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Potencial ante la ruptura de pareja.


Una de las cuestiones que afectan primero a una persona que sufre una separación, son sin duda las secuencias en su vida social. En este sentido nos referimos a aquellas personas que han vivido ya sea en matrimonio o en unión libre por un tiempo, al menos unos 4 ó 5 años, en los que ya habrían de alguna forma configurado, una serie de relaciones que les involucraban más allá de los círculos secundarios de amistades comunes, como ex alumnos de la prepa o de la universidad, etc.

Aquí nos referimos ya un involucramiento que se ha derivado en la interacción de dos grupos familiares y en el cual también los núcleos de amistades cercanas son en gran medida de ambos.

Por tanto, la separación conlleva una ruptura de ambos en un sentido u otro, esa interacción que se tenía con el grupo familiar de la pareja, de amistades confluyentes y hasta de sitios y lugares en común. Todo esto sería relativamente fácil de superar, pero:

¿Por qué es tan traumática la fractura de una pareja bajo estas premisas?

El terapeuta deberá tener en cuenta que para la recuperación de su paciente puede y deberá atender también los señalamientos antropológicos y sociológicos conducentes, esto debido a que lo que se fractura en el individuo que atiende es: “Su Identidad de pertenencia a un grupo determinado”. Cuando la ruptura implica también el caso de que ambos tenían su actividad profesional de manera conjunta, el asunto se pone color de hormiga, pues además de dejar familia, círculos primarios y secundarios comunes, deberá también ver otro lado, lugar y en casi todos casos otra actividad para sustentar sus necesidades básicas.

Es menester, por tanto, recurrir inmediatamente a que el afectado/a busque en su historiografía personal, aquellos círculos en los que desde niño participaba y en los que no confluía o lo hacía parcialmente, mediante la ayuda de buscadores en internet, anuarios escolares o del club social, etc. Una vez obtenida una matriz base de viejos conocidos, el paciente se dará cuenta de que las coincidencias de su caso, son muy similares a un número no menor de los que en épocas pretéritas fueran sus iguales y además le permitirá tener una nueva alternativa; pues sus compañeros de antes o socios, tendrán vidas y otros círculos de influencia a los que se podrá ir dirigiendo de manera natural y sobre todo gradual.

Si la antigua pareja, estaba, por ejemplo, en la misma colonia, la misma primaria hasta la misma prepa, misma universidad. Igual carrera, mismo club deportivo, amistades y para rematar, mismo trabajo y en el penoso caso de que su ex consorte sea o fuere su jefe; se recomienda y solo que la situación económica no lo permita renunciar a fin de no aumentar los efectos negativos de tener que depender del pago del o la ex, situación que puede ir en decremento de la autoestima y darle a la otra persona de aprovechar esa situación de ventaja; para devaluar la situación del más débil de la relación ante sus círculos aún afines ya comentados.

Un FODA (Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas) de la persona en la que se vean y determinen con claridad sus fortalezas y oportunidades, lo cual podrá ser una guía para encontrar nuevas actividades que no solo sean una alternativa, sino una nueva actividad constructiva y que le permita reconstruir alternativamente su Identidad social y le dé mayor viabilidad en lo psicológico a fin de trasmitir lo más rápido posible, con bases sólidas que le den mayores competencias para esa nueva etapa en su vida.

Está demostrado que un paciente al cual se le incluyen en su terapia individual, elementos en los que él pueda trabajar una mayor viabilidad social, basados en algunos elementos de antropología y sociología, tendrá mayores oportunidades no solo de rehacer su vida social, sino de también de vincularse aún mejor con sus antiguos círculos comunes que con los de su ex pareja y explorar nuevos horizontes con nuevos elementos cognoscitivos. Para esto, el terapeuta deberá experimentar con mucho trabajo de campo, lecturas dirigidas y tener en claro el nivel y tiempo de cada paciente, pero el trabajo académico en mayor o menor medida redundará en la mayoría de los casos, una mayor tolerancia del paciente hacia sí mismo con una visión menos etnocéntrica de su entorno, más comprensiva y tolerante. Por tanto, los procesos de adaptabilidad social para el mismo/a, así como sus nuevas realidades tendrán mayores posibilidades de éxito.

A lo anterior el “trabajo de campo” del paciente (esto claro en los casos en los que el psicoterapeuta concuerde y acuerde con su mismo atendido la conveniencia de hacer uso de estas técnicas) con metodologías como lo son dentro de la etnografía, la observación participante y/o distante, etc. Mismas que vayan desde los niveles básicos, acompañadas de literatura seria al respecto, pero, sobre todo, que sean acordes a los mismos intereses de la persona que es atendida por el profesional de la salud psicológica en el caso dado.



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