo.

En las relaciones de pareja caracterizadas por el apego preocupado viven con más ansiedad y llegar a caer en el llamado amor obsesivo y dependiente. Cuando en las etapas más tempranas del desarrollo existen carencias fuertes en este sentido de alguna manera queda fijada una dificultad para pasar de la dependencia a la independencia afectiva, es por eso que para muchas personas es difícil separarse o desvincularse de la persona que ellos consideran el amor de su vida ya que es como si se reactivara la ansiedad y la angustia que vivieron en otro momento enviando de fondo un mensaje de mucha angustia a no poder estar solos o sentirse abandonados y eso los lleva a perder el verdadero sentido de una relación, es decir, inconscientemente no buscan una pareja con la cual puedan compartir, crecer, madurar.

Buscan a una persona que llene el vació y las carencias afectivas y vinculares que vienen arrastrando. En síntesis, es como perseguir un anhelo, es querer lo que no se tiene y desde ahí casi siempre anhelan más amor, más atención, más dedicación, más reafirmación.

Indistinto a lo prometedora de la relación cuando su lado insaciable no queda cubierto empiezan a tener conductas que dan comienzo a un sinfín de conflictos que derivan en un hartazgo o frustración en la pareja decidiendo terminar la relación.

Susan Forward propone cuatro elementos para identificar a una persona que está siendo presa de un amor obsesivo: que tenga una fijación dolorosa por la persona amada ya sea de una relación real o anhelada, una obsesión de ser poseída o poseer a la persona en cuestión, que la persona en la que centren su obsesión los rechace o resulte inaccesible de alguna manera y que el rechazo o inaccesibilidad los lleve a tomar conductas autoderrotantes.

De acuerdo a lo anterior podríamos concluir con una distinción entre lo que es el amor sano y el amor de tipo obsesivo que confunde y hace creer que es una pasión tan intensa que así se vive. El amor sano es aquel que aspira a la confianza, al afecto y al respeto mutuo, en contraste el amor obsesivo está dominado por el temor al abandono, la posesividad creyendo que la persona nos pertenece y los celos.

Es un amor inestable que en algunos casos llega a ser peligroso para uno o ambos integrantes de la pareja por las cosas que se llegan a hacer producto de la desesperación y el enojo que se vive al no lograr el objetivo: tener nuevamente a lado a la persona amada.

Renunciar a la obsesión no es sinónimo de renunciar a la pasión, lo importante de todo esto es que si descubres rasgos o características de estar viviendo un amor de tipo obsesivo busques ayuda profesional y trabajes en aquellas áreas de tu personalidad que están promoviendo o facilitando que te vincules de esa manera a fin de que no repitas el patrón y/o renuncies a vivir en relaciones caracterizadas por la angustia, el sufrimiento, los celos y la posesión.

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