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Sobre ser madre... si quiero, pero ¿y mi trabajo?

Actualizado: 14 ago 2023



Cuando una mujer es madre por vez primera la pregunta casi obligada es si dejará su trabajo remunerado ¿Por qué a nadie se le ocurre preguntar esto a un padre primerizo?

La reflexión en torno a la pregunta anterior nos lleva al cómo, en la sociedad, se piensa sobre la llegada de un/una bebé recién nacida. ¿una cuestión sólo de mujeres? La mayoría supone que sí, y esto obliga a muchas a abandonar sus propósitos personales por considerar a la maternidad como “la realización máxima” de las mujeres. Lo cual justifica minimizar y hasta olvidar cualquier otro proyecto para dedicar tiempo completo al cuidado del bebé, mientras el papá trabaja arduamente para mantener a la familia, aunque no todo es dinero como veremos más adelante. Así queda determinada la división sexual de la sociedad.

Este Contrato Sexual (Carole Pateman) se constataba en la Ley del Matrimonio Civil de 1859, en su famoso artículo 15, mejor conocido como “Epístola de Melchor Ocampo”, que se leyó durante casi 150 años en México, y aunque desde hace pocos años ya no es lectura obligada, es vigente para algunas familias cuando expresa que: “El hombre (…) debe dar y dará a la mujer protección, alimento y dirección, tratándola siempre como a la parte más delicada, sensible y fina de sí mismo, (…) Que la mujer, cuyas principales dotes sexuales son la abnegación, la belleza, la compasión, la perspicacia y la ternura, debe dar y dará al marido obediencia, agrado, (…)…” (García Peña, Ana; 2008: 127)

Aunque parecen frases obsoletas, hacen visible la estructura patriarcal de la familia tradicional heterosexual (por lo general de clase media). Destacan, aparte de roles y responsabilidades de la pareja, el ejercicio de poder del varón y el cómo debía obedecer la mujer quedándose al cuidado de la familia. Por ello me atrevo a señalar que son vigentes esas ideas, lo cual da sentido a la pregunta inicial y a la expectativa de que las mujeres permanezcan en casa cuando nace su primer hijo/hija.

Se tiende a pensar que la postura frente a la maternidad es homogénea, lo que no siempre es así, por ello la importancia de hacer aclaraciones: ¿cuándo es el momento idóneo en mi ciclo vital? Edad, mi ocupación/profesión... También tomar acuerdos sobre: número de hijos, cuánto tiempo entre uno y otro, si irán a la guardería o le dejarán con algún familiar…

Todavía hay quienes la consideran un asunto natural enmarcado en la biología, pero, es mucho más. Se trata de una experiencia que involucra ideales, aspiraciones, buenas intenciones y un aprendizaje cotidiano del que nos damos cuenta nunca sabemos lo suficiente; la práctica muestra que es una especie de laboratorio, donde se recurre al ensayo y error, error, error... y hay que poner en marcha todo, incluida la intuición. Además, se es madre para toda la vida, por ello la maternidad no suele ser una misión fácil. Para empezar, la mejor premisa es que las mujeres deban negarse rotundamente a aceptar la idea de que la pareja les “ayuda”. Resulta vital asumir una responsabilidad compartida, hacer cada quien lo que le toca, pues las ayudas son aleatorias y pueden o no darse, y frente al nacimiento de un/una bebé de ambos, sólo hay lugar para la responsabilidad y el compromiso. Un bebé no sólo es bonito y tierno; su llegada significa meses difíciles donde hay que levantarse en las madrugadas a cambiar pañales, arrullar, cantar, limpiar desechos, percibir olores no gratos… Todo esto sabiendo que al día siguiente habrá que cumplir con todos los compromisos de trabajo (ambos cónyuges), aunado a pedir permisos en tiempos laborales para atender vacunas, revisiones de rutina y lo que surja. Esto si nació con plena salud, porque si tiene algún problema congénito entonces la situación es todavía más compleja.

Por ello reitero que no todo se resuelve sólo con dinero. Mamá y papá tendrán que aportar afecto, tiempo, dedicación, horas de sueño… aspectos que no se pagan con dinero y no los puede dar una empleada. Lo único insustituible es amamantar, que es lo ideal, pero todo lo demás puede hacerse en equipo con el papá para ir construyendo ese vínculo emocional básico para el/la bebé.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI: 2017) la pirámide poblacional en México muestra cambios desde hace 50 años; en 1965, el promedio de personas de una familia era de nueve integrantes: un matrimonio con siete hijos, mientras que entre 1960 a 2014 la tasa global de fecundidad ha descendido de 7 a 2.21 hijos por mujer. Esto significa que en algunos sectores de la población se está postergando la maternidad, sobre todo donde ellas tienen mayor escolaridad y están ejerciendo una profesión. Mujeres que están incorporadas en los mercados laborales, saben que el reto es grande para poder armonizar todas las tareas.

En este caso interviene un elemento muy conocido entre las mujeres: la culpa, esa que funciona como control social y causa mucho daño. Decía una mujer “me siento muy culpable cuando dejo a la niña en la guardería, (…) mi trabajo me encanta, me da muchas satisfacciones (…), pero en ocasiones estoy a punto de tirar la toalla.” No falta quien, si “tira la toalla” buscando convertirse en una madre perfecta, una loza muy pesada. Además, tratándose de una tarea que jamás caduca, habría que buscar conjuntarla con otros proyectos como hacen los varones, pues estar en casa varios años implica quedar fuera de los mercados de trabajo, los contactos laborales, los avances tecnológicos y si en algún momento decide regresar, puede llegar a ser casi imposible. Esto denota la falta de apoyos estructurales para la maternidad.

Con este panorama poco alentador la mayoría viven sus experiencias reproductivas con presiones y dilemas, pues se considera como un asunto personal y privado, sin reconocer que la crianza requiere apoyos sociales; en solitario resulta una tarea muy desgastante. Esto lleva a muchas mujeres a plantearse falsos dilemas: ¿ser madre o tener proyectos propios? Cuando se podrían conjuntar. Pensar ¿cuándo es el mejor momento para ejercer la maternidad? Es algo no resuelto en casi todas las sociedades, pues se requieren apoyos múltiples para decidir libremente el cuándo.

Referencias:

INEGI (2017). Estadísticas a propósito del día de la madre. Datos nacionales. www.inegi.org.mx/saladeprensa/aproposito/2017/madre2017_Nal.pdf

García Peña, Ana Lidia “Violencia conyugal y corporalidad en el siglo XIX”, en Tuñón, Julia. Compiladora. (2008). Enjaular los cuerpos. Normativas decimonónicas y feminidad en México. El Colegio de México. México.

Ley de Matrimonio Civil de 1859

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