Teorizar alrededor de estas dos variables resulta un tanto arriesgado y mucho más complejo el cómo relacionarlas.
Es cierto que la palabra vacaciones tiene una carga de especial, basada en el concepto de libertad. Hemos sido víctimas del orden social que nos ha enseñado que tener vacaciones implica un espacio diferente de la rutina establecida de todos los días regulares de trabajo, es decir que son aquellas épocas del año en donde dejamos de cumplir con lo cotidiano ya sea la escuela, la universidad, la familia, el trabajo o quizá la rutina doméstica para cambiar los quehaceres a algunos otros.
De cuando éramos pequeños, un tiempo de dejar de hacer tareas, o simplemente quedarse en casa sin ir al colegio y con un poco más de suerte salir de la ciudad para cambiar de aires. Ya con el paso del tiempo y dejando atrás la juventud, la inserción en el orden laboral obliga a reducir los tiempos de libertad para hacernos sujetos responsables que cumplen con las expectativas que buscan reconocimiento y aumentos de sueldo portándose bien.
Así que eso de las vacaciones puede ser un tiempo muy valioso aunque sea breve y que se relaciona con aquellos quehaceres fuera del trabajo, de la escuela; de la rutina. Parecería que elegir un rato para estar con los hijos sería buena idea, también los hijos con los padres que se ven poco, las parejas tienen así nuevas oportunidades de convivencia que esperan con gusto, y en otras ocasiones, con susto.
Las parejas establecidas y ya con rutinas muy estables suelen perder sus habilidades y espacios de intimidad, les queda poco tiempo y ganas para la conversación, para la convivencia franca y para el juego erótico. Entre el cuidado de los hijos y la búsqueda del bienestar material, cada uno tiene que cumplir con su rol, lo que los obliga reducir los tiempos de estar juntos solitos. Entonces las vacaciones traen un doble sentir, por una parte el deseo y por otra un miedo importante a convivir. Por eso el verano suele ser también un espacio para que ella, la madre, se lleve a los niños fuera de la ciudad con la familia extensa, y él pueda también descansar de ellos siendo esta una práctica que permite espacios individuales.
¿Qué hacen ellos sin ellas? ¿Qué hacen ellas sin ellos?
Estar de vacaciones, y ejercer la libertad de hacer algo valioso, con el tiempo libre con actividades distintas ¿Incluye ser infiel? ¿Incluye también salir de la rutina marital? ¿De los contratos verbales establecidos con la pareja? ¿Podría ser una forma de buscarse un premio? ¿Algo que no se hace cuando uno esta tan ocupado trabajando y trabajando? Aceptar ser infiel, que no es lo mismo que pensar solamente ser infiel, ¿se vuelve un regalo, un deporte, una defensa contra la soledad? ¿Una forma de agresión, de rebelión? ¿Un arte, una colección? ¿O un verdadero riesgo personal?
Para cada quien tendrá otro significado, ya sea en vacaciones o durante cualquier época del año.
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