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Del amor al odio,un solo paso.


Es común que las relaciones se inicien con sentimientos de cordialidad y tolerancia. Normalmente se tienen ojos solamente para ver todo lo bueno de la pareja, idealizándola en muchos de los casos y teniendo como único objetivo el agradarse mutuamente. Con el paso del tiempo, las cosas van cambiando mostrándose la verdadera personalidad de cada uno y dependiendo del nivel de comunicación, entendimiento y respeto que apliquen en la relación, se fortalecen o debilitan los lazos que los unen.

Observamos en muchos de los casos que el rencor es un sentimiento que surge por la falta de una suficiente comunicación y un sentido de perdón y comprensión por alguna de las partes o por ambas, el cual termina por invadir la relación carcomiéndola como si fuera un cáncer incurable.

La forma de comportarse de la pareja, de vestir, de hablar, los va y vienes económicos, la forma de educar a los hijos, las prioridades en la vida y otros muchos hechos cotidianos más, van poniendo a prueba a estas parejas que iniciaron idealizando casi todo. En este punto la educación, los principios y vivencias de cada uno son un factor determinante para sobrellevar la vida en común y seguir compartiendo la responsabilidad de mantener su vida en armonía.

Una deficiente comunicación y sobre todo un nulo entendimiento mutuo, la falta de empatía o no saber ponerse en las circunstancias del otro, va creando un distanciamiento paulatino tanto físico como emocional, dando paso de un “sobrellevar las cosas” a una “intolerancia irracional”. En este momento la relación se encuentra en la antesala del sentimiento de rechazo y repudio a la otra persona y hacia todo lo que signifique su persona; su forma de pensar, su manera de comportarse, incluso su físico, empiezan a ser insoportables y constantemente cuestionados. En este punto normalmente se está en proceso de una infidelidad, la cual sirve de acicate normalmente para el más inconforme o que se siente más afectado por la relación.

En el caso de las mujeres normalmente escudan su infidelidad culpando al hombre de orillarlas a actuar de esa forma, buscando realmente la protección y atención que sienten les ha faltado; y en el caso del hombre como una incomprensión de su pareja a sus necesidades sexuales y de apoyo.

En estos niveles de la relación, la intolerancia y falta de cariño es manifiesta, magnificándose toda actuación de la otra persona desde el punto de vista negativo, logrando una confrontación constante y muchas veces sin ninguna razón, desatándose finalmente ese odio y sentimiento de frustración y de destrucción de todo aquello que algún día fue la razón de su unión.

Para nosotros la infidelidad comúnmente es el resultado de un sin número de hechos de violencia entre las parejas que pueden venir desde un simple “ignorar a la otra persona” hasta la agresión física más abrupta, enmarcado todo esto en una gran intolerancia y/o frustración de alguna de las partes.

La infidelidad normalmente no es un hecho espontáneo sino la consecuencia de una forma de vida en pareja.

La infidelidad provoca inicialmente incredulidad y después un enorme rencor y odio hacia la otra persona por sentirse sorprendida o abrumada en su confianza, pensando que este hecho es algo insuperable para la relación.

Son muchos los aspectos que influyen en la estabilidad de las parejas, sin embargo, para que estas se encuentren más fortalecidas deben fundamentarse no nada más en un sentimiento de amor ciego, sino en que ambos tengan experiencias y educación semejantes que les permita tener mayor posibilidad de entenderse, además de una muy nutrida comunicación, tolerancia y respeto.

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