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Miguel A. de León

¿La infidelidad es culpa de un tercero?



Una de las angustias más terribles y desorganizantes que en general reportan muchas personas, es aquella que se despierta cuando uno de los participantes de una pareja, sospecha, alucina o cuenta con los elementos suficientes para saber o creer que su compañero(a) le ha sido infiel.

La infidelidad es un tema presente a lo largo del tiempo y la historia; la han enfrentado desde personajes famosos y poderosos, hasta personas sencillas y sin ninguna influencia pública.

En la Roma antigua, se consideraba que un hombre era infiel si mantenía relaciones sexuales con una mujer casada; no así, si los actos de intimidad los realizaba con esclavas, prostitutas o concubinas. Este interesante dato nos revela que el concepto ha cambiado y hoy día se interpreta de manera diferente de cultura a cultura. Por ello, antes de entrar en tema, es necesario considerar que lo señalado aquí, es un punto de vista.

Quienes han sufrido de este mal, reportan estados de ansiedad que les llena de angustia y que frecuentemente van acompañados de pensamientos obsesivos ligados a la imagen de la pareja en el acto del engaño. A nivel corporal, hay quienes describen un escalofrío que recorre todo el cuerpo, lo que invariablemente les puede provocar un temblor difícil de controlar, otro síntoma reportado, es la sensación de vacío en el estómago, así como taquicardia e ira que les abruma; existen casos que incluso llegan a reportar cierto grado de excitación sexual que llega a causar dolor.

Diferentes autores explican el fenómeno, y encontramos desde los muy conservadores, hasta los más abiertos, quienes en posturas opuestas llegan a plantear que la infidelidad es “el peor de los pecados”, o por el contrario, que se trata de un comportamiento consustancial a la naturaleza humana y animal.

Si revisamos la teoría desde una perspectiva antropológica, encontramos que estos expertos en sus argumentos sostienen que gran parte de las especies de animales superiores son polígamos, y que estos tienen la necesidad de buscar una mayor diversidad genética cuando se presenta la oportunidad de la reproducción.

Manrique (1996), Lazarus (2003) son autores que sustentan que los machos homínidos requieren de varias hembras para aparearse y garantizar la sobrevivencia de su especie con el fin de que ésta perdure. No obstante, en el momento de que una persona se ve involucrada en una situación de infidelidad las explicaciones resultan sobrando pues es triste, doloroso y difícil de aceptar.

Autores como Frank Pittman psiquiatra que tiene una columna en Psychology Today, llamada pregúntele al Dr. Frank, sostienen que la infidelidad se da únicamente cuando se ha roto el acuerdo que la pareja haya propuesto; desde su experiencia, comenta que hay parejas que aceptan encuentros casuales con otras personas, pero en condiciones especiales, tales es el caso de algunos swinggers, (personas que mantienen relaciones sexuales que no son monógamas) quienes toleran y comparten el tener relaciones sexuales con otros, siempre que esto sea público, pero, si se da un encuentro, sin que el otro sea informado, esto es vivido como una infidelidad, pues parte del trato es no tener relaciones de manera oculta, por lo tanto, este autor define la infidelidad, como la ruptura a la que una pareja haya llegado en el acuerdo establecido en su unión.

Fanny Eisenberg, G (1993) quien hace su tesis doctoral sobre el tema de la infidelidad dice: “La infidelidad representa una violación o traición a una promesa o a un voto que la pareja acordó en un convenio exclusivo entre dos, independientemente de si hubo o no, algún convenio formal ante la ley, además de que no se refiere necesariamente al coito sexual con el tercero involucrado y que además es un fenómeno multicausal que no sólo involucra factores sexuales, sino que también biológicos y psicológicos”. Como podemos observar, esta autora, también se refiere a la ruptura de un pacto entre la pareja, considerando aspectos que van más allá de lo sexual.


El Dr. Félix Velazco (2006) psicoanalista mexicano define la infidelidad como “aquella relación en la que participan tres integrantes, que pueden ser hombres o mujeres, que contribuyen de manera consciente o inconsciente, tanto al origen como a la permanencia del vínculo tríadico, relación que tiene vínculos intensos emocionales y/o

sexuales o ambos y que tiene un principio y un desenlace.” El doctor Félix, por ejemplo, cuida de no imponer juicio de valor en su definición.

Cada una de estas enunciaciones, aportan un punto de vista, sin embargo, es un hecho contundente que, para mantener una relación de infidelidad, hay que mentir, lo que implica mantener un secreto, mismo que requiere de una enorme cantidad de energía emocional, sin perder de vista que resulta común que al tener sexo o una relación extramarital. La distancia emocional y sexual hacia el miembro excluido se vuelve altamente probable, situación con la que las personas acaban por sentirse muy lastimadas.

Freud planteaba que la salud mental se sustentaba en dos premisas fundamentales: - La capacidad de amar y la capacidad de trabajar, entendiendo el amor como esta posibilidad de conectarse desde una perspectiva erótica, pero también desde la ternura.

- Frecuentemente encontramos personas que se pueden vincular exclusivamente desde lo erótico, lo que en muchas ocasiones lleva a la gente a relacionarse con pedazos de carne, es decir, con unos senos bonitos, un pene grande, un bonito trasero, sin considerar lo que a nivel emocional hay dentro de ese cuerpo. Otras personas tienen gran facilidad y deseos de vincularse solamente desde lo tierno, con lo que acaban convirtiéndose en unos verdaderos osos de peluche, dejando fuera toda posibilidad de su expresión erótica sexual.

Una y otra eventualidad practicada sin una adecuada integración, lleva a las personas a mantener relaciones parcializadas, es decir, vínculos con partes de los hombres y mujeres con los que se relacionan, lo que fundamenta una relación inmadura, matizada por una dinámica que oscila entre la idealización y la devaluación.

Desde mi experiencia es común, (aunque no quiero decir que en todos los casos suceda así), que las personas que practican la infidelidad como una manera de relacionarse con los otros, en el fondo les suceda algo parecido a lo que acabamos de describir.

Si ese es su caso, y su situación le causa sufrimiento, existen muchas alternativas psicoterapéuticas que pueden ayudar a enfrentar lo que le sucede; afortunadamente hoy día, el comportamiento humano ha sido muy estudiado y si tiene la intensión de conocerse y entenderse más, una psicoterapia le sería de gran ayuda, es muy probable que entendiendo su funcionamiento interior logre mayor satisfacción en sus relaciones amorosas y se evite confusiones, sufrimiento y de paso soslaye causar dolor en otras personas.




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