Las personas tenemos en el imaginario del ideal de cada uno de nosotros encontrar a la pareja perfecta, no importa si este concepto es real o irreal, si es posible o imposible, lo que importa es que encontremos a nuestra media naranja y que podamos hacer la vida de pareja lo mejor que podamos, es decir que cumplamos con lo que los demás esperarían de nosotros.
La búsqueda comienza a temprana edad, hoy en día los chicos gustan de tener pareja desde los años escolares básicos como la primaria, y ya es muy clara la necesidad de pareja en la secundaria.
La adolescencia marca el comienzo de la posibilidad de ejercer la sexualidad, el cuerpo ya desarrollado administra las nuevas formas, las nuevas estructuras hormonales que ayudan a la seducción de la pareja deseada. Se busca hasta que se encuentra con quién estar bien acompañado. Hay quienes desean una relación a corto plazo y habrá quien la desee para siempre. En este camino el amor se va haciendo presente. Amar a alguien, querer estar con esa persona, tener proyectos conjuntos requiere de un grado de dependencia emocional. Habrá que saber estar con la otra persona respetando las diferencias individuales sin atentar contra los espacios de libertad para trabajar, hacer ejercicio, cuidar a la familia, los amigos, la salud y las cosas que cada quien tiene que realizar. Para estar bien juntos y estar bien cuando no están juntos.
Sin embargo, existen relaciones que pueden comenzar bien y algo les sucede con el paso del tiempo que comienzan un proceso de dependencia patológica, donde los integrantes desarrollan miedos, angustias por estar separados, necesidades de control y deseos de saber todo acerca de lo que dice y hace la pareja en su ausencia. Puede llegar a situaciones exageradas de manipulación y terror, de celos enfermizos o desconfianzas que hagan que uno de los dos se desestabilice y entre en pánico o en angustias paranoides generando una obsesión por la otra persona. Es aquí donde el amor y la obsesión se mezclan provocando dolor y malestar. Es la adicción de una persona por la otra, es una enfermedad emocional que tiene bases neuroquímicas.
Existen similitudes entre el amor y el trastorno obsesivo compulsivo, basados en el desarrollo de un neurotransmisor que se llama serotonina. Una revista especializada en el tema reporta que se comparó los niveles de serotonina de los enamorados, con los de un grupo de personas que sufrían trastornos obsesivo compulsivos, con los de otro grupo que estaba libre de pasiones y de enfermedades mentales. Los niveles de serotonina en sangre tanto de los obsesivos como en la de los enamorados era 40% más bajos que las de los individuos normales. De modo que el amor y el trastorno obsesivo presentaron un perfil químico similar.
TRADUCCIÓN: El amor y la obsesión son difíciles de diferenciar. ¿Qué hacemos con estos datos?
Nos llevan a la idea de poder cuidar el amor y evitar enfermar lo que es un sentimiento que nos permite vínculos con las personas que amamos. Ahora sabemos que el amor se puede enfermar, ¡¡¡Evítalo!!!
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