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Armando Soberanes

Sexualidad en la tercera edad

Un tema por demás interesante, más en la época que estamos viviendo, en donde en general, el promedio de vida del ser humano ha subido arriba de los 70 años, situación que nos reta a nuevos escenarios de convivencia.


A pesar de los avances de la sociedad, la sexualidad no ha avanzado al mismo ritmo que otras disciplinas, quizá se practique más y a edad más temprana, quizá su práctica ya no esta tan escondida como antes, pero persisten los mitos, la creencia, la desinformación, la crítica y limitación insana de la misma.


En la mal llamada tercera edad, el adulto mayor se enfrenta a varios retos en su existencia, envejecer no es fácil, deberíamos preguntarnos si estamos listos para hacerlo, por que listos o no cuando llega de manera contundente por lo tanto un poco de preparación no caería mal.


La incorrecta asociación que se ha establecido entre la sexualidad y reproducción, mediante la cual se considera solo normal la actividad sexual en época reproductiva, y por tanto, los ancianos no tienen por qué practicarla.


La existencia del prejuicio viejo es igual a enfermo, y que es tan fuerte, que se instala en todos e incluso en el personal médico que atiende a los ancianos (Andrea P.V. En la vejez... no es una tercera edad. Suplemento. Revista Holly News. Distribuidora TAPAC. Buenos Aires, Argentina, mayo 1993.).


Los tratamientos para las enfermedades de la vejez han mejorado sustantivamente pero el trato que se le da a la sexualidad del adulto mayor permanece en la prehistoria humana, es decir casi sin haber sido modificado. Pensar en que los humanos tengan necesidades, sensaciones y prácticas sexuales en su vida de adulto mayor, son prácticamente temas de burla, incredulidad y sanción.


Las viejas tradiciones de la practica sexual están tan arraigadas que se mantienen a pesar del paso del tiempo y la vida experimentada. En nuestro medio podríamos pensar en los factores de la pareja, de los individuos y del entorno de ellos. En lo individual, no es raro que un hombre que ha llevado una práctica sexual intensa en su juventud, tenga gran interés en mantener esa práctica en su vejez, si logra vencer la creencia del coito como única práctica del sexo.


La mujer, con mucho menos practica sexual que el hombre de nuestra sociedad, probablemente se deje hundir en la traducción de que el sexo es para tener hijos, que el placer femenino no es muy adecuado, o que en verdad no lo necesita ni lo quiere, lo que en muchos casos hace que la llegada de la tercera edad sea un excelente pretexto para ella en mantener alejado a su pareja sexualmente, o anular cualquier intento de aproximación de una nueva pareja sexual. Triste el darnos cuenta de que no solo es la sociedad la que nos limita, también nos limitamos nosotros sin ayuda de alguien más.


¿Cómo llegamos sexualmente a este momento? Primero somos solteros y de la adolescencia hasta que nos casamos, los hombres y cada veza mas mujeres, practicamos un sexo libre, frecuente y satisfactorio, situación que antes no se daba pues con que el hombre disfrutara era suficiente, Ahora la mujer exige placer y satisfacción igual que el hombre.


Luego nos casamos y al principio la practica sexual se incrementa exponencialmente, pues está a la mano el uso de su sexualidad a libre demanda. Luego empiezan los problemas, llegan los hijos, y entre el embarazo, la cuarentena, la crianza y el devenir de esta etapa de la vida, aísla sexualmente a la pareja, ya están muy cansados, ya no tienen ganas, los hijos se dan cuenta, etc.


Crecen los hijos y la constante persecución del bolillo para sostener su educación escolar, sus bienes y nivel de vida transforma el cuarto de pasión de la pareja en un dormitorio del sueño eterno. Y así transcurre la vida del matrimonio.


