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La nueva vieja historia. Infidelidad y género.


¿Es la fidelidad un asunto del reloj o del tiempo? ¿O un asunto del clima o de la temperatura? O tiene que ver con el verano peligroso!!! La fidelidad la hemos entendido como un compromiso voluntario donde una persona y su pareja dicen conscientemente que desean mantener una relación amorosa monogámica, hasta que disuelvan este pacto y se organicen en otro.

El acuerdo se puede llevar a cabo de forma púbica donde haya testigos del pacto, o bien, de forma privada donde una pareja formaliza su relación desde ser novios, y aquí ya está incluida la cláusula de que la sexualidad solo se podrá llevar a cabo entre ellos.

La ruptura abierta del pacto no suele ser fácil de explicar. Pocas son las parejas que cambian su estilo relacional de forma expresa, generalmente la ruptura se da de manera, secreta, unilateral y poco planeada.

Hay pareja que deciden que desea pasara ser clásicas en su sexualidad a ser swingers, es decir, que disfrutan invitando a otras parejas a su vida sexual, y si todos los involucrados están de acuerdo, y con el consentimiento explícito hacen una modificación, entonces es un cambio real y no estamos en el terreno de la infidelidad, sino de la neosexualidad.

Cuando una pareja pasa al terreno de la infidelidad, hay sus modificaciones al contrato anterior. Cabe mencionar que hay parejas que se inician ya con un contrato claro donde la infidelidad es aceptada como parte de la relación.

¿Cuándo hay más posibilidades para pasar de ser fiel a infiel? ¿En qué momento el desafío al contrato matrimonial se vuelve un reto? ¿En qué momento la infidelidad es una medicina, o un veneno a la rutina, a lo pactado con la pareja?

Para ser infiel se requiere tomar una decisión. No importa el estado en que se encuentra la persona. Ya sea en una situación casual, o en un plan organizado, o en una formalidad, estamos en el terreno de una decisión que cambia el contrato inicial.

Situaciones emocionales difíciles donde una persona se siente sola, abandonada o poco atendida. Si el stress cotidiano o la frustración son los que dominan el día a día, o si la competencia y la recompensa son importantes pueden ser momentos en que una persona piense en salir de su malestar antes que cumplir con su contrato inicial.

La relación amorosa en si puede generar cierto malestar de lo cotidiano, y la relación sexual repetida suele dejar de ser un reto en la conquista.

El ciclo de vida de la pareja presenta en su desarrollo natural momentos de crisis y de rupturas que, podrían generar espacio para la entrada de una tercera persona. Los riesgos no solo están en los momentos de cambio y de crisis sino también en las características de personalidad de las personas.

Momentos tales como la salida de los hijos de casa donde la pareja tiene que reaprender a estar sola de nuevo como pareja, y donde por muchos años han dejado atrás las habilidades para convivir, y al mismo tiempo los hijos que salen y se duelen de la partida. Las rupturas con a la familia de origen para hacer pareja dejan en ambos sistemas, lugares abiertos para curar las heridas fuera de la familia.

También una etapa de riesgo es la llegada del primer hijo a la nueva familia, ya que cuando la mujer está embarazada podría suceder que ella logra atender muchas cosas, pero poco a su pareja, cuando nace el primer bebé la pareja redirige su atención al crio y reduce el tiempo para la pareja misma.

Así también en los embarazos siguientes. Algo así como que el varón suele sentir envidia del embarazo de su mujer, y celos por compartir a su esposa con ese recién llegado. Esto no es nuevo, pero es un tabú, no se habla de estos sentimientos masculinos que parecen ser prohibidos o malos. Sin embargo, son normales, y si se platican y se logra manejarlos bien, permiten que las parejas no pierdan el equilibrio que las deja contentas con su forma de cuidarse. No es fácil aceptar el tránsito entre pareja y familia.

La adolescencia de los hijos es otra época que pone en riesgo el contrato de lealtad y fidelidad entre la pareja. Existen muchas razones para generar conflictos entre la pareja, y las lealtades se mueven muy rápido en el grupo familiar. Suele ser común buscar fuera para sentirse bien dentro del núcleo familiar.

Cada familia y cada pareja tendrán sus provocaciones, nadie está exento de ellas, pero todos podemos aceptar que a pesar del malestar de la cultura y el de la pareja, tenemos como identificar a nuestros demonios. Llamo demonios a esa fuerza interior que gusta de romper las reglas, burlarse de lo establecido y jugar con el destino para hacernos creer que la fórmula para mejorar el malestar esta fuera de nosotros, cuando en realidad, el manejo del bienestar está dentro de cada persona, poniendo a los demonios en su lugar.



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