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El amor romántico: ¿construye o destruye parejas?


Si has visto alguna de estas películas “el diario de una pasión”, Titanic, Ghost (la sombra del amor), el secreto de la montaña, bajo la misma estrella, etc., tal vez alguna de esas te suene conocida todas ellas coinciden en algo, ¿en qué? en considerar que el amor y la relación de pareja van juntos y cumple con características del amor romántico (el de Romeo y Julieta) enamoramiento, “estamos juntos para toda la vida”, “juntos hasta que la muerte nos separe”, “el amor todo lo puede, lo soporta”, además de ser un amor naturalizado y normalizado heterosexual, monogámico, por lo que de esta manera, aprendemos a ser hombres y mujeres y a relacionarnos.

Si es ese amor que tras pasar una serie de obstáculos y travesías ella y él, logran estar juntos, viviendo un proceso de enamoramiento, lleno de obnubilación (ceguera). Pasado ese momento la mayoría de las parejas se dan cuenta que las expectativas generadas a partir de los modelos de princesa (ser rescatadas) y de príncipe (salvadores) se derrumban cuando la vida real, muestra que nadie va a cumplir mis expectativas, resolver mis huecos de amor, solventar mis necesidades, no tengo que salvar a nadie, etc.

Como se puede observar el amor romántico es esa construcción social que nos han vendido y hemos comprado, desde esta sociedad occidental patriarcal, heterosexista, falo céntrica, de cómo debemos ser mujeres y hombres y por ende, cómo debemos relacionarnos, qué esperar y cómo comportarnos en las relaciones de pareja.

De modo que vamos depositando en el amor romántico desde la idealización hasta la ambivalencia de la trascendencia, intensidad y complejidad de la relación. Dentro de lo que una pareja proporciona (o se espera en muchos momentos) es:


Compañía Respaldo En la mayoría de los casos hijos Sexualidad Crecimiento Aprobación social Proyectos compartidos En algunos/as seguridad económica


Sin embargo, la pareja también restringe:


La libertad El espacio y el tiempo Crea rutina Aburre Frustra Genera culpa


De modo que es importante mirar claramente a qué estamos dispuestas y dispuestos a ceder y a obtener.


Recodemos que el amor romántico es un producto de la cultura occidental (Europa y América) en donde en nombre del amor se hacen o dejan de hacer cosas. Desde esta cultura el amor es un anestesiante social, un mecanismo de control, de tal modo que, las parejas establecen diferentes tipos de contratos implícitos y explícitos.

Ante este panorama, surge la interrogante ¿el amor romántico construye o destruye parejas? La respuesta será importante otorgarla a partir del tipo de relación que queremos y cómo la construimos, solo desde la expectativa, desde los estereotipos, de nuestros ideales, de depositar que el otro u otra resuelva nuestras necesidades, carencias, deseos o bien desde atrevernos a estar en pareja para construirnos en conjunto, lo que implica que muchas de mis expectativas e ideas no serán cubiertas por la otra o el otro, que mi pareja no es la princesa o el príncipe que esperaba (que nadie me rescatará, que no rescataré a nadie), que es un ser humano con grandes cualidades, temores, fantasmas, demonios, igual que yo y que en muchos momentos, atrevernos a estar en relación negociando muchas situaciones (desde que lado de la cama prefiero para dormir, hasta en qué tipo de religión militaremos) podremos mantener la relación de pareja que cada una y uno hemos elegido.


La respuesta a la pregunta dependerá en gran medida, de lo que cada quien quiera en una pareja y de la posibilidad de construir desde acuerdos claros y explícitos lo que quiero y puedo dar en la relación y también lo que no quiero y no puedo dar, desde mí y no desde las peticiones sociales, que en muchas ocasiones, limitan, imposibilitan, sancionan y no dejan decidir libremente lo que queremos y como lo queremos.


Liberemos al amor de pareja de prejuicios y estereotipos, construyámoslo con decisiones reflexionadas, platicadas y sobre todo negociadas.

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