Después llega la vejez con un hombre con problemas de erección si es que todavía la conserva, deprimido pues ha crecido pensando que su hombría y sexualidad radicaban en el pene erecto, grave error. Ella, sin embargo, integra, fuerte, siempre hermosa, pero se siente vieja, se dice a sí misma no tener necesidad de que su esposo intente tener sexo con ella, quizá tenga algo de incontinencia urinaria, las canas púbicas le recuerdan que esa región ha sido clausurada, hay vello exorbitado en los pezones, las axilas y el pubis que como nadie ve ni toca ahí, permanecen impávidos, y así los dos llegan a su cama a dormir pensando en lo que fue. Que desperdicio.


Como tendríamos sexo si no tengo erección dice el en su mente ignorante y limitada. Ya estoy gorda o flaca, ya no tiene erección, como podríamos tener sexo, esto se acabo dice ella.


Existe una inquietante tendencia nos dice Ignacio González Labrador a equiparar la actividad sexual con la coital, mientras que las necesidades emocionales del individuo de la tercera edad pueden cubrirse completamente mediante una actividad sexual que no siempre lleva al coito. La necesidad de relacionarse con otras personas, de expresar sentimientos, de recibir afecto de la otra persona no se pierde por más viejos que seamos. Por ello Colombino dice que la tercera edad es la edad del erotismo, significando con esta expresión que al desaparecer los intereses o las preocupaciones reproductoras, la sexualidad en esta etapa de la vida tiene como único fin recibir y dar placer.



Tres aspectos importantes para base de una buena actividad sexual en la tercera edad:


1. Que tenga interés y trate de dejar atrás los mitos y costumbres tatuadas en mi existencia de manera involuntaria, esta sin duda la más importante.

2. Que mi condición de salud lo permita, pocas condiciones de salud evitan una vida sexual plena.

3. Tener una pareja que me guste, que ame o que me interese empezando por mí mismo. Aunque no sea la misma, aunque no la ame, aunque no exista, existo yo.


Lucharemos contra la familia y la sociedad, la familia debe respetar nuestra privacidad, los abuelos no cuidan nietos es una aberración de la educación familiar, si lo hacen debe ser ocasional, voluntaria y sin generarles gastos físicos, morales o económicos, con nietos en casa no hay la privacidad necesaria.


Somos entes sexuales y es un derecho humano inalienable. Empecemos por romper la rutina, empecemos por vernos frente a frente, desnudos, sin pena, observar ese ser maravilloso con el que hemos pasado nuestra vida, con la excepción de algunos patanes que nunca faltan veremos a nuestra mujer hermosa con esas estructuras que siempre nos han atraído, a nuestro hombre guapo que hemos amado y respetado y nos ha respetado.


Sería bueno las damitas rasurarnos el pubis en una confortable vista juvenil de esa región, más limpia, más estética, limpia, pero no pulida. El hombre recortar también su vello a manera de ser más estético, asearse después del trajín del día, solo con agua, y por qué no aplicarse un poco de perfume para incentivar el olfato.


Luego deberemos iniciar a tocarnos suavemente delicadamente, sin prisa, sintiendo y tratando de hacer sentir, y así se inicia una relación sexual satisfactoria bilateral y emocionante. En la tercera edad la práctica del sexo oral, la masturbación, los juguetes sexuales, los tradicionales besos y caricias pude llevarnos a lugares de placer nunca antes visitado, lo que volverá a transformar el dormitorio del sueño eterno en el palacio del placer sexual de la pareja hasta que la vida terminé y después, quien sabe, una de buenas y en la otra vida la vida sexual continúe.


Ser una persona de la tercera edad no significa estar oprimida sexualmente. La conducta sexual en esta época, aunque no imposible fisiológicamente ni despreciable emocionalmente, está definitivamente restringida por la cultura de la sociedad actual. Debe propagarse la idea de que la sexualidad en la tercera edad es algo bueno y necesario si se desea.


Cualquier duda escribanos y estaremos gustoso en orientarle y apoyarle, la vida es corta hay que disfrutarla.


Dr. Armando Soberanes Hernández


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