La sociedad reprimida de principios de siglo que manejaba una moral colectiva estricta y represiva Hongos, bacterias, candidiasis, hepatitis B o C, herpes, VIH, Virus del Papiloma Humano, sífilis, piojos, etcétera… ¡Qué cosa!… ¿Humanos que convivimos con seres que nos invaden? ¿O nosotros los humanos vamos a su encuentro?
¿Cómo podemos aprender a mantenernos a la distancia correcta de las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS)? Algunas pueden ser curadas, pero otras no y se quedan pasivas como una huella eterna en nuestro sistema inmune dejando un recuerdo de algo que hicimos y no supimos cómo evitar enfermarnos. La medicina siempre busca darnos herramientas para vivir bien, pero si no nos atrevemos a usarlas, quedamos expuestos.
¿Quién es responsable de la orientación sexual de los niños, de los adolescentes? ¿La familia, el papá o la mamá? ¿La escuela? ¿La organización religiosa? ¿Los amigos? ¿Los medios de comunicación?
Yo creo que los padres serían el primer eslabón de una serie de canales de información a los que estamos expuestos constantemente y aunque ofrecen información, no es suficiente. Sí, los padres hablan con sus hijos y es muy importante, pero ¿será suficiente?
Sería suficiente si en la enseñanza de las materias que estudiamos en la primaria, nos hablaran de la prevención, de cómo mantenernos sanos y poder ejercer nuestra sexualidad, saber el uso adecuado del condón, de la revisión periódica con el ginecólogo y que las higienes diarias son indispensables.
De alguna manera está validado que en la secundaria y en la preparatoria de forma obligatoria se impartan clases de orientación sexual, pero como la sexualidad está llena de complicaciones, tampoco es suficiente.
La elección de pareja se hace por lo que se ve y lo que se siente conviviendo con una persona que es un candidato o candidata futura a un posible amor o enamoramiento y significa permitirse la cercanía y la intimidad con ese alguien que hemos elegido para hacer algo especial, esperando ser igual de especial para el otro. La intimidad sexual que comienza en la fantasía de cada quién, se va construyendo con el gusto por llegar al encuentro sexual.
Conozco pocas personas que antes del primer encuentro sexual pregunten a su futura pareja si mantiene una higiene íntima, si se han realizado exámenes clínicos para saber su estado de salud sexual, o si han padecido de alguna enfermedad de transmisión sexual, y si la respuesta es afirmativa, si pudieran explicar los procedimientos médicos a los que se ha expuesto. Este tipo de preguntas parecerían generar un nivel de desconfianza que pocos nos atreveríamos a hacer. ¿Entonces estamos en el terreno de los secretos, de lo que no se puede preguntar?
Si es difícil preguntar sobre las ITS, entonces imagínense lo imposible que sería reconocer si se ha padecido alguna y le dice la verdad a su futura pareja. ¿Cuál sería el resultado? ¿Culpa, castigo, abandono, segregación?
Estamos llenos de miedos y de desinformación en cuanto a cómo comunicarle a la pareja sobre estos padecimientos. Sin embargo, me parece que es más fácil informar desde el principio, aunque no se lo pregunten a uno, si se ha padecido o padece de alguna ITS.
El conocimiento previo para evitar el contagio y esto en sí, es una forma de expresar amor por uno mismo y por la futura pareja sexual, no es un impedimento para ejercer la sexualidad satisfactoria, sino todo lo contrario. El amor por el futuro de la pareja amada puede ser cuidado si se le protege de cualquier contagio. Y para lograrlo es importante compartir esta información en el momento adecuado.
“Más vale prevenir que lamentar”. Aunque de miedo y frustración decir la verdad, ocultar o mentir puede generar sentimientos de ser perseguido por no informar y perpetuar un mal que puede ser evitado.
Es una actitud de respeto mutuo lo que estamos provocando, ya sea que se esté buscando una relación casual, formal o un compromiso a largo plazo. En cualquier caso, tu pareja te lo va a agradecer.
¿Tú qué opinas?
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