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¿Y si evaluamos la relación antes de divorciarnos?

Actualizado: 24 jul 2023


“La puerta se cerró detrás de ti Y nunca más volviste a aparecer”

Luis Demetrio (1931-2007*)


Dicen que nada es para siempre y es cierto, aunque de seguro cuando decidiste compartir el resto de tu vida con esa persona tan especial, no pensaste que un día podrían llegar a la separación, pues habían prometido unir anhelos y construir proyectos futuros de forma inseparable. Su compromiso lo hicieron público ante la ley, su religión y frente a personas cercanas y apreciadas. Pero algo se malogró y las cosas salieron de control.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), para 2013 ocurrían 18.6 divorcios por cada 100 matrimonios; cuando en 1993 sólo eran 4.9 de esos 100. También especifica que entre 2011 y 2013 hubo un incremento de divorcios del 22.8 por ciento. (*) Estos datos no tendrían por qué amedrentar a quienes se plantean el amor eterno; las estadísticas deben utilizarse para conocer cuáles son las fallas recurrentes que llevan a las parejas a un divorcio, buscando así, evitarlas en la medida de lo posible.

Diversos estudios reportan como principales fuentes de conflicto entre las parejas en México: la violencia familiar, el incumplimiento de responsabilidades económicas y falta de comunicación cotidiana; no haber platicado previamente sobre temas sustanciales… Además, se ha visto que los divorcios ocurren con mayor frecuencia en los primeros años de vida marital.

Pero no todas las parejas terminan en divorcio ni hay magia para conservar una relación. Es derecho y obligación trabajar y estar pendientes del propio comportamiento; no vivir para señalar errores a tu pareja y ¡jamás! (así de tajante), jamás pensar o decir que por haber firmado un papel tienes segura a la otra persona… eso resulta muy ofensivo.

Es fundamental darse cuenta que cada quien se hace cargo de sus sentimientos y emociones. No funciona aquello de “tú me haces enojar”; igual que nadie vino a este mundo para “hacerte feliz”. Esos aspectos son absolutamente personales. Tan importante como reconocer que “son uno, sin nunca dejar de ser dos”, implicando autonomía, responsabilidad e independencia de cada integrante de la pareja. Con la nota incluida de que nadie adquiere la responsabilidad de mantenerte, ni de convertirse en tu sirviente por el resto de su vida. Ahí se gestan potenciales rupturas.

Vale recordar antes de firmar, que por mucho amor que haya, las relaciones de pareja tienen un aspecto económico a tomar en cuenta. Es de vital importancia aclarar bajo qué régimen patrimonial se casarán, si sociedad conyugal o bienes separados; prestar atención a lo que podría suceder con sus bienes en caso de romperse el vínculo y un final con divorcio. A veces se piensa que hablar de dinero resulta poco elegante y nada romántico, pero no se pueden dejar estos aspectos sin hacer las aclaraciones pertinentes, porque así se están evitando posibles tergiversaciones que desencadenen conflictos posteriores.

Hay un error muy común en estas circunstancias: mirar el matrimonio como un lugar de llegada cuando en realidad se trata de un punto de partida. El final de las fiestas da la señal de que ¡esto apenas empieza!, y es justo cuando te topas con los cambios de la vida cotidiana en pareja y principias a descubrir aspectos desconocidos de la otra persona.

No es que alguien haya mentido, más bien enfrentan situaciones diferentes. No es lo mismo encontrarse en citas de amor previamente acordadas, que verse cuando acaban de despertar y cada día irán descubriendo sorpresas de la pareja, algunas muy gratas y otras no tanto. De ello puede surgir el desencanto y tal vez encontrar que no había mucho amor.

Una tendencia bastante frecuente en México es que las parejas se separan y pueden tardar años en divorciarse o nunca hacerlo, sin considerar los riesgos. La relación, la prole, los bienes… quedan en una situación de ambigüedad y con el tiempo puede haber consecuencias inesperadas.

Una mujer recuerda: “cuando era joven, la mujer divorciada era pecadora”; esto ha cambiado y divorciarse es un derecho. Sin embargo, antes de firmar ¿porque no intentar el rescate de la relación? Siempre se puede negociar, con excepción de la violencia familiar, frente a ésta no hay mucho por hacer, porque se ha corroborado que en una relación violenta plantear la reconciliación conlleva desenlaces fatales sobre todo para las mujeres. Aclaremos que el divorcio también puede ser una solución, cada vez más personas ejercen su derecho a romper el vínculo con alguien a quien ya no aman.

Antes de firmar el divorcio podrían tratar de identificar personas, lugares, rutinas y cosas que les han separado y retirarse de ellas, en la medida de lo posible. Escribir al menos 10 aspectos que te encantaban de tu pareja y por los cuales te enamoraste de ella y decidiste unirte; recordar los momentos lindos que disfrutaron juntos o salir un fin de semana solos. Sé que esto puede parecer superficial y como recetas, pero se vale hacer acopio de los recursos que les enamoraron. Buscar ayuda profesional es una opción real, te permite aclarar situaciones. Una mirada externa (indicada) puede apoyar para ver de forma diferente, elucidar enredos y encontrar qué afecta tu relación. Quizá un acontecimiento externo o algo no hablado generó la crisis.

Si una relación termina sin saber qué pasó, puede que las siguientes relaciones sean también conflictivas. Pero cuando hay dudas ¿por qué no evaluar la relación antes de firmar el divorcio? Hacer un inventario y ver cómo las relaciones humanas tienden al conflicto, lo cual deja enseñanzas; reconocer que tanto en los matrimonios como en el capitalismo las crisis son cíclicas, entonces ¿por qué esperar que las relaciones de pareja sean fáciles? No es “consuelo de muchos…” es tener la voluntad de recuperar la relación, claro sólo si consideras que vale la pena hacerlo, pero esto sólo se puede saber después de una evaluación y qué tal que la puerta no se cierra. ¿Te atreverías?


(*) “La puerta”. Canción de Luis Demetrio Traconis Molina. Compositor yucateco.

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