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El Divorcio.


Confirmar una infidelidad por parte de la pareja es una de las experiencias más dolorosas por las que atraviesan las personas. Algunos especialistas han comparado este dolor con el sufrido por el deceso de un ser amado.

La persona sufre un terrible golpe a la autoestima, se siente sola y aislada y los objetivos primarios se han esfumado, la rutina y lo cotidiano se rompe, el confort y la tranquilidad se acaban, la voluntad y la fuerza se quiebran, surgen infinidad de preguntas sin una respuesta que pueda justificar la ruptura de aquello que se prometió para toda la vida y, de manera indirecta, en esta vorágine de sentimientos encontrados, se termina afectando a los seres más valiosos producto de esa unión: los hijos.

Con todas las emociones surgidas por la decepción, el coraje, la tristeza, la impotencia y la incertidumbre por el futuro, el divorcio se presenta como la primera solución, siendo en la mayoría de los casos, una decisión impulsiva a modo de venganza o revancha contra la pareja que puede acarrear serias consecuencias.

¿Se tiene el dinero y el tiempo suficiente para solventar y atender los juicios de divorcio y las pensiones alimenticias?, ¿deberá buscar trabajo o incrementar el que tiene para la manutención futura?, ¿ha pensado quién cuidará y educará a los hijos durante la primera etapa de su vida que es la más importante o qué pasará durante su adolescencia cuando más requieren de una imagen y apoyo tanto materno como paterno?, ¿ha tomado en cuenta que esta situación deteriora la imagen que los hijos tienen de sus padres, así como la educación, los principios y los valores que estos les han inculcado?, ¿se tiene contemplado que los hijos de padres divorciados son más propensos a las adicciones, violencia y vandalismo?, ¿sabe que durante meses, o tal vez años, se mantendrá un recuerdo muy doloroso de la separación?, ¿está consciente de que con los años no se tiene la misma seguridad en uno mismo para salir en busca de una nueva relación?, si se pretende formar una nueva pareja ¿qué características o forma de ser tendría que tener para integrarse a la familia?, ¿aceptará a los hijos?, ¿los hijos la aceptarán?

El divorcio es una consecuencia desafortunada de la falta de entendimiento entre la pareja causado por el poco tiempo que se dispone para establecer una buena comunicación que permita comprender los cambios naturales, tanto físicos como emocionales, y así evitar el deterioro de la relación por indiferencia o por hartazgo a la monotonía de la vida diaria.

Algunas mujeres llegan a malentender estos cambios de sus hombres aludiéndolos a un engaño, y la duda las hace actuar distantes, agresivas o frías en las relaciones íntimas, lo que va afectando su trato con la pareja al grado de orillarlo a aquello que tanto temían.

Por su parte, los hombres preocupados por cumplir con las necesidades materiales y económicas de la familia, aceptan largas jornadas de trabajo que los mantiene distantes de su relación y comienzan a descuidar las verdaderas necesidades de su pareja como la atención emocional y sentimental, compartir tiempo con su mujer, halagarla, demostrarle cariño, cosas que sin duda son mucho más importantes de lo que ellos suponen. Al no contar con el tiempo para cubrir esas expectativas, van orillando a su pareja a involucrarse con las personas que sí interactúan de manera cotidiana con ella y que le ofrecen esa atención.

La falta de este conocimiento en ambas partes propicia, sin quererlo, problemas muy graves para la familia como; agresiones verbales o físicas, indiferencia, infidelidad o la ruptura definitiva del compromiso sin darse una oportunidad de buscar alguna otra alternativa. Por eso es importante que se resuelvan estos hechos durante las primeras manifestaciones.

Para evitar esta situación, lo recomendable es buscar espacios privados y tiempos suficientes para interactuar con la pareja y poder compartir sus vidas, sus gustos e intereses, sus frustraciones y ambiciones. De ser necesario, deben acudir con algún experto que brinde orientación y apoyo para aclarar sus ideas y abra canales de comunicación; una persona neutra que ayude a tomar decisiones con la mayor claridad posible ya que estamos convencidos de que, si se anteponen los intereses de la familia e hijos, no hay lucha que se haga en vano para recuperar y fortalecer el matrimonio a través del perdón y de asumir el problema como de ambos miembros de la relación.

En nuestra experiencia, más del 80% de los problemas conyugales son generados por esta falta de comunicación causada por el ajetreo de la vida actual.

Al encontrarnos con algunos de nuestros ex clientes atendidos por infidelidad y cuyo asunto terminó en divorcio, pudimos corroborar que muchos de los amoríos que propiciaron la separación fueron relaciones fugaces e inconsistentes, que lo que se pensó daría libertad y dicha se ha convertido en dolor y sufrimiento, por lo que el comentario común sobre el asunto es que no se lo recomiendan a nadie.

Podemos concluir entonces que al final es más lo que se pierde que lo que se gana, por ello es mejor dejar a un lado las dudas entablando una sana relación basada en la comunicación y la confianza.



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