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¿Por qué tantos mitos sobre la menstruación?


“Al parecer es de mal gusto mencionar mi período en público puesto que la biología de mi cuerpo es demasiado real. (…) El disfrute de este cuerpo es visto como hermoso mientras que su naturaleza es algo feo.” (…) Sangro cada mes para ayudar a Que la humanidad sea posible.” Rupi Kaur, poeta (1992- ).


En nuestro siglo XXI hablar el tema del sexo es muy cotidiano, tanto que lo vemos en las series televisivas (para todo público en la programación de la tarde), películas, bromas, chistes, a veces de forma muy burda y sin mesura… es ciertamente un tópico constante. Sin embargo, la menstruación es todavía un tabú y se encuentran un sinfín de eufemismos para referirla: “estoy en mis días”, “ya me bajó”, “llegó Andrés”, “tengo la regla” …

A la niña que menstrua por primera vez se le dice que ya es mujer “aunque nada más lejos de la realidad, ya que entre la madurez física y la personal, cada vez existe mayor distancia” (Sau, victoria; 2000: 195-196). Los cambios de la pubertad se expresan a través de una serie de características biológicas, fisiológicas y sociales que constituyen parte del proceso natural cuando se presenta la menarquia o primera menstruación (entre los 12 y 13 años), estas hacen que en las pequeñas surjan actitudes positivas o negativas respecto a hacerse mayores, pues la sociedad forja una construcción cultural y simbólica, en cada contexto histórico específico, alrededor de la menstruación, misma que se ha tomado como referencia para establecer la edad legal para el matrimonio, “independientemente de que la niña reuniese o no las condiciones de desarrollo psíquico e intelectual adecuadas”. Este fenómeno hace patente que la niña ha alcanzado la maduración física precisa para concebir hijos si así lo quisiera.


¿Por qué es tan difícil hablar de la menstruación con naturalidad? ¿Cómo tocar el tema con una niña?


La primera menstruación ha sido y es con frecuencia traumática, porque tradicionalmente la sangre se ha relacionado con enfermedad o daño y el impacto de ver y sentir el sangrado por vez primera, tiende a asustar. De ahí proviene el temor de la madre para hablarlo, pues piensa que transmite un aspecto prohibido o reprimido, que se asume como desagradable y sucio, lo cual es común en las transiciones naturales que viven las mujeres, pero socialmente pareciera un tema obscuro, tanto que se convierten en tabú.


Históricamente, en todas las culturas, la menstruación ha sido sinónimo de impureza y desecho. Mary Douglas (1973) señala que se le exigía purificación a la mujer “(…) que haya entrado en una iglesia, o haya comulgado durante la menstruación (señalando que) la inmundicia, se considera que procede de los fluidos sexuales, de la menstruación y del parto, así como de un cadáver y de la sangre de un enemigo muerto. (…) El contacto con la sangre menstrual es peligroso para un hombre, especialmente para un guerrero. (P. 234-235)

Una hipótesis antropológica plantea que en el paleolítico o cuando la humanidad vivía en cavernas y nadie se vestía, los hombres relacionaban la sangre con la muerte ocasionada por golpes, agresiones, accidentes… y se dieron cuenta que las mujeres sangraban con frecuencia (mensualmente o cuando parían) y no morían, de ahí que empezaran a considerarlas poderosas y surgió el temor que los llevó a someterlas.


Simone de Beauvoir (1949), señala que los anglosajones llaman a la menstruación the curse, es decir, “la maldición” (P. 90); aunque muchas mujeres así la piensan, se trata de un proceso natural que ocurre cuando “uno de los folículos de Graaf que envuelven a los óvulos aumenta de volumen y madura mientras el ovario secreta la hormona situada al nivel de los folículos (…) la pared del folículo se rompe,lo que acarrea una ligera hemorragia y el huevo cae en las trompas(…)” (P. 91). Ello implica que la sangre menstrual está compuesta de nutrientes que se desalojan porque no hubo embarazo y es un fluido limpio que cuando sale, al entrar en contacto con el aire adquiere un olor desagradable y la verdadera maldición está en que sin la menstruación sería imposible el embarazo.

Las prohibiciones a las menstruantes marcaron al siglo XX: no podían trabajar en fábricas de opio porque se volvía amargo, el azúcar se oscurecía, la sidra no fermentaba, imposible salar el tocino, las flores se marchitan, el pasto se seca, la levadura de los panes “no sube” … Todos los mitos y falsos argumentos alrededor de la menstruación hicieron a las mujeres víctimas de injusticias de orden laboral, político, religioso y social, lo cual se volvió una forma de segregación de las mujeres, todavía vigente, hay quien descalifica a las trabajadoras por ser “cíclicas y hormonales”, lo cual es una limitante, dicen.


Lo recomendable sería empezar a tratar el tema con las niñas sin palabras; una mujer cuenta que “la descubrió” su hija de tres años cuando se cambiaba la toalla sanitaria y con gran curiosidad le pregunto ¿por qué usaba pañal? si se había caído, si le dolía, si estaba enferma… y empezaron a platicar de forma muy simple sobre ello, la pequeña lo platicó a su hermana de 5 años y entre las tres se hicieron cómplices, le llevaban a su mamá su “pañal”, a veces usaban uno, le ayudaban a elegir las bolsitas y el tema fue motivo de curiosidad, de bromas y de ausencia de temor . Cuando llegó su menstruación, llegó como un proceso natural de todas las mujeres y no como un mito.


Referencias: Douglas, Mary (1973). Pureza y peligro. Un análisis de los conceptos de contaminación y tabú. Traducción de Edison Simons. Siglo XXI Editores. Madrid, España.

Rupi Kaur (2018). Poeta hindi-canadiense.

https://www.luismaram.com/25-poemas-de-rupi-kaur/

Beauvoir, Simone de [1949 (2002)]. El segundo sexo. Volumen I. Los hechos y los mitos. Ediciones Cátedra.

Sau, Victoria (2000). Diccionario ideológico feminista. Volumen I. Editorial Icaria. Barcelona

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