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Frustración: Principio de la Violencia


La Real academia de la Lengua Española define a la violencia como una acción violenta o que va en contra del natural modo de proceder.

Esta reacción que puede afectar tanto a hombres como a mujeres, está cada vez más presente en las relaciones interpersonales, en ocasiones consecuencia del estrés y de una vida cotidiana agitada. Representa la falta de tolerancia entre las personas, causada también por una inadecuada comunicación y poco conocimiento de la forma de pensar o reaccionar de las personas con las que se convive.

Tomemos en cuenta que también influye el nivel de educación en el tema de la comunicación y entendimiento con la pareja, así como la capacidad de autocontrol que pueda tener una persona. Este mismo nivel de educación interviene además de manera decisiva en las formas de violencia que pueda manifestar un individuo.

Es bien sabido que el maltrato físico o verbal entre las parejas va deteriorando las relaciones o poniéndoles fin con repercusiones muy importantes para los involucrados y la problemática se vuelve aún más delicada cuando se tienen hijos.

La violencia física puede representar un momento explosivo, de falta de autocontrol en el que una persona no ha podido entender a su contraparte. Para el agresor la única manera de exteriorizar su imposibilidad de comunicación es a través de manifestar violencia ya sea física o verbal, por lo que es imperativo tratar de abrir los canales de comunicación en la pareja y muchas veces tomar una terapia con un experto puede ayudar de manera considerable, puesto que cuando se combinan sentimientos de odio y se ha acumulado una gran cantidad de resentimiento se complica aún más el poder resolver estos problemas interpersonales.

De acuerdo a las consultas atendidas se ha observado que el hombre es más propenso a las acciones violentas debido a sus condiciones físicas y biológicas y a su educación normalmente más rígida y un tanto limitada de formas para manifestar sus sentimientos. Las mujeres por el contrario pueden identificar con mayor facilidad sus estados de ánimo y encontrar más fácilmente una manera de exteriorizarlos. En este punto podemos ver una diferencia en la forma de ejercer violencia entre hombres y mujeres; mientras ellos recurren más fácilmente a la violencia física o en algunos casos verbal es más común que las mujeres exterioricen violencia por medio de la indiferencia o ciertas actitudes que sabe lastimarán o alteraran a su pareja. Las experiencias con nuestros clientes, sobre todo en el caso de los hombres nos hacen ver que la expresión de su frustración normalmente es en algún grado o nivel de violencia, la cual manifiesta de acuerdo a su educación o personalidad desde posiblemente alguna indiferencia hacia su pareja, pasando por gritos y maldiciones hasta la agresión física, pero en todos los casos corresponde a una expresión de insatisfacción.

La diferencia en el entendimiento o la interpretación de estos sentimientos da pie a una problemática mayor, ya que la mujer no comprende la razón de las expresiones de violencia de su pareja; de alejamiento o indiferencia, de las cuales normalmente ella no es responsable, ya que se deben a múltiples factores, como los cambios de la apariencia física del hombre, de sus capacidades físicas o sexuales, el no haber alcanzado sus metas o satisfactores económicos por ejemplo, o simplemente por observar el paso del tiempo. La gran mayoría de las mujeres que nos consultan, sus parejas tienen alrededor de cuarenta años, ya que es cuando generalmente se hace una recapitulación sobre los temas antes señalados, lo cual se repite ya en menor grado a los cincuenta y luego a los sesenta.

Este sentimiento de deterioro personal al que por primera vez se enfrenta el hombre se convierte eventualmente en una frustración, que se traduce en alguna forma de violencia que repercute en la persona más cercana a él: Su pareja.


En muchas ocasiones se manifiesta como si fuese un problema de la mujer, o ella misma se asume así, pues como ya dijimos no sabe que es una condición por la que pasa el hombre de manera interna.

Cómo respuesta a estos cambios de ánimo normalmente se evita tener sexo, lo cual agrava más el problema ya que para el hombre ésta es una práctica necesaria; se vuelve aún más hosco y comienza un círculo en el que ambos integrantes de la pareja se alejan; hacen el conflicto aún más grande, sin darse cuenta de que lo que más necesita el hombre en ese momento son palabras de aliento, apoyo y reconocimiento que fortalezcan su autoestima y le permitan sobrepasar esas épocas de angustiosa frustración. Sin embargo, al tener actuaciones contrarias como las antes mencionadas, agravan los conflictos haciendo vulnerable la relación, orillando a la pareja a buscar esa comprensión en una tercera persona. Esta necesidad de reconocimiento hace que se dé más fácilmente una situación de empatía con alguien externo y se llegue a la temida infidelidad. Todo esto con un triste desenlace que puede ser el divorcio y la destrucción de la familia.

Visto desde esta perspectiva este tipo de conflictos bien podrían evitarse o solucionarse con una buena comunicación y entendimiento de las necesidades mutuas. Cuando una persona tiene conocimiento sobre la manera de actuar y los sentimientos de su pareja, es más fácil llegar a acuerdos. El que ambas partes expongan sus inquietudes y malestares de manera abierta ayuda a comprender a la pareja y a apoyarle con acciones o actitudes adecuadas que fortalezcan su relación. Lo más importante es tener siempre presente que ni mujeres ni hombres deben permitir bajo ninguna circunstancia algún tipo de acción violenta en su contra si se quiere tener un sano desarrollo personal y estabilidad emocional.

Recordar que toda manifestación de violencia normalmente tiene su origen en la frustración, puede ayudar el reflexionar o indagar sobre estas causas y estar en actitud de poderlas eliminar con voluntad y sentimiento de solidaridad.





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